28 enero 2015

LA LLAVE QUE ABRE TODAS LAS CERRADURAS


El método occidental consiste en pensar en un problema, encontrar las causas del problema, penetrar en la historia del problema, en el pasado del problema, llegar a las raíces del problema, hasta el principio mismo. 
Descondicionar la mente, o recondicionar la mente, recondicionar el cuerpo, sacar a la luz todas las huellas que han quedado en el cerebro... Ése es el método occidental. 
El psicoanálisis penetra en la memoria; trabaja en ella. Va hasta tu infancia, a tu pasado; se mueve hacia atrás. Encuentra dónde surgió un problema. A lo mejor fue hace treinta años, cuando eras un niño, y el problema surgió en tu relación con tu madre, y puede que el problema venga de vidas anteriores; el psicoanálisis retrocederá hasta allí.
Es una tarea muy larga y muy lenta, y ni siquiera eso sirve de mucha ayuda, porque hay millones de problemas. No es cuestión de un solo problema. 
Puedes reconstruir la historia de un problema; puedes consultar tu autobiografía y encontrar las causas. Tal vez puedas eliminar un problema, pero hay millones de problemas.
Si empiezas a profundizar en cada problema, para resolver los problemas de una sola vida, necesitarás millones de vidas!
Para resolver los problemas de una vida, tendrás que nacer una y otra vez, millones de veces! 
Y todas esas millones de vidas que dedicarás a resolver los problemas de esta vida, todas esas vidas generarán sus propios problemas... y así una vez tras otra. Te quedarás cada vez más atascado en los problemas!
El problema procede del pasado, así que de algún modo hay que manipular el pasado...

Cuando te tomas muy en serio los problemas humanos, cuando empiezas a pensar en el hombre como un problema, cuando has aceptado ciertas premisas, has dado el primer paso en dirección equivocada.
Oriente tiene una actitud totalmente diferente: 
En primer lugar, dice que ningún problema es grave
En el momento en que dices que ningún problema es grave, el problema está muerto en casi un noventa y nueve por ciento. Cambia toda tu visión del problema. 
La segunda cosa que dice Oriente es que el problema está ahí porque tú te has identificado con él.
No tiene nada que ver con el pasado nada que ver con su historia. Estás identificado con él, eso es lo que importa. Y esta es la clave para resolver todos los problemas.

Por ejemplo, eres una persona irascible. Si vas al psicoanalista, te dirá: «Retrocede en el pasado... ¿cómo se originó esta ira? ¿En qué situaciones se fue volviendo cada vez más condicionada y se fue imprimiendo en tu mente? Vamos a tener que borrar todas esas huellas; tendremos que eliminarlas. Vamos a tener que cambiar tu pasado por completo.»


Si acudes a un místico oriental, te dirá: «Crees que estás irritado, te sientes identificado con la ira eso es lo que va mal. La próxima vez que se presente la ira, tú limítate a ser un observador, a ser un testigo. No te identifiques con la ira. No digas "Estoy furioso". No digas "Soy la ira". Limítate a ver lo que ocurre, como si estuviera ocurriendo en una pantalla de televisión. Mírate a ti mismo como si estuvieras mirando a otro.»


Eres pura conciencia. Cuando se forma a tu alrededor la nube de ira, limítate a mirarla, y mantente alerta para no identificarte con ella. 
Todo consiste en no identificarse con el problema. 
En cuanto hayas aprendido esto, a no identificarte, solucionarás todos tus problemas, porque la llave, la misma llave, abre todas las cerraduras. 
Lo mismo vale para ira que para la codicia, que para el sexo, etc. Vale para cualquier cosa de la que la mente sea capaz.
Recuerda que eres un testigo, eso es lo que dice Buda. 
Mantente alerta mientras pasa la nube. Puede que la nube venga del pasado, pero eso no tiene importancia ¿por qué molestarse con ello? Ahora mismo, en este momento, puedes distanciarte de ello. Puedes separarte de ello, puedes romper el puente ahora mismo... y solo se puede romper en el ahora.

Hace treinta años, surgió la ira y tú te identificaste con ella aquel día. Ahora no te puedes desidentificar de aquel pasado, pero sí que te puedes desidentificar en este momento, en este preciso momento... y si lo haces, toda la serie de iras del pasado, dejará de formar parte de ti. Ya no tendrás que retroceder y deshacer algo que hicieron tus padres y la sociedad, eso sería una pura pérdida de precioso tiempo presente. Primero te destruyó muchos años y ahora te destruye tus momentos presentes. Más vale que te liberes simplemente de ello, como se libera una serpiente de su piel vieja.


El pasado y sus condicionamientos existen... pero existen solo en el cuerpo o en la mente; no existen en tu conciencia, porque la conciencia no se puede condicionar. 
La conciencia se mantiene siempre libre... la libertad es su cualidad más esencial. La libertad es su naturaleza misma. 
Puedes mirar tantos años de represión, tantos años de cierta educación. En este momento en el que estás mirándolo, esta conciencia ya no se identifica.
De no ser así, ¿quién iba a ser consciente? 
Si verdaderamente hubieras estado reprimido, ¿quién sería consciente? No existiría ninguna posibilidad de hacerse consciente.
Esta es la belleza de la conciencia. 
La conciencia puede liberarse de cualquier cosa. No tiene barreras, no tiene, límites.
Cuando ya no te identificas con las cosas, ves que todo es una estupidez.

Oriente hace hincapié en el cielo (la Conciencia) y Occidente hace hincapié en las nubes (los pensamientos).

Las nubes tienen una génesis; si quieres averiguar de dónde proceden, tendrás que ir al océano, después a los rayos de sol y la evaporación del agua, y la formación de nubes... y así puedes seguir, pero te estarás moviendo en círculo.
El proceso continúa dando vueltas y más vueltas. Es una rueda. Una cosa conduce a otra y tú sigues en la rueda.
El análisis es un círculo vicioso. Si te metes de verdad en el análisis, te encontrarás desconcertado.

Si, por ejemplo, intentas retroceder al pasado, ¿dónde terminarás? ¿Dónde exactamente? Si retrocedes al pasado, ¿dónde comenzó tu sexualidad? ¿Cuándo tenías catorce años? ¿Acaso surgió de la nada? ¿Debió haberse estado preparando en el cuerpo? ¿Cuándo? ¿Cuándo naciste? ¿Acaso se estuvo preparando antes, cuando estabas en el seno de tu madre? ¿Cuándo? ¿En el momento en que fuiste concebido? Pero antes de eso, la mitad de tu sexualidad estaba madura en el óvulo de tu madre y la otra mitad de tu sexualidad estaba madurando en el espermatozoide de tu padre... Si seguimos así, ¿dónde terminarás? ¡Tendrás que remontarte a Adán y Eva! Y ni siquiera ahí termina la cosa. Tendrás que remontarte hasta Dios Padre.

El análisis siempre se queda a medias, y por eso el análisis nunca ayuda de verdad a nadie. No puede ayudar. Por, este camino no hay transformación, no hay cambio radical.

En cambio ser testigo es una revolución. Es un cambio radical desde las raíces mismas. Trae a la existencia un ser humano totalmente nuevo, porque deja tu conciencia libre de todos los condicionamientos.
Los condicionamientos están ahí, en el cuerpo y en la mente, pero la conciencia se mantiene sin condicionar. Es pura, siempre pura.
El enfoque oriental consiste en hacerte consciente de esta conciencia pura, de esta inocencia. 

Oriente hace hincapié en el cielo y Occidente hace hincapié en las nubes.

El cielo no tiene génesis. El cielo no se ha creado; no ha sido producido por nada. De hecho, para que algo exista tiene que haber antes un cielo. Tiene que existir antes de que exista cualquier otra cosa.
Si le preguntáis a un teólogo cristiano os dirá: «Dios creó el mundo.» 
Preguntadle si antes de que Dios creara el mundo, existía o no un cielo. Si no había cielo, ¿dónde estaba Dios? Tenía que necesitar algún espacio. El espacio es imprescindible, incluso para que exista Dios. No puedes decir: «Dios creó el espacio.» Eso sería absurdo, porque no habría tenido ningún espacio donde existir. El espacio debe preceder a Dios.

El cielo siempre ha estado ahí.


El enfoque oriental consiste en prestar atención al cielo. El enfoque occidental te hace prestar atención a las nubes, y te ayuda un poco, pero no te hace consciente de tu núcleo interno. 

De la circunferencia sí, te haces un poco más consciente de la circunferencia, pero no eres consciente del centro.

Tienes que encontrar el centro, y eso solo se consigue siendo testigo.


Ser testigo no cambiará tu condicionamiento. Ser testigo no cambiará la musculatura de tu cuerpo. Pero ser testigo te proporcionará una experiencia, la de que estás más allá de toda musculatura, más allá de todo condicionamiento.
Y en ese momento de distanciamiento, en ese momento de trascendencia, no existen problemas.
Si en algún momento echas de menos el problema, puedes entrar en el cuerpo-mente y disfrutar del problema. 
Si no quieres tenerlo, puedes quedarte fuera. El problema seguirá ahí, como una huella impresa en el fenómeno cuerpo-mente, pero tú estás aparte, distanciado de él.
Así es como funciona Buda. Tú utilizas la memoria (la mente) y Buda también utiliza la memoria, pero él no se identifica con ella.
Él utiliza la memoria como un simple, mecanismo. 
Cuando tengo que utilizar la memoria, la utilizo, pero Yo no soy la mente; la conciencia está presente. Yo sigo siendo el que manda y la mente sigue siendo un sirviente. 

Cuando se llama a la mente, ella acude; se la utiliza para lo que sirve, pero no se la deja dominar.


Siguen existiendo problemas, pero existen solo en forma de semillas en el cuerpo y la mente.

El pasado no se puede cambiar, pero ahora puedes salir de ahí. Ahora sabes que aquello era simple identificación.

Ser testigo es la técnica para centrarse. No vivas desde el ego (la identificación), vive desde el Ser (el centro, la presencia).


Osho


26 enero 2015

¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR CONSCIENTE?


Lo primero que debes comprender es qué significa la conciencia. 
Vas andando. Eres consciente de muchas cosas: de las tiendas, de la gente que pasa a tu lado, del tráfico, de todo. 
Eres consciente de muchas cosas, y eres inconsciente de una sola cosa... y esa cosa eres tú. No eres consciente de ti mismo.
Gurdjieff dice: «Constantemente, estés donde estés, recuérdate a ti mismo.»

Si estás comiendo, sé consciente de ti mismo. Si estás andando, sé consciente de ti mismo. Si estás escuchando, si estás hablando, sé consciente de ti mismo. Cuando estés irritado, sé consciente de que estás irritado. En el momento mismo en que aparezca la ira, sé consciente de que estás irritado. 

Este constante acordarse de uno mismo crea en ti una energía muy sutil. Empiezas a ser un ser cristalizado.
Normalmente, no hay cristalización, no hay verdadero centro. 
La conciencia es lo que te convierte en jefe, y cuando digo jefe no me refiero a un controlador, me refiero a una presencia... una presencia continua. 
Hagas lo que hagas, y aunque no hagas nada, una cosa debe estar constantemente en tu conciencia: que tú eres.

Esta simple sensación de ser uno mismo, de que uno es, crea un centro, un centro de quietud, un centro de silencio, un centro de dominio interior. Es una potencia interior.
Por eso los budas hablan del «fuego de la conciencia». Es un fuego. 
Si empiezas a hacerte consciente, empiezas a sentir en ti una nueva energía, un nuevo fuego, una nueva vida. Y gracias a esta nueva vida, nuevo poder, nueva energía, muchas cosas que te estaban dominando se disuelven. Ya no tienes que luchar con ellas.

En cuanto empiezas a ser más fuerte por dentro, con una sensación de presencia interior -cuando sientes que eres-, tus energías se van concentrando, cristalizan en un punto único y nace un "Yo". No un ego, sino un "Yo", una presencia.

Este centro se crea estando continuamente consciente. 
Sé consciente de que estás haciendo algo; de que estás sentado, de que te vas a dormir, de que te está llegando el sueño, de que estás cayendo. Intenta ser consciente en todo momento, y entonces empezarás a sentir que en tu interior nace un centro.

A veces nos sentimos centrados, pero son momentos en los que una situación nos hace conscientes. 
Si de pronto se produce una situación muy peligrosa, empezarás a sentir un centro dentro de ti, porque cuando estás en peligro te vuelves consciente.
Si alguien va a matarte, en ese momento no puedes pensar; en ese momento no puedes seguir inconsciente, Toda tu energía está centrada, y ese momento se vuelve sólido. No puedes moverte hacia el pasado, no puedes moverte hacia el futuro... ese momento concreto se convierte en todo. Y entonces no solo eres consciente del asesino, sino que te haces consciente de ti mismo, el que va a ser asesinado. En ese sutil momento empiezas a sentir un centro en tu interior.
Por eso los deportes peligrosos tienen su atractivo.
Vas conduciendo un coche, cada vez a más velocidad, hasta que la velocidad se convierte en peligrosa. Entonces no puedes pensar; los pensamientos cesan. Entonces no puedes soñar. Entonces no puedes imaginar. Entonces el presente se vuelve sólido. 
En ese momento peligroso, cuando la muerte es posible a cada instante, te haces súbitamente consciente de un centro en tu interior. Te sientes centrado.

Cuando la muerte se convierte en una realidad, la vida se vuelve intensa. Cuando la muerte anda cerca, la vida se vuelve intensa y tú estás centrado. Te haces consciente de ti mismo.

Así pues, procura estar consciente en toda actividad. Cuando estés sentado en tu butaca: sé consciente del que está sentado. No solo de la butaca, no solo de la habitación, de la atmósfera que te rodea, sé consciente del que está sentado. Cierra los ojos y siéntete.

Osho


23 enero 2015

LA MENTE Y LA NATURALEZA DE LA MENTE, SEGÚN EL BUDISMO TIBETANO


El descubrimiento revolucionario del budismo es que la vida y la muerte están en la mente, y en ningún otro lugar.
La mente se revela como base universal de la experiencia; creadora de la felicidad y del sufrimiento, creadora de lo que llamamos vida y de la muerte.

La mente tiene numerosos aspectos, pero hay dos que destacan:


1. La mente ordinaria: la que los tibetanos llaman “sem”.

Un maestro la define así: “Aquello que posee conciencia diferenciadora, aquello que posee un sentido de la dualidad, es decir, que aferra o rechaza algo externo, eso es la mente. Fundamentalmente, es aquello que podemos asociar con un “otro”, con cualquier “algo” que se percibe como distinto del perceptor”.

Sem” es la mente dualista, discursiva y pensante, que sólo puede funcionar en relación con un punto de referencia exterior proyectado y falsamente percibido.

Así pues, “sem” es la mente que piensa, hace planes, desea y manipula, que monta en cólera, que crea oleadas de emociones y pensamientos negativos por los que se deja llevar, que debe seguir siempre proclamando, corroborando y confirmando su “existencia” mediante la fragmentación, conceptuación y solidificación de la experiencia. (“Sem” es el ego).
La mente ordinaria es la presa incesantemente cambiante e incambiable de las influencias exteriores, las tendencias habituales y el condicionamiento. 
Los maestros comparan a “sem” con la llama de una vela en un portal abierto, vulnerable a todos los vientos de la circunstancia.

Desde cierto punto de vista, “sem” es parpadeante, inestable y ávida, siempre entrometida en asuntos ajenos; su energía se consume en la proyección hacia fuera.

A veces me la imagino como un fríjol saltador mexicano o como un mono encaramado a un árbol, que brinca incansable de rama en rama. Sin embargo, vista desde otro ángulo, la mente ordinaria posee una estabilidad falsa y desanimada, una inercia auto-protectora y pagada de sí, una calma pétrea hecha de hábitos arraigados. 
Sem” es tan taimada como un político corrompido, escéptica y desconfiada, ducha en astucias y trapacerías, ingeniosa en los juegos del engaño. Es dentro de la experiencia de esta “sem” caótica, confusa, indisciplinada y repetitiva, esta mente ordinaria, donde una y otra vez sufrimos el cambio y la muerte.

2. La naturaleza misma de la mente, su esencia más íntima, que es siempre y absolutamente inmune al cambio y a la muerte.
Ahora se halla oculta dentro de nuestra propia mente, nuestra “sem”, envuelta y velada por el rápido discurrir de nuestros pensamientos y emociones. Pero, del mismo modo en que un fuerte golpe de viento puede dispersar las nubes y revelar el sol resplandeciente y el cielo anchuroso, también alguna inspiración puede descubrirnos visiones relámpagos de esta naturaleza de la mente.
Estos vislumbres pueden ser de diversos grados e intensidades, pero todos proporcionan alguna luz de comprensión, significado y libertad. Ello es así porque la naturaleza de la mente es de por sí la propia raíz de la comprensión. 
En tibetano la llamamos “Rigpa”, una conciencia primordial, pura y prístina que es al mismo tiempo inteligente, cognoscitiva, radiante y siempre despierta. 
Se podría decir que es el conocimiento del propio conocimiento.

No hay que caer en el error de suponer que la naturaleza de la mente es exclusiva de nuestra mente sólo. De hecho, es la naturaleza de todo. 

Conocer la naturaleza de la mente, es conocer la naturaleza de todas las cosas.

A lo largo de la historia, los santos y los místicos han adornado sus percepciones con distintos nombres y le han conferido distintos rostros e interpretaciones, pero lo que experimentan fundamentalmente todos ellos es la naturaleza esencial de la mente.

Los cristianos y los judíos la llaman “Dios”; los hindúes la llaman “Shiva”, “Brahman”, “el Yo” y “Vishnú”; los místicos sufíes la llaman “la Esencia Oculta”, y los budistas la llaman “la naturaleza de buda”.

En el corazón de todas las religiones se halla la certidumbre de que existe una verdad fundamental, y que esta vida constituye una oportunidad sagrada para evolucionar y conocerla. 


Buda significa una persona que ha despertado completamente de la ignorancia y se ha abierto a su vasto potencial de sabiduría. 
Un buda es una persona que ha puesto en definitivo final el sufrimiento y la frustración y ha descubierto una paz y una felicidad duraderas e inmortales. 
La naturaleza de buda la tenemos todos. La iluminación está al alcance de todos. 
Por medio de la práctica podemos llegar a ser iluminados.
Aunque todos tenemos la misma naturaleza interior que Buda, no nos damos cuenta de ello porque está encerrada y envuelta en nuestra mente individual ordinaria (“sem”).

Imaginemos un jarro vacío. El espacio interior es exactamente el mismo que el espacio exterior. Sólo sus frágiles paredes separan el uno del otro. 

Nuestra mente de buda está encerrada entre las paredes de nuestra mente ordinaria. Pero cuando nos volvemos iluminados, es como si el jarro se rompiera en mil pedazos. El espacio de dentro se funde instantáneamente con el espacio de fuera. Se convierten en uno, y en ese mismo instante nos damos cuenta de que nunca fueron distintos ni independientes el uno del otro, siempre fueron lo mismo.

Sogyal Rimpoché

“El libro tibetano de la vida y de la muerte” (pág. 72) 

19 enero 2015

LOS 5 MITOS ACERCA DE LA ILUMINACIÓN



1. La iluminación es un largo viaje que toma muchos años, décadas, o incluso toda una vida... 

La iluminación consiste en darte cuenta que lo que eres, es lo que siempre has sido y de hecho, no puede evitar ser Consciencia pura. 
Que tú no eres la 'auto-imagen' que tienes acerca de ti mismo, ni tus pensamientos, o incluso tu cuerpo. Más bien, tu naturaleza original, tu esencia no condicionada, es la Presencia Consciente atemporal. 

Debido a que esto es completamente lo que ya eres, no puedes 'hacer' nada para llegar ahí. Por lo tanto, el viaje hacia la iluminación es uno sin distancia. 
Una analogía sería: ¿qué distancia necesitaría recorrer el océano para encontrar agua? La respuesta es: ninguna distancia. Éste simplemente necesitaría reconocer claramente lo que ya es. 

La razón por la que es tan difícil despertar a nuestra naturaleza original infinita es porque se nos ha dicho/condicionado desde que nacimos, que somos nuestro cuerpo y/o la imagen que tenemos de nosotros mismos en nuestra mente, es decir, nuestra 'auto-imagen.' No somos eso. 
¿Qué es lo que somos? 
Somos ESO que en silencio observa o está CONSCIENTE de todo lo que experimentamos. Esto incluye todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones, imágenes y percepciones que surgen dentro, al igual que 'el mundo exterior' (de hecho, podríamos decir que no estamos en el mundo, sino que el mundo está en nosotros). 
Por ejemplo, ¿cómo sabes que tienes un cuerpo? Lo sabes porque estás consciente de él. ¿Cómo sabes que tienes pensamientos? Lo sabes porque estás consciente de ellos. En pocas palabras, tu naturaleza es la CONSCIENCIA misma. 

2. Estaré iluminado en cuanto aprenda a detener mis pensamientos... 

Este es un error muy común. La realidad es que no necesitas que tus pensamientos se detengan para despertar, sólo tienes que dejar de identificarte con ellos. Sin embargo, esto no es tan fácil porque la mayoría de nosotros nos hemos pasado la vida haciendo justamente eso. La clave está en observarlos, observarlos silenciosamente. Observa el espacio que hay entre tú y el pensamiento que surge y date cuenta que tú estás presente antes que el pensamiento, durante el pensamiento, y después del pensamiento, entonces, el pensamiento no puede ser tú. De hecho, ¿acaso no estás absolutamente presente incluso cuando ningún pensamiento está surgiendo? 

3. La iluminación significa que me liberaré del ego... 

El ego es necesario para la supervivencia del cuerpo, y es lo que nos indica cuándo huir del peligro o cuándo debemos defendernos. Sin embargo, a pesar de que en raras ocasiones nos encontramos en situaciones reales de vida o muerte, el ego aborda cualquier disturbio psicológico con esta misma respuesta de lucha o huida. 
Si alguien nos insulta o se nos mete en el tráfico, el ego entra en acción sintiéndose amenazado. 

La clave está en ver que no somos nuestro ego. 
A través de observarlo cuando se pone en acción, podemos ir ganando un poco de espacio entre nosotros y él. 
Cuanto más espacio, menos atracción generará sobre nosotros. 
Muy pronto, el ego se empieza a sentir un niño mimado que siempre está quejándose y lloriqueando porque quiere lo que quiere cuando quiere. El mantra del ego es: "¡Yo, yo, yo!". 

En lugar de enojarnos con 'el niño', podemos empezar a amarlo y a asegurarle que está a salvo. Al no tomar nuestro ego tan en serio, literalmente nos empezamos a relajar. De nuevo, no necesitas deshacerte del ego - ver con claridad que no es lo que tú eres, es más que suficiente. 

4. Una vez que me ilumine, mi vida estará libre de problemas... 

Cuando despiertas, no es que sólo cosas 'positivas' vengan a tu vida, más bien es que has dejado de etiquetarlas como positivas y negativas porque todo es visto ahora como la Vida desplegándose exactamente tal y como se despliega. 
Te das cuenta que no tienes el control de la Vida, que la Vida es, y que no estás separado de la Vida. 
(Incluso si nos sentimos separados, eso no lo hace así. Una ola podría sentirse separada del océano todo lo que quiera, sin embargo, eso no significa que lo esté). 
Y así aprendes a confiar plena y completamente en la Vida. Aprendes a 'fluir' y a disfrutar del viaje. Una montaña rusa tiene ALTAS y BAJAS. ¡No puedes tener una con sólo ALTAS! 

A medida que envejecemos, nos damos cuenta que la vida pasa demasiado rápido, por lo que el impulso de estar lloriqueando y quejándonos de cada insignificancia, de repente se convierte en un desperdicio de energía - energía que ya no damos por sentada. 
Recuerda, todo el mundo es un buen capitán cuando la mar está en calma... así que mejor no huyamos de las tormentas... Podemos ver una tormenta como un problema completamente insuperable o como un desafío para llegar a lo más profundo y descubrir de lo que estamos hechos realmente. 
Como dice el refrán, "los barcos no fueron diseñados para permanecer en puerto". 
Independientemente del resultado de la situación, aprenderás algo acerca de ti mismo que no sabías. Y cuando despiertes, serás consciente de que lo que eres, en tu centro, jamás podrá ser dañado. 
Como el Bhagavad Gita dice con respecto a tu verdadera naturaleza: 
“Una espada no puede cortar ESO, tampoco el fuego puede quemar ESO; el agua no puede mojar ESO, tampoco el viento puede secar ESO.”

5. Sabré que estoy iluminado porque me sentiré dichoso todos los días...

Aunque la dicha o la felicidad suprema es una experiencia maravillosa, como toda experiencia, es algo que viene y va. 
La idea de que estar iluminado significa ser dichoso todo el tiempo, simplemente no es verdad. 
Despertar significa ser plenamente auténtico con el momento presente, APAREZCA LO QUE APAREZCA. 

Ya que el ser iluminado no se encuentra viviendo en el pasado ni en el futuro, tiene la capacidad de acoger incondicionalmente cualquier pensamiento, sentimiento, sensación o emoción que esté surgiendo en el momento presente. Entonces, por ejemplo, si ve que un animal está siendo maltratado por un humano, podría de hecho llorar al presenciar un acto tan inconsciente. 
Lo que descubrimos es que nosotros somos ese ESPACIO para cualquier experiencia que esté sucediendo en este momento. 

Algunas consideraciones finales... 

Es importante darte cuenta que no puedes localizar a la Consciencia, sólo puedes SER eso. 
Al igual que un ojo puede ver todo, menos a sí mismo, cualquier cosa de lo que la Consciencia sea consciente, no es ESO. Porque desde el momento en que dices 'esto' es Consciencia, entonces tendrías que preguntarte, "¿qué es lo que está consciente de eso?
¿Ves el dilema? 

Y así, en el Vedanta Advaita el término sánscrito, “neti neti,” que significa "ni esto, ni aquello" se utiliza a menudo como una práctica para encontrar el camino de regreso a casa. 
Por ejemplo, podrías ver un árbol y preguntar, "¿Soy el árbol, o lo que está consciente de él?
Ya que tú estás consciente del árbol, sabes entonces, que no podrías ser el árbol. 
Y puedes hacer esto con cada objeto en el que aterricen tus ojos, incluyendo tu cuerpo. 

Al principio, la mente tratará de decir, "¡Pero 'yo' estoy consciente de esto!" Sin embargo, cuando tienes que preguntar, "¿Y qué es lo que conoce o está consciente de este 'yo' que afirma conocer el árbol?" Y la mente dice, "¡Yo!" Y tú preguntas, "¿Y quién está consciente de este 'yo'?
Si sigues preguntando "¿Y qué es lo que está consciente de eso?", a cualquier respuesta que se le ocurra a la mente, con el tiempo, la mente se calma al darse cuenta que se ha quedado sin respuestas. Y así, terminas quedándote en silencio.

La clave es que tienes que hacer este ejercicio, realmente, de tal forma que el entendimiento intelectual termine siendo experiencial. 
Esto se conoce, no a través de creer en lo que los demás te digan, sino a través de confirmarlo con tu propia experiencia directa. 
Y si lo haces una y otra vez, se hará absolutamente obvio que cualquier cosa de la que estés consciente, no puede ser lo que tú eres. 
Y de pronto, podrías caer en la cuenta de que lo que siempre estuviste buscando era ESO que está llevando a cabo la búsqueda... y entonces descansas en/como eso. 

Michael Jeffreys  

18 enero 2015

VUELVE... ESO ES TODO


Cada vez que te des cuenta de que te has ido al pasado o al futuro, no te sientas culpable, no te crees problemas por ello. Simplemente, vuelve al presente. No pasa nada. Simplemente, recupera tu conciencia. 
La perderás millones de veces; no te va a salir ahora mismo, inmediatamente. Puede suceder, pero no puede suceder por tu causa. Es un modo de conducta fijo desde hace tanto, tantísimo tiempo, que no lo puedes cambiar de buenas a primeras. Pero no te preocupes, la existencia no tiene ninguna prisa. La eternidad puede esperar eternamente. No crees tensiones por ello.

Cada vez que sientas que te has perdido, vuelve; eso es todo. 
No te sientas culpable; eso es un truco de la mente, que está otra vez jugando a sus juegos. No te arrepientas. Simplemente, cuando pienses, vuelve a lo que estuvieras haciendo. 
Si estás tomando un baño, vuelve; si estás comiendo la comida, vuelve; si estás dando un paseo, vuelve. 
En el momento en que sientas que no estás aquí y ahora, vuelve... Simplemente, inocentemente, no crees culpa. Si te sientes culpable, no has entendido nada.

La eternidad no tiene problemas; todos los problemas existen en el plano horizontal (el ego). 
El plano vertical (el Ser) no conoce problemas; es puro gozo, sin nada de ansiedad, sin nada de angustia, sin ninguna preocupación, sin ninguna culpa, sin nada. 
Sé simple y vuelve.
Te perderás muchas veces, dalo por seguro. Pero no te preocupes por ello. Así son las cosas. Te perderás muchas veces, pero eso no importa. No prestes atención al hecho de que te hayas perdido muchas veces, presta mucha atención al hecho de que te has reincorporado muchas veces.
Que te pierdas es algo natural. Eres humano, has vivido en el plano horizontal (el ego) durante muchísimas vidas, así que es natural. Lo estupendo es que has regresado muchas veces. Has hecho lo imposible; siéntete feliz por ello.

En veinticuatro horas te perderás veinticuatro mil veces, pero te reincorporarás otras veinticuatro mil veces. Y ahora empieza a funcionar un nuevo modo. Has regresado un montón de veces; ahora se empieza a abrir una nueva dimensión, poco a poco. 

Cada vez serás más capaz de mantenerte consciente, cada vez serán menos las idas y venidas. El recorrido de ida y vuelta se irá acortando cada vez más. Cada vez te olvidarás menos, cada vez te acordarás más; estás entrando en la vertical (el Ser). De pronto, un día, la horizontal (el ego) desaparece. La conciencia gana intensidad y la horizontal desaparece.

A esto es a lo que se refieren el Budismo Zen, el Vedanta y los hindúes, al decir que este mundo es ilusorio. Porque cuando la conciencia se hace perfecta, este mundo, este mundo que has creado a partir de tu mente, simplemente desaparece. Y otro mundo se te revela. 
El Maya desaparece, la ilusión desaparece... la ilusión está ahí a causa de tu sueño, de tu inconsciencia.
Si puedes recordar, aunque sea una sola vez, que esto es un sueño, eso provoca un choque y el sueño se hace pedazos y tú te despiertas.
Este mundo que ves a tu alrededor no es el mundo real. 
No es que no exista: sí que existe, pero lo estás viendo a través de un velo de sueño. Entre tú y él está la inconsciencia, la identificación.

Osho


15 enero 2015

CLAVES PARA ESTAR EN EL AQUÍ Y AHORA


La mente siempre está en el pasado o en el futuro. No puede estar en el presente, es absolutamente imposible. 
Cuando estás en el presente, la mente ya no está ahí, porque mente equivale a pensar. 
¿Cómo puedes pensar en el presente?
Puedes pensar en el pasado; ya se ha convertido en parte de la memoria y la mente puede trabajar con ello. 
Puedes pensar en el futuro; todavía no está aquí y la mente puede soñar con ello. 
La mente puede hacer dos cosas: puede moverse hacia el pasado, donde hay espacio de sobra para moverse, el vasto espacio del pasado, en el que puedes seguir y seguir penetrando; o puede moverse hacia el futuro, donde también hay un espacio infinito, en el que puedes imaginar y soñar sin límites. Pero ¿cómo va a funcionar la mente en el presente? 
En el presente no hay espacio para que la mente haga ningún movimiento.
El presente es solo una línea divisoria, nada más. 
Separa el pasado del futuro, no es más que una línea divisoria.
Puedes estar en el presente, pero no puedes pensar en él. Para pensar se necesita espacio. Los pensamientos necesitan espacio, son como los objetos, son cosas materiales, muy sutiles, pero son materiales.

No puedes pensar en el presente; en el instante en que empiezas a pensar, ya es pasado. 
Ves salir el sol y dices: «Qué bello amanecer.» Cuando lo dices ya es el pasado.
Cuando el sol está saliendo no hay espacio suficiente ni siquiera, para decir «Qué bonito», porque cuando dices «qué bonito», la experiencia ya se ha convertido en pasado. La mente ya lo ha archivado en la memoria.
Pero en el momento exacto en que sale el sol, el momento exacto en que el sol aparece sobre la línea, ¿cómo puedes pensar? ¿Qué puedes pensar? 
Puedes estar con el sol que sale, pero no puedes pensar. Hay espacio suficiente para ti, pero no para los pensamientos.
Cuando no hay pensamiento, ¿quién es el sol y quién es el observador? 
El observador se convierte en lo observado. De pronto, desaparecen las fronteras. De pronto, te encuentras con que has penetrado en el sol y el sol ha penetrado en ti. De pronto: ya no sois dos; solo existe uno.
Si empiezas a pensar, os convertís de nuevo en dos. Si no piensas, ¿dónde está la dualidad?... Estás aquí y ahora. Es tan hermoso estar aquí y ahora, y tan intenso, que ningún pensamiento puede penetrar en esa intensidad.

En el presente no es posible pensar, no es posible soñar, porque soñar es pensar con imágenes. Las dos cosas son materiales.
Cuando estás en el presente sin pensar, eres espiritual por primera vez. Se abre una nueva dimensión, la dimensión de la conciencia.
La conciencia significa estar en el momento de un modo tan total que no hay movimiento hacia el pasado ni hacia el futuro. Todo el movimiento se detiene. 
Eso no significa que te quedes estático. Se inicia un nuevo movimiento, un movimiento con profundidad.

Hay dos tipos de movimientos, y ese es el significado de la cruz de Jesús: muestra dos movimientos, un cruce de caminos. 
Uno de los movimientos es lineal: te mueves siguiendo una línea, de una cosa a otra, de un pensamiento a otro, de un sueño a otro sueño. Te mueves en una línea horizontal. Este es el movimiento del tiempo; es el movimiento de los que están completamente dormidos.
Hay otro movimiento, que tiene lugar en una dimensión totalmente diferente. Este movimiento no es horizontal, es vertical, profundo.
Cuando el pensamiento cesa, comienza el nuevo movimiento. 
Ahora caes a las profundidades, como si cayeras en un abismo. 
Las personas que meditan profundamente llegan tarde o temprano a este punto; entonces les entra miedo, porque les parece que se ha abierto un abismo sin fondo... sientes vértigo, tienes miedo. Te gustaría agarrarte al antiguo movimiento porque era algo conocido; esto se parece a la muerte.
Este es el significado de la cruz de Jesús: es una muerte. Pasar de la horizontal a la vertical es la muerte, es la verdadera muerte. 
Pero solo es muerte vista desde un lado; vista por el otro lado es resurrección. Es morir para nacer; es morir en una dimensión para nacer en otra dimensión. 
En horizontal eres Jesús; en vertical te has convertido en Cristo (Buda).

Si te mueves de un pensamiento a otro, sigues estando en el mundo del tiempo (linea horizontal). 
Si te mueves hacia dentro del momento, no del pensamiento, te mueves hacia la eternidad (linea vertical). 
No estás estático; no hay nada estático en este mundo, nada puede ser estático. Surge un nuevo movimiento, un movimiento sin motivación. 

En la línea horizontal, te mueves por motivaciones. Tienes que alcanzar algo: dinero, prestigio, poder o a Dios, pero tienes que conseguir algo. Hay una motivación.
El movimiento con motivación, equivale a dormir (inconsciente).
El movimiento sin motivación significa conciencia (despierto).
Te mueves porque moverse es un puro gozo, te mueves porque el movimiento es vida, te mueves porque la vida es energía y la energía es movimiento. No hay ningún objetivo, no intentas conseguir nada. De hecho, no vas a ninguna parte, no estás «yendo», estás simplemente gozando de la energía. No hay ningún objetivo fuera del movimiento mismo.
El mundo entero se mueve. La existencia se mueve dentro de la eternidad. La mente se mueve en el tiempo. 
La existencia se mueve hacia las profundidades y las alturas, y la mente se mueve hacia adelante y hacia atrás. 
La mente se mueve horizontalmente; eso es el sueño. Si puedes moverte verticalmente, eso es la conciencia.

Un buda también vive. Un Cristo también vive. Viviendo, respirando, pero con un tipo diferente de movimiento, sin motivación. (es el "wu wei": simplemente estar siendo).


Vive en el momento. Incorpora todo tu ser al momento. No dejes que el pasado interfiera y no dejes que el futuro se entrometa. El pasado ya no existe, está muerto, y el futuro no existe todavía.




Osho 

14 enero 2015

¿AMAR O ESTAR ENAMORADO?


Conciencia significa que eres completamente consciente de cualquier cosa que esté ocurriendo en ese momento. Tú estás presente. 
Si tú estás presente cuando surge la ira, la ira no puede surgir. Solo puede ocurrir cuando estás completamente dormido. 
Cuando estás presente, se inicia inmediatamente una transformación en tu ser, porque cuando tú estás presente, consciente, muchas cosas simplemente no son posibles. 
Así pues, de hecho solo existe un pecado, que es la inconsciencia.

El significado original de la palabra pecar es faltar. 

No significa hacer algo que está mal, significa simplemente faltar, estar ausente. 
Faltar significa no estar ahí, hacer algo sin estar presente. Éste es el único pecado.
¿Y la única virtud? 
Estar completamente alerta cuando haces algo.
Lo que Gurdjieff llama recordarse uno mismo, lo que Buda llama estar correctamente atento, lo que Krishnamurti llama conciencia. 
Eso es lo único que hace falta, y nada más.

No necesitas cambiar nada, y aunque intentaras cambiar algo no podrías. Ya has intentado cambiar muchas cosas en ti. 
¿Lo has conseguido? ¿Cuántas veces has decidido no volver a enfurecerte? ¿Qué ocurrió con tus propósitos? 
Cuando llega el momento, vuelves a caer en la misma trampa; te pones furioso, y cuando la furia ha pasado, te arrepientes. Se ha convertido en un círculo vicioso: incurres en la ira, te arrepientes y quedas listo para volver a incurrir.
Recuerda que aunque te arrepientas, no estás ahí (no estás presente): ese arrepentimiento también forma parte del pecado (inconsciencia). Por eso no ocurre nada. Sigues intentándolo una y otra vez, y tomas muchas decisiones y te haces muchos propósitos, pero no ocurre nada, sigues igual.
No es que no lo hayas intentado, no es que no te hayas esforzado, lo has intentado una y otra vez. Y fracasas porque no es cuestión de esfuerzo. Esforzarte más no te servirá de nada. Es cuestión de estar alerta (de estar presente), no de esfuerzo.

Si estás alerta, muchas cosas simplemente desaparecen; no necesitas deshacerte de ellas. 
En estado consciente, ciertas cosas no son posibles.
Si estás consciente no puedes enamorarte; por lo tanto, caer enamorado es inconsciencia. 
Puedes amar, pero no enamorarte, porque amar no es como una caída, es como una ascensión.
Por eso a la gente que está enamorada se le nota en los ojos; es como si estuvieran más dormidos que los demás, intoxicados, soñando. Se les nota en los ojos porque sus ojos tienen una ensoñación. 
Las personas que ascienden en el amor son totalmente diferentes. Se nota que ya no están soñando, que están afrontando la realidad y eso las hace crecer.
Al enamorarte sigues siendo inmaduro; al ascender en el amor, maduras y el amor deja de ser una relación, se convierte en un estado de tu ser. Entonces ya no se puede decir que ames a este y no ames a aquél; simplemente, amas.
Es algo que compartes con cualquiera que se acerque a ti. Ocurra lo que ocurra, tú das tu amor.
Es un estado del ser. No es que estés enamorado, es que eres amor. Esto es ascender, no caer.

El amor es hermoso cuando asciendes por él; y se convierte en algo sucio y feo cuando desciendes por él. Resulta venenoso, se convierte en un cautiverio. Has quedado atrapado, tu libertad ha sido aplastada; te han cortado las alas, ya no eres libre. 
Al caer enamorado te conviertes en una posesión; tú posees y permites que alguien te posea a ti. Te conviertes en un objeto, y tratas de convertir en un objeto a la persona de la que te has enamorado. 
El enamoramiento es destructivo el uno para el otro; en cambio, amar (como estado del ser) es libertad.

Osho


12 enero 2015

LA TRANSFORMACIÓN EN BUDA


El sufrimiento es un estado de inconsciencia. Somos desgraciados porque no somos conscientes de lo que estamos haciendo, de lo que estamos pensando, de lo que estamos sintiendo... y por eso nos contradecimos continuamente, a cada momento. 
La acción va en una dirección, el pensamiento en otra, el sentimiento está en otra parte. Nos vamos haciendo pedazos, cada vez estamos más fragmentados. Eso es el sufrimiento: perdemos integración, perdemos unidad, perdemos por completo el centro, somos una simple periferia.
La gente vive sumida en el sufrimiento. 
Solo existen dos maneras de salir de él: 
1. La primera consiste en convertirse en meditador: alerta, despierto, consciente... y eso es algo que requiere coraje y constancia. 

2. La manera más barata consiste en encontrar algo que te pueda dejar aún más inconsciente de lo que ya estás, para que no puedas sentir el sufrimiento. Encuentra algo que te deje totalmente insensible, algo que te intoxique, algún anestésico, droga que te deje tan inconsciente que puedas escapar a esa inconsciencia y olvidar todas tus ansiedades, angustias y sin sentidos.

La segunda manera no es la verdadera. 

La segunda manera solo hace que tu sufrimiento resulte un poco más confortable, un poco más soportable, un poco más cómodo, pero no ayuda, no te transforma. 
La única transformación llega por la vía de la meditación, porque la meditación es el único método que te hace consciente. 
Para mí, la meditación es la única práctica espiritual verdadera.

Lo que yo te propongo es llevarte más allá del sufrimiento. No hay necesidad de adaptarse al sufrimiento: existe la posibilidad de liberarse por completo de él. Pero el camino es un poco difícil; el camino es un desafío. Tienes que hacerte consciente de tu cuerpo y de lo que haces con él.

El primer paso hacia la conciencia es prestarle mucha atención a tu cuerpo
Poco a poco, uno se va poniendo en estado de alerta ante cada gesto y cada movimiento. Y a medida que te vas haciendo consciente, empieza a ocurrir un milagro: dejas de hacer muchas cosas que antes hacías. Tu cuerpo se encuentra más relajado, tu cuerpo está más entonado, una profunda paz empieza a prevalecer incluso en tu cuerpo, una música sutil vibra en tu cuerpo.

Después, empiezas a hacerte consciente de tus pensamientos; hay que hacer lo mismo con los pensamientos. Son más sutiles que el cuerpo y por supuesto, también más peligrosos. 

Y cuando te hagas consciente de tus pensamientos, te sorprenderá lo que ocurre en tu interior.
Si pones por escrito lo que está ocurriendo en cualquier momento, te llevarás una gran sorpresa. Sigue escribiendo durante solo diez minutos. Sé absolutamente sincero; ponte a escribir lo que está pasando dentro de la mente. No lo interpretes, no lo alteres, no lo edites. Limítate a ponerlo en el papel sin adornos, tal como es, exactamente como es. Y al cabo de 10 minutos, léelo. ¡Verás una mente loca por dentro! 
No somos conscientes de que esa locura fluye constantemente como una corriente subterránea. Afecta a todo lo que tiene importancia en tu vida. Afecta a cualquier cosa que hagas; y suma de todo ello va a ser tu vida.

Así pues, este loco debe cambiar. Y el milagro de la conciencia es que no necesitas hacer nada, aparte de hacerte consciente. 

El fenómeno mismo de observarlo hace que cambie. 
Poco a poco, el loco va desapareciendo. Poco a poco, los pensamientos empiezan a ajustarse a cierta pauta. Su caos desaparece, se van convirtiendo en algo más parecido a un cosmos. Y una vez más, una profunda paz lo domina todo.

Y cuando tu cuerpo y tu mente estén en paz, verás que están sintonizados uno con otro, que existe un puente. Ahora ya no corren en diferentes direcciones, ya no cabalgan en diferentes caballos. Por primera vez hay acuerdo, y ese acuerdo constituye una ayuda inmensa para trabajar el tercer paso: hacerte consciente de tus sentimientos, emociones, estados humor


En cuanto eres consciente de estas tres cosas, todas se unen en un único fenómeno.

Y cuando estas tres cosas sean una sola, funcionando perfectamente al unísono, canturreando juntas, cuando puedas sentir la música de las tres, ocurre la cuarta. 
Lo que tú no puedes hacer ocurre por sí solo, es un regalo de la totalidad. Es una recompensa para los que han hecho estas tres cosas.
Y la cuarta cosa es la conciencia definitiva que lo despierta a uno. 
Uno se hace consciente de la propia conciencia, esa es la cuarta cosa.
Eso te convierte en un buda, un ser despierto. 
Y solo en ese despertar llega uno a conocer lo que es la bienaventuranza.

Osho


11 enero 2015

LOS NUEVE ESTADOS DE EXISTENCIA



La humanidad normal está completamente dormida. 
Ni siquiera los animales están tan dormidos.
¿Has visto a un ciervo en el bosque? Lo alerta que parece, la cautela con que se mueve. 
¿Has visto a un pájaro posado en un árbol? Lo inteligentemente que vigila todo lo que ocurre a su alrededor. Si te acercas al pájaro, y éste lo permitirá hasta cierta distancia. Más allá, un solo paso más y echará a volar. Tiene una clara conciencia de su territorio. Si alguien penetra en ese territorio, es peligroso.
Si miras a tu alrededor, te sorprenderás: El hombre parece ser el animal más dormido de la tierra.
Funcionáis en sueños; seguís haciendo cosas que no queréis hacer. Seguís haciendo cosas que habéis decidido no hacer. 
Seguís haciendo cosas que sabéis que no están bien y no hacéis cosas que sabéis que están bien.
¿Cómo es posible tal cosa? ¿Por qué no podéis andar derechos? ¿Por qué seguís atrapados en caminos que no conducen a ninguna parte? ¿Por qué seguís extraviándoos?

Examina tu vida. Todo lo que sigues haciendo es tan confuso y confunde tanto... No tienes nada de claridad, no tienes nada de percepción. No estás alerta. No ves, no oyes...

Desde luego, tienes oídos para oír, pero dentro no hay nadie que lo entienda. Desde luego, tienes ojos para ver, pero dentro no hay nadie. Tus ojos siguen viendo y tus oídos siguen escuchando, pero no se comprende nada.

El hombre tiene un gran subconsciente oculto en su interior. 

La mente consciente (el estado de vigilia) representa solo una décima parte, y la mente subconsciente es nueve veces más grande que la consciente.
Después está el subconsciente colectivo. Detrás del subconsciente del individuo hay un subconsciente colectivo.
Y después está el subconsciente cósmico. Los budas han hablado de él.

Así pues, los nueve estados de existencia son:

1. La mente consciente: Una cosa muy frágil, una parte muy pequeña de nuestro ser. 
La llamaré la mente supuestamente consciente, porque solo es eso. Es tan diminuta... solo un parpadeo, pero aunque solo sea un parpadeo es importante porque contiene la semilla. Las semillas siempre son pequeñas. Tiene un gran potencial.

2. La mente subconsciente: Detrás de la mente consciente está el subconsciente: poco claro, se pueden oír sus susurros pero no los sabes interpretar. Siempre está ahí, detrás de la mente consciente, tirando de sus hilos.


3. La mente inconsciente: Con la que solo entramos en contacto durante el sueño o cuando tomamos drogas. 

El inconsciente es un inconsciente individual que la sociedad ha reprimido, sin permitirle expresarse. Por eso llega de noche por la puerta trasera, en los sueños.

4. El subconsciente colectivo: Con esta mente solo entramos en contacto cuando emprendemos una profunda investigación de nuestra mente subconsciente; entonces se encuentra uno con el subconsciente colectivo. 

El subconsciente colectivo es toda la humanidad que ha vivido hasta ahora; forma parte de uno.

5. El subconsciente cósmico: Si seguimos profundizando aún más, se llega al subconsciente cósmico. 

El subconsciente cósmico es la naturaleza. 

6. La Verdadera Mente Consciente: Por encima de lo que llamamos nuestra mente consciente, está la verdadera Mente Consciente. 

Solo se alcanza mediante la meditación. 
Cuando a nuestra mente consciente normal se le añade la meditación, se convierte en la verdadera Mente Consciente.

7. La Mente Superconsciente: Más allá de la verdadera Mente Consciente está la Mente Superconsciente. 

Cuando uno medita no ves más que vislumbres momentáneos. 
La mente superconsciente significa que se ha llegado al shamadi: se ha alcanzado una percepción cristalina, se ha alcanzado una conciencia integrada.

8. El Superconsciente Colectivo: Más allá de la mente superconsciente está el Superconsciente Colectivo. 

El Superconsciente Colectivo es lo que las religiones denominan «Dios». 

9. El Superconsciente Cósmico: Y más allá del Superconsciente Colectivo está el Superconsciente Cósmico, que sobrepasa incluso a los Dioses. 

Buda lo llama nirvana, los místicos hindúes lo han llamado moksha, tú puedes llamarlo la verdad.

Estos son los nueve estados de existencia. Y tú estás viviendo solo en un pequeño rincón de tu ser: la minúscula mente consciente. 

Es como si alguien tuviera un palacio y se hubiera olvidado por completo del palacio y estuviera viviendo en el porche... y pensara que eso es todo lo que hay.

Osho

06 enero 2015

LA ILUMINACIÓN



Existen dos tipos de objetivos egoicos: los mundanos y los ultramundanos
Algunas personas andan a la búsqueda de dinero, otras quieren poder, prestigio, ganar. 
Otras andan buscando a Dios, moksha, nirvana, iluminación. Pero la búsqueda continúa. 
¿Y quién busca? 
El mismo ego.
En el momento en que abandonas la búsqueda, también desechas el ego. En el momento en que no hay búsqueda, deja de existir el buscador.

La iluminación es descubrir que no hay nada que descubrir. 

La iluminación es saber que no hay ningún sitio al que ir. 
La iluminación es comprender que esto es todo, que esto es perfecto, que esto es ello. 
La iluminación no es un logro, es comprender que no hay nada que alcanzar, ningún sitio al que ir. Ya estás ahí, nunca te has alejado. No puedes alejarte de ello. Tal vez te hayas olvidado, eso es todo. Tal vez te hayas quedado dormido, pero eso es todo. Tal vez te hayas perdido en muchos sueños, pero eso es todo, porque tú estás ahí. Dios es tu propio ser.

No hay que pensar en la iluminación como en un objetivo, porque no lo es. 

No es un objetivo, no es algo que se pueda desear. Y si la deseas no la lograrás.
La iluminación sucede cuando desaparece todo deseo. El futuro desaparece. Cuando no hay deseo, no existe necesidad de futuro. Estás aquí y ahora.
No es algo que suceda desde fuera, sino que surge desde el interior. Siempre estuvo ahí, pero estabas enturbiado, lleno de pensamientos.

La iluminación es un proceso de desaprendizaje.
De repente olvidas todo lo que has aprendido. En ese momento no sabes nada. En ese momento no hay conocedor, en ese momento no hay observador… sólo el sonido. Y uno se despierta de un largo sueño.
No necesitas corregirte, no necesitas mejorarte. Todo eso no son más que bobadas.
La naturaleza no puede corregirse, debe aceptarse.
No existe otro modo. Seas quien seas, seas como seas, así es como eres… eso es lo que eres. Es una gran aceptación.
No hay que cambiar nada, porque todo es una hermosura… eso es la iluminación. 
Todo es como debe ser, todo es perfecto. 
Éste es el más perfecto de los mundos, y no carece de nada. 
Experimentarlo así es la iluminación.

¿Cuál es el secreto más básico del Zen?


Soltar.

La vida se manifiesta a sí misma cuando no te agarras a ella, cuando no te apegas, cuando no acaparas, cuando no eres miserable. 
Cuando estás suelto y dispuesto a soltar, cuando no cierras el puño, cuando tienes la mano abierta.
La vida se revela a sí misma llanamente cuando no te agarras a ella, ni de sentimiento ni de pensamiento.
Desapego, ése es el secreto.
Todo lo que se guarda acaba estropeándose, todo. 
Acumula algo y lo matarás, acumula y se ranciará. 
La razón es que todo lo que es importante, vivo y en movimiento, es momentáneo.
Pero si vives el momento soltando por completo, entonces es eterno.
Un momento vivido por completo, en un estado mental relajado, es la eternidad.
Eternidad no es duración; eternidad es profundidad en el momento.
Si profundizas en el momento, si te dejas hundir en lo momentáneo, disolviéndose por completo en ello, tendrás un vislumbre de eternidad. Todo momento vivido total y relajadamente es eternidad.
La eternidad está siempre presente. El “ahora” es parte de la eternidad, no parte del tiempo.

El secreto más básico del Zen es soltar, y el desapego. Vivir de manera tan relajada. Abandonar el cuerpo y la mente, y abandonar el abandono. Eso es relajación completa, un completo soltar. 

Se suelta incluso el nirvana, incluso a Dios, incluso la espiritualidad. Incluso se suelta la meditación. La meditación es perfecta cuando se suelta.
Habrás llegado cuando te olvides incluso de la iluminación. Eso es relajación total; eso es soltar.


Osho