Las situaciones no te hacen infeliz. Pueden causarte dolor físico, pero no te hacen infeliz. Tus pensamientos te hacen infeliz. Tus interpretaciones, las historias que te cuentas, te hacen infeliz.
«Los pensamientos que estoy pensando ahora mismo me hacen infeliz.» Cuando te das cuenta de este hecho, rompes tu identificación inconsciente con dichos pensamientos.
Cuando estés sufriendo, cuando te sientas infeliz, estate totalmente con lo que es Ahora. La infelicidad y los problemas no pueden sobrevivir en el Ahora.
El sufrimiento comienza cuando nombras o etiquetas mentalmente una situación como mala o indeseable. Te sientes agraviado por una situación y ese resentimiento la personaliza, haciendo que surja el «yo» reactivo.
Considerar que algo es malo produce una contracción emocional en ti. Cuando dejas que la situación sea, sin nombrarla, de repente dispones de una enorme energía.
La contracción corta tu conexión con ese poder, el poder de la vida misma.
¿Puedes contenerte y no llamar mala o dolorosa a esa experiencia? ¿Puedes aceptar inmediatamente que ese momento es cómo es?
Ve más allá del bien y del mal absteniéndote de etiquetar mentalmente las cosas, de considerarlas buenas o malas. Cuando vas más allá del hábito de nombrar, el poder del universo se mueve a través. Cuando mantienes una relación no reactiva con las experiencias, muchas veces lo que antes hubieras llamado «malo» dará un giro rápido, cuando no inmediato, mediante el poder de la vida misma.
Observa qué ocurre cuando, en lugar de considerar «mala» una experiencia, la aceptas internamente, le das un «sí» interno, dejándola ser como es.
Sea cual sea tu situación existencial, ¿cómo te sentirías si la aceptases completamente como es, Ahora mismo?
Éste es el milagro: detrás de cada estado, persona o situación que parece «malo» o «malvado» se esconde un bien mayor. Ese bien mayor se te revela —tanto dentro como fuera— mediante la aceptación interna de lo que es.
Acepta lo que es.
"Realmente no puedo aceptarlo. Hace que me sienta molesto y enfadado."
Entonces acepta lo que es.
"¿Aceptar que estoy molesto y enfadado? ¿Aceptar que no puedo aceptarlo?"
Sí. Lleva aceptación a tu no-aceptación. Lleva rendición a tu no-rendición. A continuación, observa qué ocurre.
El dolor físico es uno de los profesores más severos que podemos tener. Su enseñanza es: «La resistencia es inútil.»
Nada podría ser más normal que el deseo de no sufrir. Sin embargo, si puedes abandonar esa actitud y permitir que el dolor esté presente, tal vez sientas una sutil separación interna del dolor, como un espacio entre el dolor y tú, por así decirlo. Esto implica sufrir conscientemente, voluntariamente. Cuando sufres conscientemente, el dolor físico puede quemar rápidamente el ego en ti, ya que el ego está compuesto en gran medida de resistencia. Lo mismo es válido para la incapacidad física extrema.
«Ofrecer tu sufrimiento a Dios» es otro modo de decir lo mismo.
No hace falta ser cristiano para comprender la profunda verdad universal contenida simbólicamente en la imagen de la cruz.
La cruz es un instrumento de tortura. Representa el sufrimiento más extremo, la mayor limitación, la mayor impotencia con la que un ser humano puede toparse. Entonces, de repente, ese ser humano se rinde, sufre voluntariamente, conscientemente, y eso queda expresado en las palabras: «Hágase tu voluntad y no la mía.» En ese momento, la cruz, el instrumento de tortura, muestra su cara oculta: también es un símbolo sagrado, un símbolo de lo divino. Lo que parecía negar la existencia de cualquier dimensión trascendental en la vida, se convierte, mediante la rendición, en una abertura a esa dimensión trascendental.
“El sufrimiento es opcional. La situación que experimentas es la que es, son tus pensamientos los que se alimentan del deseo y del miedo, haciéndote sufrir.
Tu mente está constantemente generando sufrimiento porque hay un deseo de que la situación sea diferente de lo que es. Es decir, no aceptas lo que es, deseas cambiarlo. Hay mucha resistencia en tu interior porque estás establecido en tu mente; en el deseo de que esto sea diferente de lo que es. Buscas que esto cambie. Y esto justamente lo que produce tanto sufrimiento. Es ir en contra de la vida.
¿Qué puedo hacer para dejar de sufrir?
Elimina el deseo de que esto sea diferente de lo que es, deja de alimentar tus pensamientos con miedos, inseguridades y negatividad. Una vez eliminas el deseo de que esto sea distinto y permites y aceptas que es como es, entonces, la mente descansa en el corazón y hay paz.
La aceptación de lo que es, es una de las prácticas espirituales más elevadas. El estado de consciencia más elevado es aquél en el que no hay ningún tipo de resistencia ni deseo de cambiar lo que es, sino la plena y total aceptación. Esta aceptación es la rendición del ego, del pequeño yo. Y cuando el ego se rinde, desaparece. Entonces, observa ¿qué es lo que queda?” (Camino al Despertar)
Eckhart Tolle
"El Silencio Habla".