30 octubre 2015

EL DESPERTAR



Es en ese desierto de tu soledad del "yo" cuando dejas de comer tanto conocimiento indigesto y tóxico y te purificas mentalmente.
Te preguntas si tú eres el pensamiento, si tú eres quien por dentro hace las preguntas y si es así, entonces quién es el que escucha.

Ves que esto no es más que un juego, una ilusión.
Te descubres a ti mismo, te hallas interiormente y descubres que en realidad eres otro sin el "yo" que tanto cacarea en tu pensamiento.

Te sientes que eres otro cuando te observas más allá del pensamiento. Hallas un Yo más elevado, sabio, que habla en el silencio del desierto, como el rumor del viento. Entonces te aparece un tentador, que no es otro que tu "yo" mental que te ofrece nuevamente los caminos del poder, de la codicia, de la pasión, de la vanidad y del deseo.
Pero tú lo ves claramente y descubres que hace mucho tiempo, un poco después de que aprendiste a hablar cuando eras niño, fuiste desplazado de tu cuerpo por este demonio. Fuiste invadido por este parásito llamado pensamiento egoico. Entonces le haces callar y le expulsas de tu vida.
Vuelves a ser tú y te das cuenta que eres sabio, bondadoso, humilde, honesto, amoroso y que todas esas cualidades siempre han estado ahí, dormidas aún por varias encarnaciones. Y al ver la Luz interior que nuevamente brilla, cuando se ha corrido el velo de la ilusión y la oscuridad, regresas del desierto y hallas un camino estrecho, casi oculto, poco transitado, con un letrero modesto y bien disimulado que dice: “camino del discipulado”.
Sientes cierto temor y a la vez una leve vanidad provenientes de tu viejo "yo" que aún se asoma a las vecindades de tu aura, pero no te acobardas ni te dejas ensalzar. Te moderas, le reprendes y avanzas.
No bien das unos pocos pasos, apartando la maleza de tus emociones, ves el maravilloso resplandor de un discípulo de un verdadero Maestro que te ha estado esperando pacientemente desde hace varios años cuando por vez primera vio brillar en ti ese mágico punto de luz en el corazón.
Tú, caminante, te preguntas entonces si es en verdad un enviado del Maestro o no es más que algún espejismo del desierto.


Este amigo no te ofrece nada que sea fácil de alcanzar. No te pide ningún requisito externo. Nada de dietas especiales, nada de abluciones ni de trajes. Tan solo te muestra un espejo y te pregunta a quién ves.
- Soy yo el que se ve reflejado allí.
- Ese que ves allí no es más que un espejismo. No eres tú. Es lo que crees que eres o lo que te han dicho que eres.

- En el desierto descubrí que soy en verdad un Yo Superior pero ese no se ve en el espejo.
- Has de caminar con este espejo largo tiempo y trabajar en tu mundo interno hasta que veas quién eres.
- ¿Y cómo podré hacer eso?. Mis ojos siempre verán la cáscara externa y esa será la que se refleja.
- Entonces no mires con tus ojos ordinarios. Aprende a mirar con tu ojo interno y mírate en el espejo de tu alma.

- ¿Y cómo haré esto?
- Medita largo tiempo, sé auténtico, honesto, transparente, escucha en el silencio de tu ser. La luz espiritual que hay en ti es tu verdadero Sendero hacia lo eterno, hacia la paz que tanto anhela tu corazón. Síguela. Es el único Maestro que debes buscar.
- ¿No me llevarás tú al Maestro? Tú le conoces!
- Sí que le conozco, pero nadie puede llevarte al Maestro. Tal vez pueda indicarte algunas pautas para que por este camino te halles a ti mismo. Si lo haces estarás a los pies del Maestro. Es él quien te hallará.


Tú, caminante, sigues al discípulo pero ves que el camino es pedregoso, angosto, en medio de trampas y desfiladeros y siempre cuesta arriba. Te asaltan dudas y temores.
- No es fácil el camino
- Nadie dijo que era fácil! El Maestro vendrá a ti cuando hayas recorrido más de la mitad del Sendero hacia la cima. Nunca viene más abajo! Siempre vive en las alturas.

- ¿Podré salvar tantos escollos? ¿No hay un camino más seguro? ¿Tal vez algún atajo secreto?
- Todos los atajos te llevan al desfiladero. Camina paso a paso si no tienes luz. No camines jamás en la oscuridad. La única luz que te puede guiar es tu luz interior.

- Solo la he visto en el desierto, pero ahora que he vuelto a recorrer caminos la he perdido.
- Entonces detente y búscala. No camines en la oscuridad. Allí nadie te guía y hasta tu propia sombra te es ajena. Esfuérzate en romper la oscuridad de tu pensamiento. Ve más allá. Adéntrate en los senderos internos de tu alma, ausculta tu corazón más allá de todo vano sentimiento. Ahí está. Ahí ha estado siempre!
- Guíame tú. Muéstrame tu luz.

- Si tu ojo interno no está abierto, solo verás vagos reflejos. Solo si hallas tu luz verás mi luz. Es la misma! Pero solo puedes verla con tu ojo interno iluminado.
- ¿Y si intento simplemente imitarte?
- Dejarás de ser tú y te convertirás en un reflejo. Te perderás en un "yo" que no conoces. No te busques en mí, no soy más que un espejismo que se desvanece como una nube en el cielo. Mi "yo" muere diariamente. Sigue solo a tu luz. Medita para hallarla y si es necesario ¡regresa al desierto!
- Entonces ¿para qué estás aquí?

- Para mostrarte el espejo! Para decirte que si no matas al dragón de tu ego y a todos los demonios de tu mente, te tirarán al desfiladero. Para decirte cuáles son los demonios de tu ego. Yo solo soy el portero del camino y un guardián que te advierte que en el sendero del discipulado el ego no está invitado. Si intentas caminar con él terminarás de seguro en el abismo. Más te valdría haber seguido por los viejos caminos, esos que implican grandes sufrimientos generados por la ilusión y la ignorancia y que terminan en los pantanos de la muerte y te llevan a despertar en otra vida para volver a iniciar el recorrido, porque finalmente el sufrimiento es una fuerza que corroe la coraza de tu ego y permite que después de largas edades la luz aflore.
- Pero ya estoy hastiado de los senderos de la muerte.
- Entonces enfréntate al dragón y vive. Sal de la ilusión de tu ordinario pensamiento. Ve más allá de tus sentidos. Los demonios crean en tu mente maravillosas fantasías con los que ellos perciben. Jamás verás la realidad con ellos. Fueron hechos para percibir solo en el mundo físico y es lo único que verás con ellos.

Tú caminante sigues fielmente las instrucciones del discípulo. De vez en cuando éste te hallaba en algún recodo del camino y te traía algún bálsamo para tu alma. Una que otra vez te advirtió de algún inminente peligro. Cada cierto tiempo te volvía a mostrar el espejo y preguntaba a quien veías. Una y otra vez te mirabas en el espejo y cada vez veías más borroso el reflejo de tu "yo". 

Un día lejano, después de haber recorrido el camino con atención, con total concentración para no caer en una trampa, con gran discernimiento para decidir en cada bifurcación, siguiendo a la luz de tu alma que cada vez iluminaba más tu ojo interno, meditando a veces largas horas para hallar el rastro de la divinidad interior que te revelaría el misterio del sendero, apareció el discípulo con el espejo del "yo".
- ¿A quién ves?
- Solo veo luz. No hay reflejo, no hay imagen, no hay espejo. Solo veo un destello de mi propia alma y veo que mi luz se confunde con tu luz. 


Entonces se oyó una voz como el rumor de muchas aguas. Era la voz del Maestro:- Bienvenido al camino del discipulado. Aquí es donde comienza tu entrenamiento para llegar a la cima. Yo te acompañaré de vez en cuando y alumbraré el camino con mi lámpara para que tu pie no tropiece, pero mi espíritu siempre estará contigo porque has logrado vencer a tus demonios internos y ha muerto tu ego. Mereces ahora el ser admitido en el templo de los que se capacitan para ser iluminados. Yo solo seré una luz en el camino. Tú deberás hallarlo solo, hasta que tu luz interior se confunda con la mía. Entonces recorrerás los senderos de los Grandes Iniciados y llegarás a la puerta de la iluminación para fundirte con el Todo. Allí, antes de entrar, morirá también tu Yo superior y te sentirás como un cristal que se disuelve en el océano de la Divinidad y al disolverte sabrás que siempre fuiste el océano.

Fuente desconocida, 
extraído de Alipur Karim.

28 octubre 2015

LA CREACIÓN DE LA EXISTENCIA



Al comienzo de un Universo, el Ser Absoluto, el Uno sin segundo, genera dentro de sí un remolino de ausencia de auto-consciencia o Ignorancia Fundamental, un velo que le oculta de sí mismo. 
Ese vacío cósmico o poder ilusionante, conocido como el Velo de Maya en algunas cosmologías, posee el poder de velar la Realidad Fundamental y el de proyectar una Ilusoriedad. 
Requiere el Absoluto de hacer esto para generar el juego de la Creación.

Bajo este manto de la ilusión de Maya, se crean diferentes envolturas y proyecciones que se convierten en Planos cósmicos y Divinidades. 
El Ser Absoluto, no dual, sin tiempo ni espacio, envuelto en el velo de Maya, al asociarse al poder de ilusión que vela la Realidad Fundamental, genera al Ser manifestado o Ser Supremo (Ishvara), la fuente de toda manifestación.
Este proceso de creación de un universo es llamado Gran día de Manifestación o Mahamanvantara y es seguido de un proceso inverso de disolución llamado Gran Noche Cósmica o Mahapralaya. 
Este ir y venir de los universos en un proceso continuo es llamado Respiración Cósmica. 
Durante la Exhalación, crea el Universo. Y durante la Inhalación se disuelve. 
Este flujo cósmico genera el nacimiento de las Divinidades que rigen el inteligente y ordenado proceso de la Creación.

El universo dual es una proyección ocurrida en la Mente Cósmica (Mahat) del Ser Manifestado. Dotada de Inteligencia, al asociarse éste al poder de proyección de la Ignorancia Fundamental o ausencia de auto-consciencia, el Velo de Maya.
Este Gran Ser, a su vez, se proyecta como una trinidad de fuerzas operantes que actúan sobre la sustancia Raíz Universal (Prakriti), aquello de lo que todo fue hecho, y en la cual, antes de la generación del universo, coexisten en equilibrio tres elementos primigenios. 
Las tres Fuerzas operantes que pueden asociarse a grandes Divinidades son: Creadora, Conservadora y Destructora del Universo.

La acción de las tres fuerzas operantes o Trinidad, sobre los tres elementos primigenios, los cuales se desequilibran formando diferentes mezclas, da lugar a la formación de los cinco elementos cósmicos sutiles fundamentales que constituyen todo lo creado: Eter o Akasha, Fuego Cósmico, Aire cósmico, Agua Cósmica y Tierra Cósmica. 
A partir de ciertas mezclas de estos sutiles elementos se van formando las diferentes gradaciones de densidad que dan lugar a todos los elementos de los planos más densos que conforman además todas las estructuras o envolturas, a través de las cuales, se expresa la divinidad en oleadas de vida que constituyen reinos y seres. Tal y como los apreciamos desde la dualidad por efecto del velo de ilusión. 

Todo el proceso de creación, desenvolvimiento y destrucción de un Universo se desarrolla en el Espacio. Una ilusión creada por el velo de Maya, y requiere de eones de tiempo. Una ilusión derivada de la ilusión del Espacio, perfectamente ordenados en ciclos dentro de ciclos. 
Algunos de éstos son de corta duración, como los días y las noches de la Tierra, las estaciones, las revoluciones lunares o solares y otros son de duración más larga, como las  dispensaciones raciales, las grandes épocas o grandes razas, los períodos globales y las revoluciones cósmicas o rondas. 
Otros son aún de mayor duración como los Kalpas o Días de manifestación.

Durante todos estos períodos, largos o cortos, y en todos los seres, se ve claramente que hay un momento de inicio o nacimiento, un período de desenvolvimiento y un final o muerte, en los cuales operan, en forma permanente y simultánea, las tres fuerzas operantes del Ser Manifestado: Creación, Conservación y Destrucción.

El grado de intensidad de estas fuerzas varía para cada uno de los períodos respectivos. 
A partir del nacimiento y en los primeros años de vida, la fuerza de Creación es predominante, permitiendo el avance, crecimiento, desarrollo y desenvolvimiento. 
La fuerza de destrucción opera aquí, permitiendo los cambios pero sin anular totalmente el proceso. 
La fuerza de Conservación es en realidad un equilibrio entre Creación y Destrucción y genera Atracción, armonía, Amor, tolerancia, simbiosis, homeostasis y todos aquellos procesos que favorecen el sostenimiento de la vida.

A medida que el tiempo avanza, la fuerza de destrucción aumenta su intensidad hasta llegar a ser equivalente a la de Creación. 
Es el punto de máximo esplendor de una vida o de una civilización. Es el punto de máximo florecimiento. 
Pero luego, la intensidad creciente de esta fuerza de disolución supera a su opuesta generando deterioro, decrepitud y finalmente la muerte. 
Cuando la fuerza de Destrucción gana la batalla, la flor se  marchita y perece.

Cada proceso cósmico, ya se trate de una vida humana, de la vida de un planeta o de la de todo el Universo, es controlado por la Inteligencia Universal, mediante patrones arquetípicos de organización, estructurales y dinámicos. 
Dichos patrones, generados por la Mente del Ser Manifestado (Mahat), determinan la organización geométrica y configuración espacial que da lugar a todas las hermosas formas de la Creación, la velocidad de su formación y desarrollo y también el proceso de disolución o muerte. 
Cada estructura cristaliza en torno a invisibles pero precisas líneas de formación y se desintegra o disuelve de una manera característica.

Los buscadores espirituales y devotos se han acostumbrado, por fuerza de condicionamiento o falta de conocimiento, a ver solamente las facetas Creadora y Conservadora de la Divinidad, las cuales son asociadas al Bien. No se mira casi nunca la faceta destructora de la Divinidad. Y si bien se ve la Destrucción y se le teme, no se asocia a Dios sino que se atribuye al Mal, como algo que está fuera de él, personificado quizás en seres demoníacos, expulsados de su seno.

Es necesario en este proceso de realización, apreciar también esta faceta divina. Esto nos ayudará a ver claramente como la Divinidad es también la rectora de todo proceso de deterioro, decrepitud, disolución y muerte.
Es fácil ver a Dios actuando a través de aquellos que expresan bondad y misericordia, pero es difícil reconocer su acción en la vida de un criminal, durante un terremoto o en un proceso de enfermedad.
Le vemos en el Amor, en el Altruismo, la camaradería y en todo aquello que nos genera Atracción, pero no le apreciamos en la guerra, en el odio y en todo aquello que nos genera Repulsión.
Hemos sido condicionados para ver a Dios solo en su cara Creadora y Conservadora y hemos olvidado o no queremos aceptar su faz Destructora que rige la Ley de la impermanencia. Por eso, sufrimos frente a la enfermedad y a la muerte o cuando algo que apreciamos nos es arrebatado o no nos es concedido.

Todas las tres Fuerzas operantes actúan finalmente para el propósito divino. 
Karma o Ley de Causa y Efecto es parte del Patrón de organización que busca el equilibrio de las fuerzas operantes.

El caminante del sendero del discipulado debe aprender a permanecer imperturbable frente a cualquier cosa que sucede, viendo en ello la acción de las tres Fuerzas Divinas que trabajan para completar el Divino juego de la Creación. Recordando que solo hay en realidad, más allá del velo de Maya, un Ser Único cuya esencia permea toda aparente individual estructura del Cosmos.
Sufrir por lo que pasa es desconocer la Infinita Sabiduría, la Omnisciencia del Absoluto. Y tener miedo por lo que pasará es desconocer que la Sabiduría Divina, La Inteligencia Universal, opera en todo evento del Universo, conforme al patrón creado por la Mente Divina.
La fuerza de Destrucción no opera al azar. Solo actúa cuando es el momento perfecto y existe la necesidad de que algo sea disuelto. 

Todo lo que nace, todo lo que florece y vive, lleva en sí mismo la simiente de la disolución. Porque finalmente, el juego de la Creación termina cuando es levantado el velo de Maya que oculta la Realidad Fundamental y la proyección de la ilusoriedad de un Universo dual.
Cuando el velo se levanta, la Luz, la Eternidad y la Sabiduría irrumpen disolviéndolo todo. Desaparece el vacío o remolino generado por la ausencia de auto-consciencia, y el Absoluto se solaza en perfecta Unidad y quietud, en pausa respiratoria, en el Mahapralaya o Gran Noche Cósmica, antes de su siguiente exhalación.

La inercia en el camino es un proceso contrario a la Fuerza de Creación. 
Nuestro deseo de que las cosas permanezcan sin modificación alguna es contrario a la Ley de la Impermanencia, y desconoce la Fuerza de Destrucción que permite el cambio, la transformación necesaria para la avenida de la Luz Divina. 
Los apegos pertenecen a esta clase de perturbación. Incluso el apego al conocimiento, no por el conocimiento mismo sino por la obtusa interpretación del mismo.

El aspirante a la iniciación debe buscar con intensidad un entrenamiento perseverante, bajo la sabia guía de su Maestro. Una disciplina de trabajo que le permita desarrollar una nueva forma de cognición. Una percepción no dual capaz de rasgar el velo de Maya, para escapar de la sombra de ilusión que le impide ver la Realidad y lo mantiene dormido en el sueño de ser un yo individual, un monumento al ego.

Es necesario despertar y no dormir más hasta lograr la Realización. 
Ésta no es una necesidad del yo, sino el impulso poderoso de la Divinidad que pulsa en cada ser, tratando de romper la dura costra de ausencia de auto-consciencia, que ha sido reforzada por las sobre-imposiciones de la consciencia egoica.

Alipur Karim 

25 octubre 2015

LA DISOLUCIÓN DEL KARMA



Cuando el Alma encarna profundamente en la materia, vive procesos de ciclos, con despertares graduales. 
Pero cuando el Ser intenta hacerse absolutamente consciente, en un despertar perfecto a través de la materia, se forman remolinos, debido a la intensidad de la energía que fluye, como cuando una gran cantidad de agua se vierte en el cauce de un río.

El remolino  de Divinidad se convierte en una yoidad, en un yo, y en ese punto la vida divina se auto hipnotiza, debido al juego del Velo de Maya, y cree que está separada de sí misma.
La aparente parte que se cree separada de sí misma piensa que existe por sí misma, que es independiente, y juega al juego de ver a un Creador fuera de sí misma.
Y cuando hace esto, surge una perfecta yoidad. Como un remolino de consciencia, y ese remolino de consciencia hace que se obstruya totalmente el libre fluir de la vida divina a través de su expresión estructural.



Hay una simbiosis perfecta entre todas las criaturas que viven y conviven en el campo de la Creación. Pero el remolino genera una alteración de esa simbiosis y esto crea la apariencia de un desvío del cauce del río universal.
Ese desvío es como un tabique que se crea, como si se hubiese derrumbado algo de la orilla del río, y ocurre un desbordamiento de la energía que genera estragos y destruye lo que encuentra a su paso.
Esa obstrucción creada por la yoidad, generando un derrumbamiento en el cauce de la Vida Divina, es lo que llamamos el karma.

El río de la Vida Divina necesita corregir su cauce, necesita volver a encontrar su camino para ir hacia el mar de la Infinitud.
La dirección del agua es siempre hacia el mar y aprovecha siempre el más mínimo desnivel para fluir. 
Cuando no encuentra desnivel desborda y produce una inundación. 
La Vida Divina, buscando ese desnivel, se topa con el remolino del yo, que obstruye, produce estragos y genera lo que llamamos el karma, porque en ausencia de auto-consciencia, la yoidad, pretendiendo hacer lo correcto, hace cosas que están desviando el fluir natural de la Vida Divina a través de las estructuras. 
Cuando eso hacemos, la propia Vida Divina tiene que auto corregirse, generar un proceso de auto corrección, de rectificación. 

El sendero recto es la distancia más corta que hay entre dos situaciones, entre dos eventos. 
El sendero co-recto es un sendero corregido, cuando nos hemos desviado del sendero recto.
Debemos corregir nuestra vida, nuestro sendero, de tal manera que volvamos a encontrar el cauce de la Vida Divina.
Para hacer eso echamos mano de una Ley que es el Principio de polaridad y es éste el que genera las acciones kármicas.
Estas acciones están dirigidas, en forma general, a corregir la desviación del río de la Vida Divina. 

Estamos acostumbrados a escuchar del karma como de una situación que es individual, que nos compete directamente, como algo que se nos devuelve en forma instantánea como sujetos. Pero a la vez tenemos el concepto de que el Ser, la Vida Una, es la totalidad, sin división, y no hay partes.
¿Cómo podría la divinidad, si no tiene partes, querer castigar a una parte suya?
En realidad, la fragmentación solo puede ser una abstracción que se genera bajo el Velo de Maya. Afuera del velo, la Divinidad, el Absoluto, es Indivisible, Indestructible, es Todo, no tiene imperfección, es imposible de ser destruido, atacado, dañado, de manera que la acción kármica solo ocurre bajo el Velo de Maya.

El Absoluto nunca deja de Ser, y por tanto es absolutamente consciente de sí mismo, de la Creación, de su propia ilusión y de su propio sueño.
Soñando sabe que sueña y su sueño es perfecto.
Es dentro de su sueño que ocurre el karma, es dentro de su sueño que ocurre la desviación del flujo de la Vida Divina, pero en la realidad no hay ninguna desviación posible. 
Por tanto, el karma que ocurre y parece una tragedia dentro del sueño divino, en realidad es algo que pertenece a la perfección del sueño de la Divinidad. 

Solo lo vemos como karma desde aquí, solo lo vemos como una acción, como una fuerza que nos es devuelta para equilibrar, por polaridad, una fuerza que está desbalanceada. Pero en realidad no se puede aplicar un karma individual; en realidad el karma siempre es colectivo, porque hay una sincronía entre quien vive el evento kármico y quien es instrumento de las fuerzas kármicas.

Solo podemos percibir el karma bajo el Velo de Maya porque sin el Velo de Maya el karma no existe. Los Maestros enseñan que cuando entramos en el proceso de meditación, que significa el estado de permanecer en el Ser sin que exista la mente inferior como ilusión del yo, en ese instante se quema el Karma.

La fuerza kármica es una fuerza muy inteligente. Es la Inteligencia Divina que busca la sincronía universal para devolver el fluir de la Vida Divina al cauce natural.

No se planea una encarnación sola, pues no hay un individuo planeando una encarnación, porque las estructuras de la yoidad están disueltas. Tampoco se planea un karma solo. 
No hay un individuo planeando su auto castigo, su karma.
La misma energía divina vuelve a crear, por la memoria de sus remolinos anteriores, la precipitación de un juego de encarnaciones.
Y una vez que ha ocurrido esa aparente división, esa ilusión de separatividad nuevamente, lo cual ocurre antes del nacimiento de los seres, cuando estamos descendiendo desde el bardo hasta la encarnación, las fuerzas kármicas se reparten en forma colectiva, de tal manera que hay una sincronía, donde comienza a operar la fuerza de destrucción de la Divinidad, que hace que esas fuerzas antiguas se canalicen y vayan hacia las fuentes de su propia creación.
Entonces toda fuerza regresa a su origen, a su propia fuente, para ser corregida.
Pero la fuente aparentemente ha sido un remolino de yoidad que no existe, porque la yoidad es una ilusión, generada por un vacío en la percepción, creada  por la ilusión de la percepción sensorial, que es la que ha creado ese karma, de tal suerte que ese karma es también ilusorio. 

Una planta surge de una semilla que es similar a su propia naturaleza. No podemos sembrar naranjos y obtener cardos. Si sembramos semillas de naranja, surgen naranjas, así que lo que nace de la ilusión es ilusión también. 
El karma  dirigido a un ente individual es ilusorio por cuanto quien lo genera es un yo ilusorio y vuelve hacia él.

Si Uno logra permanecer en ese estado de contemplación y meditación en forma permanente, allí la ilusión del karma muere porque el Velo de Maya se ha levantado. 
El karma solo existe bajo este velo y si no hay velo, no hay karma. Así de fácil se acaba, y Dios despierta de su sueño.

Es como cuando tenemos una pesadilla en la que alguien nos persigue y nos va a matar con un cuchillo y no podemos correr y se atraganta nuestra voz y no podemos pedir auxilio y ya casi el asesino nos alcanza y entonces ya sucumbimos de terror. 
En el estado de ensueño es una tragedia, es algo gravísimo, tenemos sufrimiento y hay angustia. Pero de repente alguien nos dice: hey, despierta! es tan solo un sueño. Entonces despertamos, suspiramos y descansamos. 
No era verdad, termina la angustia, termina el dolor, termina el sufrimiento, todo aquello acaba, la calma vuelve. 
La persona dice que lo que vivió en la pesadilla es real, pero es una realidad transitoria, relativa. Vivió esto una existencia relativa allí, en ningún lugar real. 
Es una sensación relativa esto del karma. 
Una vez salimos del sueño, lo cual equivale a levantar el Velo de Maya, vemos que todo está bien, que todo está en calma, que solo se trataba de una ilusión. Así que al despertar de nuestro largo sueño de consciencia de Divinidad, de la ausencia de auto-consciencia, volvemos a recuperar la consciencia del Ser y despertamos de esta pesadilla llamada karma.

Pero como el karma existe bajo el Velo de Maya, mientras estemos bajo este velo, aparece ante nosotros como un karma real, en la ilusión del sueño divino llamado Creación. 
Y en este sueño hay determinados karmas que se precipitan en nuestras ilusorias vidas. 
De un lado, está el karma que debemos pagar en esta encarnación, que se ha precipitado a través de la estructura de esta vida como una corrección para volver al camino recto. 
Este es una especie de karma programado para la encarnación. 
De otro lado existen otros karmas que están latentes, dados por todo el conjunto de samskaras que se encuentran en nuestro ser. 
Los samskaras son todas nuestras tendencias negativas no redimidas de otras vidas. Esa suma de memorias, de instintos, emociones, sensaciones automáticas y pensamientos programados que se encuentran en nuestro inconsciente.

El inconsciente  está en el cuerpo físico, energético, emocional y mental.
Es un campo de fuerzas que nuestra consciencia no puede ver, que subyace a la consciencia vigílica.
En el transcurso de las encarnaciones van saliendo de acuerdo a un cronograma, a un juego, a un patrón dinámico.
El inconsciente es algo que permanece ahí, como un gato encerrado que busca huir. Cuando encuentra una ventana abierta, da el salto y aflora. 
Es energía represada, contenida por la misma Divinidad, que sabe que si manifiesta toda la sombra de un solo golpe, destruye la estructura. Así que lo va sacando a cuenta gotas.

El inconsciente no es solamente una memoria olvidada que genera un impulso, que es una memoria olvidada de un pensamiento o una emoción de algo que hemos vivido en el pasado. No es simplemente un cliché, una película o un vídeo cinematográfico lo que está guardado en nuestra memoria. 
El inconsciente es una fuerza potente que es capaz de obrar sobre nuestro cuerpo material, sobre nuestra energía, sobre nuestras emociones y sobre nuestro pensamiento. Ese conjunto de fuerzas que hay ahí, son todos nuestros samskaras. 

Cuando la consciencia Absoluta del Ser se establece y decidimos permanecer en el Ser, en ese momento la consciencia es Total.
Cuando la consciencia es total, no necesitamos guardar memoria donde hay Sabiduría Absoluta. Si lo sabes todo, ¿para qué necesitas la memoria?
La memoria es un artificio del yo, para hacernos creer que el proceso de evolución es un movimiento que se realiza a través del conocimiento de la mente racional, que necesitamos aprender cosas y más cosas, y ponerlas en la memoria y hacer un proceso de análisis, comparación y síntesis con el objeto de obtener un conocimiento y una sabiduría. Pero la Sabiduría verdadera no es así. La Sabiduría es total. Dios, estrictamente hablando, no tiene memoria ya que es sabio siempre.
La creación, su sueño, sí tiene una memoria, tiene muchas memorias, las llamadas memorias de la naturaleza.
Todas las memorias, aunque existen son ilusorias. Son producidas en el Mundo de Maya, que es el mundo de nombres y formas, el cual es generado por una perversión de la percepción. 
El karma se basa en esas memorias.
Es una ilusión creada por el Velo de Maya. Creemos  que somos incapaces de salir de la prisión. Es increíblemente fácil esto y sin embargo nos parece tan difícil salir de esta cárcel. Lo único que nos saca de esta prisión kármica es la perspectiva de percepción. 
Si miramos desde el yo estamos presos, si miramos desde el Ser somos seres libres.
Por eso, la experiencia de alcanzar el nivel de conciencia que mediante una distinta forma de cognición nos permite una percepción absoluta y total se denomina Liberación. 
¿De qué nos liberamos? De maya. De una ilusión cósmica.

En este sendero hacia la liberación total es necesario, primero, no generar más karma en esta encarnación, lo cual significa ir por el sendero recto que es el más corto.
Para lograrlo hay que tener un gran sentido del equilibrio, del punto medio, de la balanza, de ser justos.
Para evitar nuevo karma se necesita que haya justicia, el equilibrio de las fuerzas.
Tenemos que encontrar ese punto medio, el camino del Buda. Cuando encontramos ese punto medio y obramos desde ese punto, no generamos karma porque no nos vamos hacia ningún lado de la fuerza de polaridad. Si es así, no necesitamos de una posterior fuerza equilibrante para llegar al punto neutro.

Existe karma en cuanto hay dualidad, polaridad, ilusión de la realidad, ausencia de consciencia de la real unidad, vacío de auto consciencia; pero en la medida en que ese vacío se llena, porque el alpinista sube a lo alto y se libera de todas las fuerzas que hay en el valle de la ilusión, en ese momento no hay karma porque la auto consciencia vuelve.
El fluir natural de la fuerza se restablece porque la percepción va más allá de la simple causa y del efecto. Se está por encima, en el punto neutro del yin y del yang, en el punto inmóvil de la oscilación del péndulo existencial. En ese momento no hay karma; ese es el secreto real de transmutar un karma. 

La percepción de la Presencia Absoluta consiste en la atención en el presente. 
La atención en el presente es la ausencia de futuro y la ausencia de pasado. 
Si estoy en el punto neutro, en el presente perfecto, en la Seidad  o consciencia de Ser, no hay pasado, no hay futuro, no hay causa, no hay efecto, no hay karma.

¿Es obligatorio pagar el karma mediante el dolor? No.  
Hay un beneficio absolutorio que se llama la Gracia Divina.
Y es el despertar en la conciencia del Ser lo que genera la adquisición del poder de la Gracia Divina.
El mal no es real. No pertenece a la esencia pura del Absoluto, porque toda la creación es un sueño divino, y el sueño divino es un drama que está lleno de personajes, de yoes que sueñan en el bien y el mal. 
La única forma de superar el karma, todo el karma en una encarnación, la única forma de cancelar todo ese karma es salir del sueño, despertar, romper la pesadilla.
Pero en realidad es la Divinidad misma quien a sí misma se despierta, porque no hay un alguien allá afuera que pueda despertarnos. Eso solo ocurre dentro del sueño.
Es como si yo me miro en un espejo y le pido a mi imagen en el espejo algo, y espero que la imagen en el espejo me responda, cuando en realidad soy yo el que se mira en el espejo y tengo el poder de hacer lo que le estoy pidiendo a la imagen del espejo.

Solo hay karma si estamos en la oscilación. La oscilación de Maya. Pero si salimos de esa oscilación trepando por el hilo del presente perfecto, de la consciencia del Ser, entonces no hay oscilación. 
Vamos al punto donde el péndulo comienza, a la fuente de la Creación, donde no hay movimiento.
La oscilación está en el extremo del péndulo y entre más lejos se esté de la fuente, mayor oscilación existe, pero entre más cerca de la fuente hay menor oscilación y cuando llego al punto exacto, a la fuente del péndulo, allí solo hay perfecta quietud.
Si en la conciencia no hay oscilación, y de hecho en la verdadera consciencia no la hay, no hay karma, no hay ni causa ni efecto.

En la existencia fenoménica contamos con tres recursos. Existen tres fuerzas: creación, mantenimiento y destrucción. 
Y existen tres formas de saldar el karma: el dolor, el amor y la consciencia. 
El dolor está de acuerdo con la fuerza de destrucción; es el abrir una puerta a la entrada de las fuerzas de la destrucción. 
Estamos en el mayor grado de ilusoriedad cuando permitimos esto.

La fuerza del amor está de acuerdo con la armonía. Ésta revela un punto medio en el que la fuerza del amor nos enseña que podemos saldar nuestras deudas kármicas a través de ella; del compartir, de la misericordia, de hacer algo bueno, de ejercer una compensación antes de que la fuerza que nos va a compensar lo haga, antes de que tengamos que abrir la puerta a las fuerzas de la destrucción.

Hay una tercera forma que es la consciencia. 
Si nos hacemos conscientes y comprendemos, no tenemos que esperar a las fuerzas del amor que generan apego, porque nosotros en nuestra ilusión de Maya confundimos el amor real con el apego a las criaturas, y tratando de amar lo que hacemos es apegarnos y atraemos también las fuerzas de destrucción.
La consciencia se anticipa a cualquier necesidad de expresar nuestro afecto hacia afuera, debido a que rompemos la ilusión de separatividad. Entonces comprendemos que el que está afuera es todos y yo también, pero son los mismos que están adentro porque todos somos una unidad perfecta. 
Entonces obramos en una naturaleza del amor distinta. Es el amor de la Divinidad perfecta, que mantiene el equilibrio entre todas las criaturas porque todas las criaturas somos Uno; es una sensación distinta este amor que no genera apego y no atrae las fuerzas de destrucción.

El camino de la consciencia significa cambiar nuestra perspectiva de percepción; ver como el águila desde un punto más alto; como el alpinista en la cima, ver la totalidad del paisaje.
Cuando nos elevamos hacia la consciencia vemos desde una perspectiva superior y nos damos cuenta de que en realidad el karma depende de la oscilación de las fuerzas de polaridad. Y si estamos por encima, como alpinistas, en el sitio más alto, estamos en el punto donde no hay oscilación. 
Es un estado de consciencia real este estado de no oscilación, el estado de no movimiento y tiene que ver con la mente superior.
Cuando logramos estar en ese estado supra mental, entonces vamos por encima de la mente racional, ilusoria, mayávica, memorística, imaginativa, que oscila, que recuerda, que se proyecta al futuro, que nos mueve de la causa al efecto y que se traslada a través del tiempo.
En la supra mente no funciona el tiempo, no funciona la dualidad, y ese estado de percepción y de cognición es el equivalente a estar en el punto más alto de la montaña, a ir donde el péndulo no se mueve y a donde, sin haber oscilación, no hay más karma. Entonces se alcanza así el punto de liberación.

Cuando el karma llega a mí, y estoy en la conciencia de yoidad, lo único que tengo que hacer para evitar el movimiento es tener quietud,  evitar la oscilación, tener calma, y en ese instante pensar en qué es lo que realmente soy. Soy Atman, el Infinito Ilimitado, La Chispa de la llama Divina, un Ser indestructible, que no se quema, que no se moja, que no se destruye, que no se fragmenta.
Es enfocándose en la supra mente que es muy poderosa.
¿Como ésto se logra, porque la supra mente opera en un nivel por encima de la mente ordinaria?
Necesitamos que la Divina Presencia recupere su cauce. 
Cuando la Divina Presencia recupera su cauce, la supra mente, que es la Mente Divina se establece en la estructura. 
Pero no es mi mente la que tiene ese poder, no es la mente del yo, no es mi yoidad, no es un poder ganado porque me fue transmitido por alguna entidad caprichosa a la que le caí bien. Es el poder de Dios que actúa en la estructura qué logro la perfección. 

Solo se logra saldar totalmente el karma con esa perfección de la Seidad. 
Es el hecho de Ser verdaderamente, es el hecho de permanecer en el Ser Total. 
Es la comprensión de la Ley Universal lo que salda el karma.

El karma no solamente se cura con la consciencia de totalidad sino que no se genera cuando hay consciencia de la totalidad. Solo se genera karma cuando se está en la consciencia de la yoidad. 
El nivel de sufrimiento está determinado por el nivel de consciencia en el que se percibe. 
Una persona que tiene un nivel de consciencia bajo, lo cual significa, donde Dios duerme profundamente, donde hay una gran ilusión, donde reina Maya, sufre mucho. 
Si una persona no tuviese esa consciencia de que todo tiene una razón de ser, entonces está todo el tiempo oponiéndose a la realidad, y al oponerse sufre. 
A medida que vamos comprendiendo cómo funciona esto, el sufrimiento desaparece porque dejamos de ejercer resistencia frente a la realidad.
Si vamos saliendo de la ilusión, vamos haciendo agujeros en el Velo de Maya. Nuestra persistencia de obtener el estado de permanecer en la consciencia del Absoluto, nuestra intención silenciosa en la meditación, son capaces de perforar en múltiples lugares el denso Velo de Maya. Entonces la luz penetra, por los agujeros, o más que penetrar surge, porque la luz siempre ha estado ahí, como el sol que es ocultado por la nube, contenida por el remolino del yo. Y entre más luz hay, más comprendemos, y entre más comprendemos menos sufrimos, y entre mas comprendemos y menos sufrimos más estamos en la consciencia de la Eternidad. Entonces karma no tiene efecto sobre nuestro Ser, porque no hay yoidad, no hay necesidad.
Cuando la yoidad muere desaparecen los deseos, desaparece el karma. Si no hay deseos no hay karma.

Simplemente hay que elevar el nivel de conciencia. 
Cuando el nivel de conciencia se ha elevado, al punto en que no se genera más karma, el que tengo se tiene que acabar.
Cuando se agota el karma, solo se regresa a la encarnación si quiere voluntariamente volver. Los liberados con frecuencia  quieren volver, no porque estén atrapados en la rueda de samsara o rueda de las encarnaciones. Lo hacen para disolver el karma de la humanidad.
Es en la no dualidad, en la quietud interior, en el silencio de la mente, ese que no tiene comienzo ni final porque permanece en la Eternidad, donde la Sabiduría se manifiesta y es en ese estado de conciencia donde el karma no existe más.

Alipur Karim 

23 octubre 2015

EL ABSOLUTO



La Divinidad, el Ser Único, el Absoluto indiferenciado, es la Realidad subyacente a toda manifestación. 
Toda expresión de vida surge de Él y es Él simultáneamente. 
Él es sin tiempo ni espacio y permanece en perfecta quietud. 
No tiene atributos porque no puede ser calificado, ya que esto implicaría la existencia de otro diferente de Él que lo observara y lo comparara con algún otro distinto. 
Pero siendo Él el Uno sin segundo, solo puede en realidad observarse a Sí mismo.

La Creación surge a partir de un juego en el que la Divinidad se recrea. 
Desde su omnipotencia, genera en Sí mismo un velo, el Velo de la Ilusión, el cual le permite ocultarse de Sí mismo en un aparente vacío de auto-consciencia, y proyectar una ilusoriedad. 
Esa ilusoriedad cósmica genera la apariencia del espacio, del tiempo y de la multiplicidad. 
Eso es la Creación. El Absoluto juega a verse a Sí mismo a través de la multiplicidad.

La creación es como un gigantesco espejo cósmico que se rompe en infinitos pedazos por efecto de la ilusión.
En cada fragmento se refleja la Luz, la misma Luz Única. Y en cada fragmento existe el vacío de auto-consciencia.
Al reflejarse el Uno en cada fragmento, oculto de Sí mismo, parece ser muchos.
El juego consiste en revelarse en cada fragmento, liberándose del ocultamiento que le hace creer que, sumergido en cada aparente parte del espejo, es en ella un ser individual, separado de su esencia subyacente.
El grado de ocultamiento en cada fragmento depende del punto del espacio y el tiempo en el que se encuentre. 
Tiempo y espacio solo existen dentro del vacío cósmico y determinan un acontecer, un devenir, un movimiento ordenado llamado evolución, movimiento propio de la Creación. Afectada debido a este cambio continuo por la Ley de la impermanencia, en la que todo nace, muta, se transforma y muere.

Todos los aparentes seres de la Creación son la Divinidad misma expresándose en la multiplicidad, bajo el velo ilusorio que le sumerge en la dualidad y desde la cual Él, en profundo ensueño cósmico, puede verse con atributos, con cualidades diferentes que en esencia son una con Él, pero que se ven como aspectos diferentes bajo el velo. Al igual que los colores del espectro o el arco iris que surgen de la luz blanca al atravesar un prisma o finas gotas de lluvia suspendidas en el aire.

Así como el septenario espectro de luz blanca contiene tres colores básicos primarios (amarillo, azul y rojo), de cuyas mezclas binarias derivan otros tres secundarios (verde, violeta, naranja) y un séptimo color, el púrpura, que proviene de mezclar los tres primarios, el Absoluto se proyecta a través del velo de la ilusión en un espectro de cualidades en el que hay tres atributos  básicos fundamentales: Existencia, Consciencia y Gozo o Felicidad.  
Están en relación con los aspectos de Poder-Voluntad, Actividad-Creación y Amor-Sabiduría y con las tres fuerzas básicas de la Naturaleza divina: Destrucción o Disolución, Creación y Conservación.

La Existencia del Absoluto se revela en la Eternidad. 
Él es sin principio ni fin. No tiene origen y jamás morirá. 
La Consciencia del Eterno se revela en la Omnisciencia, el conocimiento total y perfecto de todo lo que es, es decir de Sí mismo. 
Es perfectamente auto-consciente. 
La Felicidad divina se revela en la quietud. 
Él es perfectamente inmutable y por lo tanto, nada le perturba.

El aspirante al discipulado y el discípulo trabajan en armonía con estas tres elevadas cualidades. 
Tres disciplinas surgen de esta resonancia: la disciplina de la Existencia divina, la disciplina de la Consciencia divina y la disciplina de la Felicidad divina. 
Tres caminos, que a la vez son uno solo, se abren para llegar a las puertas de la Divinidad y vivenciar sus cualidades. 
La disciplina de la Existencia se desarrolla por el Camino de la Meditación. 
La disciplina de la Consciencia implica el Camino del Conocimiento. 
Y la disciplina de la Felicidad se practica en el Camino de la Imperturbabilidad.

El Camino de la Imperturbabilidad se conquista mediante la Devoción. 
El devoto confía totalmente en el Absoluto por que ha hecho una entrega total de su "yo" o ego inferior. 
Esto solo se logra cuando se comprende que todo lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior está sucediendo en el tiempo correcto, en el lugar correcto, del modo correcto y al sujeto correcto.

No existe la más mínima posibilidad de error porque la Creación es un sueño de la Divinidad y como tal es un sueño perfecto porque el Absoluto así lo es. 
Lo bueno o malo de lo que sucede solo son calificativos de nuestra mente que surgen de nuestro condicionamiento.
La mente genera resistencia frente a la realidad cuando lo que acontece está en desacuerdo con las expectativas del ego.
Las aparentes nieblas que a veces empañan nuestras vidas son recursos de la Divinidad para presionar a la Chispa de la Llama Eterna que subyace a nuestra realidad y hacer que se expanda.
Cuando las sombras acosan a la luz, la flama  del alma se acrecienta.
El dolor que tortura la mente revela la cantidad de ego que hay en ciernes, insistiendo en ver injusticia y error para velar la apreciación de la verdad.

Todo lo que llega a nuestras vidas está ahí porque nosotros mismos lo hemos convocado con nuestros actos, sensaciones, emociones, pensamientos y palabras.
La tapa de la mente consciente cubre el baúl de la memoria inconsciente y supraconsciente para ocultar las causas generadas en el pasado, en esta y en vidas anteriores.
Todo lo que es permitido que suceda es perfecto y frente a ello no debe el discípulo emitir queja alguna. 
No hay en realidad víctima alguna en ningún proceso en el que surja el sufrimiento.

También debemos permanecer imperturbables cuando aparecen aquellas cosas o seres que nos traen placer. 
La alegría debe estar todo el tiempo en nuestro corazón, pero ella está lejos de la risa y cerca de la sonrisa.
La risa es más propia del ego y la sonrisa es un asomo del estado de felicidad en el que el Ser vive permanentemente.
Disfrutar placer y evitar el dolor son mecanismos del "yo" que impiden percibir la serena quietud de la felicidad.

El discípulo debe permanecer imperturbable, no importa qué o quién nace, no importa qué o quién permanece y no importa qué o quién muere. 
La comprensión de que el tiempo en el que sucede cada nacimiento, cada muerte o cada hecho de supervivencia es el tiempo perfecto, revela la humildad del caminante.

“Ni uno solo de nuestros cabellos, ni una sola hoja de un árbol, caen al suelo sin la Voluntad de Dios”.

Una mente perturbada por las emociones y los sentimientos es como la superficie de un lago azotado por una tormenta.
No se proyecta en ella imagen alguna o lo poco que se visualiza está distorsionado. 
Pero cuando la tempestad cesa y el agua está en calma, se ve hacia adentro el fondo del lago y a la vez se contempla el reflejo de lo que está arriba. 
Así, la mente en serena quietud permite ver con claridad nuestra realidad interior y también la belleza de la Divinidad que se proyecta en la Chispa de la Divina flama que fluye en la estructura.

Cuando la serenidad reina en el ser, cuando nada nos perturba, cuando la mente calla, acepta y percibe simplemente, cuando las emociones y sentimientos permanecen en reposo, la perfecta quietud de la felicidad se revela en toda su plenitud, más allá de la alegría y de la tristeza, más allá del dolor y del placer.

Quien permanece a los pies de los Maestros, permanece a los pies de Dios. Pues un Divino Avatar, un Hermano Mayor, es un Iluminado en el que la Luz de la Divinidad arrojó de sí toda sombra de yoidad, toda bruma de egoísmo.
La personalidad que allí vivió alguna vez se diluyó totalmente en el infinito mar de la Divinidad.
El devoto sabe que en su Maestro, la Divinidad se manifiesta en total revelación y es el reflejo perfecto del Ser único que subyace a toda estructura de la Creación.

La fe del discípulo en la Omnipotencia divina y en la Omnipresencia, manifestadas por el Maestro, le hacen sentir que sin importar lo que suceda, todo está bien, todo está bajo control y todo hace parte del Plan Divino diseñado por el Creador para su creación.
Si hay perturbación, el discípulo mira cuáles son los vientos egoicos que osan perturbar la paz y les ordena aquietarse.
El discípulo tiene confianza en el poder del Maestro y despierta a la Divinidad durmiente en él, cada vez que las sombras amenazan con opacar la luz.

El Camino del Conocimiento se conquista mediante la comprensión de las cosas que atañen a la Divinidad y sus revelaciones, mediante Ritmo y Regularidad en el Estudio. 
El estudio profundo es la gimnasia de la mente que fortalece la estructura para convertirse en una vasija de alta capacidad receptiva.
El conocimiento es revelado al discípulo de acuerdo con la medida de su vasija.

En el Camino del Conocimiento hay tres portones: 
1. El portal de la mente racional, llamado la Puerta de Hod
2. El portal del Entendimiento, llamado la puerta de Binah.
3. El portal de la Sabiduría o puerta de Hochmah
Una vez traspuestos los tres por el discípulo, se llega al santuario de la Consciencia verdadera.

La Puerta de Hod es el habitáculo del ego
Es el nivel de la mente ordinaria, que siempre trata de entenderlo todo a través del intelecto, de la argumentación, de la memoria, del silogismo gobernado por la simple aprehensión, el juicio y el raciocinio. 
Es el nivel de la letra muerta de las Escrituras sagradas y de las enseñanzas de los Maestros de Sabiduría.

La Puerta de Binah o Portón de Budhi es el nivel del intelecto puro
Es el nivel donde la sabiduría que viene de adentro es organizada por la mente y esbozada en términos de enseñanza clara y concisa. 
Este portal permite percibir la enseñanza contenida en la metáfora, en el símil, en la percepción intuitiva, los cuales están más allá de las palabras. 
En este nivel, la percepción sutil de la realidad puede organizarse para ser revelada en palabras. 
Este portal abre la mente al conocimiento de las Leyes de la Creación, de sus patrones de organización, patrones de evolución y patrones de disolución.
Para traspasar este portal es necesario dejar atrás todo fanatismo, superar todo separatismo, toda idea de que la única verdad es poseída por una sola creencia, por una sola religión o por un solo linaje de enseñanza.
El guardián de este portal exige tener mente abierta, tolerancia, desapego, capacidad de síntesis, habilidad de traducción simbólica, percepción intuitiva despierta y ausencia de terquedad intelectual.
En este portal es necesario ver que el lenguaje de Dios va más allá de las palabras humanas y puede ser interpretado de diversas maneras, todas congruentes con la realidad.
En este portal, el intelecto es puesto en orden y toda basura mental debe ser desechada.

La puerta de Hochmah es el nivel de la Sabiduría
Está más allá de las palabras y por ende de los pensamientos. 
En este portal, la Sabiduría se precipita en forma instantánea cuando la mente piensa o cuando la boca habla. 
Hay un flujo directo desde la montaña de la Omnisciencia Divina que se precipita como una hermosa cascada de sapiencia. 
Lo que se percibe solo puede ser traducido en palabras o en pensamientos en forma fidedigna por aquel que ha desarrollado el Entendimiento en el portal anterior. De lo contrario solo causará confusión o tal vez locura. 
Es el nivel de un discípulo muy avanzado o de un Maestro. 
En este nivel ya no se requiere de libros o escrituras. Hay un contacto directo, sin intermediarios.

Una vez pasados los tres portales, el Ser contactará con la Consciencia pura. Se hará Omnisciente y podrá contemplar a cabalidad todo el Plan Divino, sin la sombra de la duda, sin traducciones, sin simbolismos y con certeza absoluta de la Verdad. 
En este nivel la Sabiduría no fluye hacia el ser. Él es la Consciencia de la Sabiduría. La Sabiduría es una experiencia directa.

La disciplina del Camino del Conocimiento real debe abordarse mediante el estudio metódico de Escrituras sagradas o textos que revelan la enseñanza de los Maestros.
Se sugiere la ayuda de un guía y la formación de grupos serios de estudio para no perderse en el gigantesco mazé (laberinto con caminos sin salida) de las cosas escritas.
Un experto sugerirá los textos que realmente conducen por este camino a lugar seguro.
Si vamos de la mano del Maestro, él nos hará llegar en orden los textos adecuados.
Se han de estudiar escritos de carácter profundo que logran sacar a la mente de su nivel ordinario racional. 
El estudio así hará que el cerebro trace nuevas rutas de conexiones neuronales y preparará la estructura para el advenimiento de una forma diferente de cognición, más allá del portal de Hod.

El Camino de la Meditación se conquista mediante la práctica intensa de esta disciplina de aquietamiento que conduce a la percepción de la Existencia Divina en la Eternidad.
Previo a este Camino es necesario haber hollado los campos de la observación y la concentración.
La observación profunda no es un método nuevo para mirar el yo. La mente suele enredar al aspirante en este nudo. La atención debe ser enfocada en observar los movimientos de la mente.
La concentración es atención focalizada en un solo objeto, una sola imagen, un solo tema. Con ella se rompe la divagación mental generada por el vicio de asociación de pensamientos, imágenes, palabras, conceptos, hechos etc. 
La atención es la fuerza que dirige a la mente.

La meditación busca el silencio total de la mente mediante la atención puesta en el Sí mismo, la realidad subyacente a todo ser.
La meta de la meditación es el estado de Iluminación, la revelación suprema de la Divinidad en la estructura.
La Meditación es un estado de perfecta quietud del cuerpo y sus percepciones sensoriales, es un estado de ausencia de emoción y sentimiento ordinarios y de ausencia de pensamientos y de su séquito de palabras e imágenes.
La técnica de la Meditación conduce lentamente al practicante a un estado superior de cognición, más allá del pensamiento inicialmente y luego más allá de la percepción tiempo- espacial, es decir, de la dualidad.
En esta forma distinta de cognición se alcanza la disolución del ego, rompiéndose la identificación con la personalidad. La ilusoriedad es despejada y el ocultamiento de la Divinidad termina, al romperse el triple velo de la Ilusión.

Quien comienza a percibirse como Existencia Eterna elimina de su vida todo temor porque llega a la comprensión de que nada en realidad puede destruirle.
Quien comienza a percibirse como Consciencia se hace permeable al infinito manantial de Sabiduría. 
Y quien comienza a percibirse en estado de Felicidad Divina alcanza la perfecta Imperturbabilidad.

La triple, y a la vez una, disciplina de Existencia, Consciencia y Felicidad conducen al discípulo realmente a los pies del Maestro, esa Puerta Sagrada, ese Divino Avatar a través de quien la Divinidad se revela en plenitud.

Meditación, Conocimiento e Imperturbabilidad, alcanzados mediante Quietud perfecta, Ritmo y Regularidad en el estudio y Devoción, son las llaves que abren las puertas del Reino Interior. La disolución del ego, la Sabiduría y la alegría perenne son las bendiciones que recibe el discípulo que sigue esta disciplina.




Alipur Karim 

12 octubre 2015

EL SENTIDO DE CARENCIA



Desde el momento de nuestro nacimiento, tenemos una sensación de carencia debido a que estamos separados de la Fuente. 
Esta separación surge con el "yo separado", es decir, la identificación con el cuerpo-mente.
Debido a esta sensación de carencia, nos sentimos vacíos y nos pasamos el resto de nuestras vidas intentando llenar este vacío-carencia a través de objetos.
Buscamos aliviar nuestra carencia acumulando posesiones materiales, o buscando reconocimiento, o luchando por un puesto elevado en el estatus social.
También buscamos alivio a través de las relaciones amorosas, queremos que la pareja nos ame y nos llene ese vacío que sentimos.
Buscamos alivio en los espectáculos, películas, fiestas, etc...
Lo mismo sucede cuando el sentido de carencia es tan agudo hasta el punto en que se transforma en dolor y sufrimiento, entonces buscamos alivio en las enseñanzas espirituales.

Siempre que intentamos aliviar la carencia a través de objetos que están fuera de nosotros mismos, el alivio será temporal. Por un corto espacio de tiempo sentiremos alivio gracias al objeto al cual ponemos nuestra atención, pero cuando el objeto no está con nosotros, entonces vuelve a surgir esa carencia.

La solución no está en los objetos... todo tipo de objetos, incluyendo personas, títulos, profesiones, estudios, adicciones al tabaco o al alcohol o a las drogas, y a las enseñanzas espirituales... 
La verdadera solución, sanación, de esta carencia que siente el "yo separado", está en nuestro interior... Conectando con la Fuente, la Totalidad.
Es de esta manera como podemos sanar este estado de carencia y dejar de sentirnos como "yoes separados", y sentirnos como Totalidad.
Cuando te sientes como Totalidad, ya no hay necesidad de llenar ningún vacío, ninguna carencia, porque Tú mismo eres la Totalidad misma.

Camino al Despertar

11 octubre 2015

EL FINAL DE LA BÚSQUEDA



El final de la búsqueda ocurre cuando te das cuenta de que lo que estás buscando, ya está aquí... nunca se ha ido... siempre ha permanecido aquí y ahora...
Cuando permanecemos como "yoes separados", iniciamos una búsqueda, la cual, creemos que encontraremos la Verdad en el exterior, separado de uno mismo... 
Buscamos algo, un "objeto", buscamos la Verdad y nos sentimos separados a esa Verdad...
Al estar como "yo separado", buscas algo fuera de ti mismo y por ese motivo nunca lo encuentras...
La verdadera búsqueda es la "no búsqueda"...
La Verdad no puede ser encontrada por la mente, ya que está más allá de la mente...
La Verdad no puede ser entendida por la mente, ni descrita con palabras, ya que por muchos conceptos que usemos para describir la Verdad, ésta solo puede ser únicamente experimentada, sentida...

Cuando llegas a la comprensión de la Verdad, cuando la experimentas en tus estados meditativos de silencio y la sientes en lo más profundo de tu Ser, es entonces cuando te das cuenta de que Tú eres la Verdad y que siempre has estado aquí (no allí, no en algún lugar, no en el futuro)...
Se trata de un "darse cuenta", de una comprensión a través de la observación de experimentar la Verdad en ti mismo...
Pero hasta entonces, no lo veías, ya que estabas tan inmerso en tu mente, que ésta no te permitía ver la Verdad...
En el momento en que abandonas la identificación con un "yo separado", y abandonas todo pensamiento, la Verdad surge y se te revela por sí sola... 
Entonces puedes sentirla y experimentarla, y con este experimentar, puedes comprender que Tú nunca te has ido, que siempre has estado aquí, pero te habías olvidado de Ti mismo al estar tan identificado con la mente y el cuerpo.

Camino al Despertar