27 febrero 2015

LAS DOS DIMENSIONES QUE HAY EN TI


En ti existen dos planos: el plano de la mente y el plano de la no-mente. 
Dicho con otras palabras: el plano en el que vives en la periferia (la superficie del océano, las olas) de tu ser y el plano en el que estás en el centro de tu ser (el núcleo, la profundidad del océano). 
En ese centro eres ya un Buda; tu naturaleza es búdica.
En la periferia, estás en el mundo: en la mente, en sueños, en ansiedades, en mil y un juegos. Tú eres las dos cosas.

Hay momentos en los que ves que durante unos breves instantes, eres un Buda. Eres la misma gracia, la misma consciencia, el mismo silencio, el mismo mundo de beatitudes, de bendición, de bienaventuranza. 

Habrá momentos, vislumbres de tu centro. No pueden ser permanentes; una y otra vez, serás arrojado de nuevo a la periferia (la superficie, la mente). Y te sentirás estúpido, triste, frustrado, sentirás que te pierdes el sentido de la vida... porque existes en dos planos: el plano de la periferia y el plano del centro.

Pero poco a poco te irás haciendo más capaz de moverte de la periferia al centro y desde el centro a la periferia con toda soltura. Entrando y saliendo.
Del mismo modo, un hombre de consciencia y conocimiento se mueve desde la periferia al centro y desde el centro a la periferia. Nunca se queda fijo en ningún sitio. Se mueve continuamente porque esas son sus dos alas. No están enfrentadas una con la otra; están equilibradas en direcciones opuestas. Tienen que estar equilibradas, tienen que estar en direcciones opuestas, pero siguen perteneciendo al mismo ser. Tu exterior y tu interior son tus alas.
Esto hay que recordarlo perfectamente porque la mente tiende a quedarse fija. 
Hay personas que están fijas en el mundo materialista; no pueden salir de él; dicen que no tienen tiempo para la meditación; dicen que aunque tuvieran tiempo, no sabrían meditar y no creen que pudieran meditar. Dicen que son mundanos; son materialistas. Han elegido una sola ala. Y por supuesto, si eso les produce frustración, es natural. Con una sola ala, tiene que haber frustración.
Y también hay personas que se hartan del mundo y escapan fuera de él, se van a los monasterios y se hacen monjes; viven en soledad, se imponen una vida de introversión. Entonces se aburren. De nuevo han elegido otra ala, pero otra vez es una sola ala. 

No soy partidario ni de lo uno ni de lo otro. 
Soy partidario de tener la capacidad de estar en el mundo materialista y aun así meditar. Relacionarte con la gente, amar, moverte en miles de relaciones, porque las relaciones te enriquecen, y que aun así seas capaz de tomarte unas vacaciones de todas las relaciones para poder relacionarte también con tu propio ser.
Relaciónate con otros, y relaciónate también contigo mismo. Ama a otros, y ámate también a ti mismo. Sal fuera, el mundo es bello, está lleno de aventuras, es un reto, te enriquece. No pierdas esa oportunidad.
Cada vez que el mundo llame a tu puerta, sal al exterior. Sal sin miedo. No hay nada que perder y puedes ganarlo todo. Pero no te pierdas. No salgas y te pierdas. Vuelve a tu centro de vez en cuando. Olvídate a veces del mundo; hay momentos para la meditación.
Si quieres estar equilibrado, debes equilibrar lo exterior y lo interior. Deben pesar lo mismo, para que nunca quedes descompensado por dentro.

A esto se refieren los maestros zen cuando dicen: «Camina por el río, pero no dejes que el agua te toque los pies.»

Vive en el mundo, pero no seas del mundo. Puedes estar en el mundo, pero no permitas que el mundo esté en ti. Cuando entras en casa (en tu ser), estás en casa... como si el mundo entero hubiera desaparecido.
Si de verdad quieres reír, tendrás que aprender a llorar. Si no puedes llorar, si no eres capaz de derramar lágrimas, serás incapaz de reír. 
Un hombre de risas es también un hombre de lágrimas... así está equilibrado. Un hombre bienaventurado es también un hombre de silencio. Un hombre extático es también un hombre centrado. Las dos cosas van unidas. Y de esta unidad de polaridades nace un ser equilibrado. Ese es el objetivo.

Osho 

22 febrero 2015

IR HACIA ADENTRO



La vida te enseña a ir hacia adentro...
porque no hay mejor maestro que tu Ser interno.
Todas las experiencias que vives, 
te dan la llave que abre la puerta 
que tiene acceso a la sabiduría que reside en tu interior.
Tú eres tu propio maestro...

Las distintas religiones o prácticas espirituales son tan sólo guías 

que te ayudan a indagar en lo más profundo de ti mismo...
Son el bastón con el que tú te apoyas 
en los momentos en que sientes que estás perdido...
perdido en el mundo de los pensamientos...
perdido en el mundo de las emociones...
perdido en el mundo material y físico...
perdido en la superficie.

Cuando realmente vas hacia adentro,
en el fondo de lo más profundo,
entonces hallas tu centro, 
y tienes una total comprensión de la realidad.
Eres completamente consciente de ti mismo,
y sabes que no existe nada más allá, 
que no forme parte de ti.

Tú eres Toda la existencia...

nada existe separado de ti...
Pero tú mismo creas la separación y te pierdes en ella,
para volver a reencontrarte contigo mismo.
Y cuando te has encontrado a ti mismo,
no necesitas nada externo, separado,
simplemente gozas de estar Siendo.
Ésta es la mayor libertad. 

Camino al Despertar


19 febrero 2015

FLORECER


Cuando estamos "dormidos", inconscientes, la única manera de aprender y evolucionar es a través de la experiencia.
En la vida cometemos acciones y éstas tendrán sus consecuencias. También reaccionamos ante las situaciones y los acontecimientos que se presentan en la vida... 
Cuando hay reacción, se genera más karma... Vivimos desde la mente pensante y elegimos según la lógica y la razón.
Sufrimos porque nos "equivocamos"... nos perdemos en nuestras penas... Entonces no tenemos más remedio que rezarle a un "Dios" para que nos "salve" del pozo oscuro en el que estamos sumergidos.
Este es el rol del ego.

Vivir así es agotador! Es auto-destructivo!

Así es como está evolucionando la humanidad... 
Y hace miles de años que seguimos más o menos igual; no hemos avanzado mucho. Esto es debido a que la mente no puede florecer, no puede madurar... La mente es tan solo un instrumento, nada más. Solo la consciencia puede florecer...

Cuando hemos despertado la consciencia, entonces todo es diferente; hemos despertado la capacidad de "escuchar" a nuestra voz interior, de "ver" con los ojos del corazón... 
Ya no es necesario aprender a través de la experiencia, porque cuando se presenta una situación determinada, nuestra voz interior nos "habla", nos avisa, nos envía señales...
La consciencia no es la mente pensante, sino que proviene desde más adentro, más profundo, desde el interior. Es tu intuición, tu sexto sentido. Está ahí, pero la mayoría de las veces no la oyes.

¿Y cómo podemos desarrollarla? 

Mirando en nuestro interior, yendo para el fondo, para adentro de nosotros mismos... Observando y poniendo nuestra atención en el corazón. Eso es meditación.
Cuando prestamos atención a la voz de nuestro interior, dejamos de cometer "errores", dejamos de generar más sufrimiento, dejamos de crear más karma... Porque no hay pensamiento, únicamente hay consciencia (intuición).
Este es el camino a la liberación. El camino que nos lleva directos a un estado de paz interior, felicidad, salud, amor y sanación. 

Camino al Despertar 


14 febrero 2015

TRAER EL CIELO A LA TIERRA



EL ABSOLUTO (Dios) es un único Ser que existe simultáneamente como 3 personas distintas (la Santísima Trinidad).

La Santísima Trinidad es: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
-El Padre: Es el Todo, es Dios. Nada está fuera de Él y todo está dentro de Él.
-El Hijo: Es el Cristo, es la palabra de Dios encarnada. Es el Verbo. Es el Cosmos
-El Espíritu Santo: Es el poder de Dios en acción, para que se cumpla su voluntad. Son las "manos" de Dios.

PADRE + HIJO + ESPÍRITU SANTO = SANTÍSIMA TRINIDAD = UNO

(Somos Uno. Todo es un único Ser, una Consciencia Colectiva).
Por tanto, el Absoluto es el Todo (es la Consciencia Colectiva).

Según el cristianismo: "El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios"

Esta frase es la clave, lo dice todo: El hombre es "Dios", es el creador de toda la existencia.
El hombre crea la existencia a través de la mente, los pensamientos. Cuando no hay pensamientos, no hay mente, entonces solo hay vacío, nada.

Los pensamientos es la vibración que emite "Dios", y esta vibración es la que crea el mundo de la forma, la existencia (el Cosmos, que es el Hijo según el cristianismo).
La manera en como "Dios" crea el Cosmos es a través de su poder en acción, es decir, CONSCIENTEMENTE (es el Espíritu Santo según el Cristianismo).
Pero en realidad, el hombre no crea la existencia a través de la mente consciente, sino a través de la mente subconsciente...

Jesús dijo: “Que sea tu voluntad; así en el Cielo como en la Tierra”. 
Esta frase significa que se hace la voluntad de “Dios” (del Todo, del Ser, que es la Consciencia Colectiva). 
Todos nosotros somos esta Consciencia Colectiva, por tanto estamos continuamente creando a través de nuestros pensamientos (las vibraciones que emitimos) nuestra propia vida manifestada en formas.
Así pues, todo lo que acontece es creado por todos nosotros, ya que todos somos Consciencia Colectiva. 
Y Esta Consciencia Colectiva no es la mente pensante de los seres humanos, sino un Poder mucho más grande, llamado la Mente Subconsciente (lo que está en el “sótano”, en lo profundo, lo que no está en la superficie. Es la mente de la que no somos conscientes).

Es tu subconsciente quien está creando tu propia vida, y al estar tu subconsciente en unión con el subconsciente de toda la humanidad (todo está entrelazado), imagínate la vibración que se emite y que se materializa en forma de experiencias en esta dimensión física.
Si en el subconsciente colectivo hay negatividad, dolor acumulado y mucho sufrimiento de vidas y vidas pasadas ¿Qué se materializará en nuestro mundo físico?... Se materializará un mundo destructivo lleno de locura, caos, dolor, sufrimiento y destrucción.

Lo más importante es aprender a entrenar la mente, volviéndonos conscientes, despiertos, para que nuestro subconsciente no siga dirigiendo nuestras vidas. E ir SANANDO esa parte que está en nuestro subconsciente.
¿Y cómo sanarla? Tomando consciencia de ella... obsérvate... transforma tu energía en luz y amor, abraza tu ira, abraza tu dolor... usa la alquimia.
Ésta es la clave.
"Traer el Cielo a la Tierra" significa crear conscientemente, con una mente sana, con un subconsciente totalmente sano.

Camino al Despertar 


10 febrero 2015

¿CÓMO TRASCENDER LOS HÁBITOS?



La mente no es más que una acumulación de pasado. La mente es memoria.
Acumulas pasado... te aferras a él, pero el pasado ya se fue. 
¿Por qué te aferras a él? 
No puedes hacer nada con él, no puedes retroceder, no puedes deshacerlo... ¿por qué te aferras a él?
Porque lo consideras un tesoro. Y si crees que es un tesoro, es lógico que tu mente quiera revivirlo una y otra vez en el futuro.
Pero tu futuro no puede ser otra cosa más que tu pasado modificado... un poco retocado, un poco más decorado, pero va a ser lo mismo porque la mente no puede pensar en lo desconocido. La mente solo puede proyectar lo conocido, lo que ya sabes.
Hagas lo que hagas en el futuro, no será más que una continuación del pasado, a no ser que despiertes la consciencia.

Te enamoras de una mujer y la mujer muere.¿Cómo vas a encontrar ahora otra mujer? 

La otra mujer va a ser una forma modificada de tu difunta mujer; es la única manera que conoces.

Estaba el mulá Nasruddin en su lecho de muerte y alguien le preguntó: «Si te concedieran otra vida, ¿cómo la vivirías Nasruddin ¿Harías algún cambio?» 
Nasruddin consideró la cuestión con los ojos cerrados, se lo pensó, lo meditó, y después abrió los ojos y dijo: «Sí; si me concedieran otra vida, me peinaría con la raya en el medio. Siempre quise hacerla, pero mi padre siempre insistió en que no me peinara así. Y cuando mi padre murió, el pelo se me había condicionado de tal modo que ya no podía peinarme con la raya en el medio.»

¡No te rías!... Si te preguntaran qué harías si volvieras a vivir, introducirías pequeños cambios como ese. Un marido con una nariz distinta, una esposa con un tipo distinto, una casa más grande o más pequeña... pero todo eso es como peinarse con la raya en el medio: trivialidades, cosas no esenciales. Tu vida esencial seguiría siendo la misma. Lo has hecho muchas, muchísimas veces. Se te han concedido muchas vidas. Has vivido muchas veces; eres muy, muy antiguo. Eres tan antiguo como la existencia; y así debe ser porque eres parte de ella. 
Eres muy antiguo, pero has repetido los mismos patrones una y otra vez. La mente se proyecta a sí misma, y la mente es el pasado, así que tu futuro no va a ser distinto del pasado. 
¿Y qué es el pasado? ¿Lo que has hecho en el pasado? 
Hayas hecho lo que hayas hecho, bueno o malo, lo que sea, ello crea su propia repetición. Esa es la teoría del karma.
Cada acción que ejecutas, cada cosa que piensas, tiene su manera de persistir y repetirse una y otra vez.
Estás irritado, se te pasa el mal humor y crees que ya no estás irritado. Pero te equivocas. Aunque se ha pasado el mal humor, no ha ocurrido nada. La ira estaba en la superficie hace unos minutos; ahora ha pasado al subconsciente, a las profundidades de tu ser. Allí aguardará a que vuelva a llegar su momento. Es como una semilla bajo tierra, esperando la oportunidad adecuada, y entonces brotará otra vez a la superficie.

Has vivido basado en hábitos. El hábito persiste, tiene una energía propia. Poco a poco, el hábito se convertirá en el señor, y tú serás solo un sirviente, una sombra. Los hábitos te obligan a hacer ciertas cosas; eres una víctima. Los hindúes llaman a esto la teoría del karma. Eres prisionero del hábito, vives como un preso, como un esclavo. Y la prisión está constituida por tus hábitos y condicionamientos y con los actos que has realizado.
La ira surge de antiguas pautas que vienen del pasado. Y cuando surge la ira, tú procuras encontrar una excusa. Así es como tu ego sigue pensando que todavía eres tú quien manda. Pero no eres tú.

Si no te das cuenta de esto, seguirás siendo siempre un esclavo.

El dominio de uno mismo se adquiere cuando uno se da cuenta: «Soy absolutamente responsable de todo lo que me ocurre. Ocurra lo que ocurra, sin condiciones, el responsable absoluto soy yo.»
Solo puedes dejar de ser un esclavo de tus hábitos cuando te das cuenta de ellos, cuando tomas consciencia, cuando despiertas.

Osho 


09 febrero 2015

¿CÓMO DEJAR DE PENSAR?


Cuando mueres, todo está dispuesto a morir en tu cuerpo, excepto la mente. La mente abandona el cuerpo y penetra en otro, porque todavía no está preparada para morir. 
El renacimiento es de la mente. 
Cuando has alcanzado el estado de no-mente, entonces no hay renacimiento. Entonces simplemente mueres, todo se disuelve: tu cuerpo, tu mente... Entonces te haces uno con la existencia; ya no estás separado de ella. La separación la provoca la mente.
Pero no hay manera de detenerla a la fuerza. No seas violento. Muévete con cariño, con profunda reverencia, y empezará a ocurrir por sí solo. Tú limítate a observar y no tengas prisa.

La meditación no es un esfuerzo contra la mente, es una manera de comprender la mente. Es un modo muy cariñoso de contemplar la mente... pero hay que tener mucha paciencia. 

Esa mente que llevas en tu cabeza se ha ido formando durante siglos, milenios. Tu pequeña mente carga con toda la experiencia de la humanidad. Y no solo de la humanidad: también de animales, pájaros, plantas, rocas... Has pasado por todas esas experiencias.
En una cáscara de nuez muy pequeña, llevas toda la experiencia de la existencia. Eso es lo que es tu mente. 
En realidad, decir que es tuya no es correcto; es algo colectivo. Nos pertenece a todos.

La mente es un puente, un puente entre el cuerpo y la consciencia; entre el mundo y "Dios". No intentes destruirla.
Muchos han intentado destruirla por medio del Yoga. Eso es un uso equivocado del Yoga. Por ejemplo, si te pones de cabeza en "shirshsan", cabeza abajo, puedes destruir la mente con mucha facilidad, porque la sangre fluye en demasía a la cabeza, y esto destruye la mente.
Se ha utilizado el Yoga para matar la mente. Se pueden utilizar técnicas respiratorias para matar la mente. Ahora es la ciencia la que proporciona los últimos trucos: LSD, marihuana y otras sustancias; tarde o temprano aparecerán drogas cada vez más sofisticadas.
Pero si matas la mente, el ser humano desaparece.
La mente es un instrumento muy poderoso, no debes matarla, solo debes ser el amo; observándola. 
Tú eres el jefe, no debes dejar que la mente te domine, por eso debes estar consciente.
Cuando observas la mente, se detiene por sí sola, y entonces es hermosa.
Cuando algo sucede sin ninguna violencia, posee una belleza propia. Tiene un desarrollo natural.
La mente es tu floración. No la fuerces en modo alguno. Limítate a observar, con amor, con reverencia, y a ver lo que sucede. Los milagros ocurren por sí solos.


¿Cómo dejar de pensar? 

Basta con observar, con estar alerta. 

Y renuncia a esa idea de detener la mente, porque eso detendría su transformación natural.
Aunque pasen por tu mente pensamientos negativos, tú déjalos pasar. No hay nada malo. Mientras tú te mantengas distanciado, eso no hace ningún daño. Es solo ficción, estás viendo una película interior. Deja que siga a su manera y poco a poco te llevará al estado de no-mente.
La no-mente no está contra de la mente. La no-mente está más allá de la mente. 
La no-mente no se alcanza matando y destruyendo la mente. La no-mente se alcanza cuando has comprendido la mente de modo tan total que ya no es necesario el pensamiento... tu comprensión lo ha sustituido.

Osho


06 febrero 2015

¿QUÉ ES LA MENTE?



La mente no es una cosa, sino un suceso. 
Una cosa tiene sustancia, un suceso es solo un proceso. 
Una cosa es como una roca, un suceso es como una ola. Existe, pero no tiene sustancia. Es solo algo que ocurre entre el viento y el mar, un proceso, un fenómeno.
Si tuviera sustancia, no se podría disolver. Como no tiene sustancia, puede desaparecer sin dejar la menor huella.
Cuando una ola desaparece en el océano, ¿qué queda? Nada, ni siquiera una huella.

La mente es solo un proceso. De hecho, la mente no existe: solo existen pensamientos. Pensamientos que se mueven tan rápido que a ti te parece y sientes que existe algo con continuidad.

Viene un pensamiento, y después otro, y otro, y muchos más...
Hay tan poca separación entre ellos que no puedes percibir el intervalo entre un pensamiento y otro. Y así, dos pensamientos se unen, forman una continuidad, y debido a esa continuidad tú crees que hay una mente.
Existen pensamientos, pero no “mente”. Igual que existen electrones, pero no materia.
Los pensamientos existen; la mente no existe. La mente es solo apariencia. Y cuando miras hacia las profundidades de la mente, ésta desaparece. Quedan pensamientos, pero cuando la mente ha desaparecido y solo existen pensamientos individuales, muchas cosas se resuelven al instante.

Lo primero de lo que te das cuenta es de que los pensamientos son como nubes: van y vienen, y tú eres el cielo. 
Cuando no hay mente, te llega inmediatamente la percepción de que ya no participas en los pensamientos.
Los pensamientos están ahí, pasando a través de ti como pasan las nubes a través del cielo, o el viento a través de los árboles. 
Los pensamientos pasan a través de ti, y pueden pasar porque tú eres un inmenso vacío. No hay impedimento, no hay obstáculos.
Tu cielo está abierto hasta el infinito; los pensamientos van y vienen. 
Y cuando empiezas a sentir que los pensamientos van y vienen y que tú eres un observador, un testigo, se adquiere dominio sobre la mente.

La mente no se puede controlar en el sentido ordinario. 

En primer lugar, dado que no existe, ¿cómo vas a poder controlarla? 
En segundo lugar, ¿quién va a controlar la mente?
Porque más allá de la mente, no existe nadie... más allá de la mente solo está la nada. 
¿Quién va a controlar la mente? 
Si alguien estuviera controlando la mente, sería solo una parte, un fragmento de la mente controlando otro fragmento de la mente. Eso es el ego.

La mente no se puede controlar de ese modo. No existe, y no hay nadie para controlarla. 
El vacío interior puede ver, pero no puede controlar. Puede mirar, pero no puede controlar. Pero la simple mirada es el control; el fenómeno mismo de la observación, de ser testigo, se convierte en maestría porque la mente desaparece.
Es como cuando vas andando en una noche oscura y echas a correr porque tienes miedo de alguien que te sigue. Y ese alguien no es más que tu propia sombra. Y cuanto más corras, más cerca estará tu sombra. No importa la velocidad a la que corras; la sombra seguirá ahí. Cada vez que te vuelves a mirar, la sombra sigue detrás de ti. Esa no es manera de escapar de ella, y ni es la manera de controlarla. Tendrás que pararte a mirar bien la sombra. Quédate quieto y mira la sombra, y la sombra desaparece, porque la sombra no existe; es solo una ausencia de luz.

La mente no es nada más que la ausencia de tu presencia.

Cuando te sientas en silencio, cuando miras a las profundidades de la mente, la mente simplemente desaparece.
Quedan pensamientos, que son existenciales, pero la mente no se ve por ninguna parte.

Cuando la mente desaparece, se hace posible una segunda percepción: puedes ver que los pensamientos no son tuyos. 

Claro que te llegan y a veces se quedan algún tiempo en ti, y después se marchan. Eres una parada en su camino, pero no se originan en ti. 
¿Te has fijado alguna vez en que de ti no ha surgido ni un solo pensamiento? Ni un solo pensamiento se ha formado por medio de tu ser; siempre vienen del exterior. No te pertenecen: planean sobre ti sin raíces, sin hogar. Siguen moviéndose por sí solos; tú no tienes que hacer nada. Si te limitas a observar, adquieres control.

La palabra control no es muy adecuada porque no hay nadie que controle y no hay nada que sea controlado. Las palabras son cosa de la mente, pertenecen al mundo de los pensamientos. Pero las palabras ayudan a entender lo que sucede: cuando miras al fondo, la mente queda controlada; de pronto, te conviertes en el amo y señor. Los pensamientos están ahí, pero ya no te dominan. No pueden hacerte nada, simplemente van y vienen; tú te mantienes intacto, como una flor de loto bajo la lluvia. Las gotas de agua caen sobre los pétalos, pero resbalan sin tan siquiera tocar la flor. El loto se mantiene intacto.
Por eso en Oriente el loto ha adquirido tanta importancia, tanto simbolismo. El principal símbolo surgido de Oriente es el loto. Contiene todo el significado de la conciencia oriental. Dice: «Sé un loto, eso es todo. Mantente intacto y tendrás el control. Mantente intacto y serás el amo.»

La mente es como las olas: una perturbación. 

Cuando el mar está en calma, tranquilo, sin perturbaciones, no hay olas. 
Cuando el océano es perturbado por las mareas o por un viento fuerte, cuando se forman olas enormes y toda la superficie es un caos, entonces, desde cierto punto de vista, la mente existe. 
Todo esto son metáforas para ayudarte a comprender cierta cualidad interior que no se puede explicar con palabras.

La mente es una perturbación de la conciencia, como las olas son una perturbación del mar. Algo ajeno ha intervenido: el viento. 
Algo procedente del exterior le ha ocurrido a la conciencia -los pensamientos-, y se produce el caos. 
Pero el caos siempre está en la superficie. Las olas siempre están en la superficie. En las profundidades no hay oleaje; no puede haberlo, porque el viento no puede penetrar en las profundidades.
Así pues, todo ocurre en la superficie. 
Si te desplazas hacia dentro, adquieres control, llegas al centro. De pronto, aunque la superficie esté perturbada, tú ya no estás perturbado.

Toda la ciencia de la meditación consiste simplemente en centrarse, en moverse hacia el centro, echar raíces allí, quedarse a vivir allí. Y desde allí, toda la perspectiva cambia. 
Ahora, aunque haya olas, no pueden alcanzarte. Y ahora puedes darte cuenta de que no te pertenecen a ti, que solo hay un conflicto en la superficie con algo ajeno.
Y cuando miras desde el centro, el conflicto acaba por desaparecer. 
Poco a poco te relajas. Poco a poco vas aceptando que sopla un viento muy fuerte y se van a formar olas, pero a ti eso no te preocupa. Y cuando no estás preocupado, puedes disfrutar hasta de las olas. 
El problema surge cuando también tú estás en la superficie.
Si te pones a luchar con la olas (pensamientos), serás derrotado. Luchar no sirve de nada; tienes que aceptar las olas.
Las olas están ahí; tú simplemente te dejas llevar, simplemente fluyes con ellas, no contra ellas. Te conviertes en parte de ellas. Entonces surge una enorme felicidad.
En cuanto llegas al centro, empiezas a disfrutar con todo lo que ocurre en la superficie.
Centrarse en la conciencia es el dominio de la mente.

Desde otro punto de vista, la mente es como el polvo que se va acumulando en la ropa de un viajero. 

Y has estado viajando y viajando durante millones de vidas, sin bañarte ni una sola vez. 
Naturalmente, se ha acumulado mucho polvo. Eso no tiene nada de malo, es natural que ocurra. Capas y más capas de polvo, y tú crees que esas capas son tu personalidad. 
Te has llegado a identificar tanto con ellas, has vivido tanto tiempo con esas capas de polvo, que las confundes con tu piel. Te has identificado con ellas.

No hay necesidad de identificarse con él, no hay necesidad de unificarse con él, porque si te haces uno con él vas a tener problemas, porque tú no eres el polvo, eres conciencia.

La mente es como el polvo acumulado durante millones de viajes.

La auténtica actitud espiritual consiste simplemente en tirar la ropa. No te molestes en lavarla, porque no se puede lavar. Simplemente despréndete de ella como se desprende una serpiente de su piel vieja.

La mente es el pasado, la memoria, todas las experiencias acumuladas. Todo lo que has hecho, todo lo que has pensado; todo lo que has deseado, todo lo que has soñado... todo, tu pasado total, tu memoria. Y a menos que te desprendas de la memoria, no serás capaz de dominar la mente.


¿Cómo librarse de la memoria?


Siempre está ahí, siguiéndote. De hecho, tú eres la memoria, así que ¿cómo desprenderse de ella?
Cuando te pregunto: «¿Quién eres tú?», me dices tu nombre. Eso es tu memoria. Tus padres te pusieron ese nombre. 
Yo te pregunto: «¿Quién eres?» y tú me hablas de tu familia, de tu padre, de tu madre... Eso es un recuerdo. 
Yo te pregunto: «¿Quién eres?», y tú me hablas de tus estudios de tus títulos, de que eres diplomado en arte o doctor en medicina, o ingeniero, o arquitecto. Eso es un recuerdo.
Cuando te pregunto: «¿Quién eres?», si de verdad miraras en tu interior, tu única respuesta posible sería: «No lo sé.»
Digas lo que digas, será un recuerdo, no tú. 

La única respuesta verdadera es «No lo sé».


Los sabios, los que saben, guardan silencio. Porque si se descarta toda la memoria y se descarta toda la mente, entonces no se puede decir quién soy.

La respuesta no se puede dar en palabras, porque cualquier cosa que se diga con palabras será parte de la memoria, parte de la mente, no de la conciencia.

¿Cómo librarse de los recuerdos?

Obsérvalos, sé testigo de ellos. 

Y recuerda siempre: «esto me ha pasado a mí, pero yo no soy esto».
Cuando te observas, te enfrentas por primera vez a ti mismo, te encuentras con tu propio ser.
Sigue suprimiendo todas las identidades que no son tú: tu nombre, tu familia, tu cuerpo, la mente. En ese vacío, cuando todo lo que no eres tú ha sido eliminado, tu ser emerge de pronto. Por primera vez te encuentras contigo mismo, y ese encuentro se convierte en maestría.

No se puede detener el pensamiento. Se detiene por sí solo. 

Esta distinción hay que entenderla bien; de lo contrario, te volverás loco persiguiendo a tu mente.
El esfuerzo de detenerlo creará más ansiedad, creará conflictos, hará que te dividas. Vivirás en un constante torbellino interior. Eso no te va a servir de nada.
No hay manera de detener la mente. Pero la mente se detiene... de eso no cabe duda. Se detiene por si sola.

¿Qué es lo que hay que hacer? 

Es una pregunta importante. Simplemente observa... Observa la mente, déjala fluir. Déjala en completa libertad. Deja que corra tan rápido como quiera. No intentes controlarlo de modo alguno, limítate a ser testigo.

Obsérvala, disfrútala... Es hermosa! La mente es uno de los mecanismos más hermosos. La mente sigue siendo la obra maestra; tan complicada, tan tremendamente poderosa, con tantísimas posibilidades.
No la mires como un enemigo, porque si miras la mente como un enemigo, ya la miras con prejuicios, ya estás en contra.
Observar la mente significa mirarla con profundo amor, con profundo respeto, con reverencia. Es un don divino. 
La mente en sí misma no tiene nada de malo. Pensar no tiene nada de malo, es un proceso muy bello. Las nubes que se mueven por el cielo son bellas. ¿Por qué no van a serlo los pensamientos que se mueven en el cielo interior?
La mente sigue ahí, pero tú puedes utilizarla o no. Ahora eres tú el que decides. Como con las piernas: si quieres correr, las utilizas; si no quieres correr, dejas que descansen. Las piernas siguen ahí. Del mismo modo, la mente siempre está ahí.

Osho 


02 febrero 2015

¿CÓMO CENTRARSE EN UNO MISMO?


¿Cómo logra uno centrarse para Ser y no seguir en el ego? 
La técnica consiste en ser testigo.
La palabra testigo es una palabra muy importante. Existen cientos de técnicas para centrarse, pero hacerse testigo; es una parte necesaria, una parte básica. Sea cual sea la técnica, la parte esencial es hacerse testigo. No se trata de una simple técnica; el proceso de hacerse testigo es la parte esencial de todas las técnicas.
Así que primero debemos entender lo que es ser testigo, y después podremos entender cómo ser testigo.

Sabemos pensar, y hay que empezar por pensar para saber lo que significa ser testigo, porque hay que empezar por algo que uno conozca. Sabemos pensar... pensar significa tener juicio; ves algo y lo juzgas. Ves una flor y dices que es bonita o que no lo es. Oyes una canción y te gusta o no te gusta. Las cosas te gustan o te disgustan. Pensar es juzgar; en cuanto empiezas a pensar, has empezado a juzgar.
Pensar es evaluar, es clasificar. En cuanto tienes clasificada una cosa -cuando la has etiquetado, le has puesto nombre-, has pensado en ella.

Es imposible pensar si no vas a juzgar. 
Si no vas a juzgar, puedes mantenerte consciente, pero no puedes pensar.
Aquí hay una flor, y yo te digo: «Mírala, pero no pienses. Ve la flor, pero no pienses.» 
¿Qué puedes hacer? Si no se te permite pensar, ¿qué puedes hacer? 
Solo puedes ser testigo; solo puedes estar consciente. Solo puedes tomar conciencia de la flor. La flor está ahí. Ahora puedes encontrarte con ella.
Si no se te permite pensar, no puedes decir: «Es bonita, no es bonita, la conozco...es muy rara, no la había visto nunca, etc». No puedes decir nada. No se pueden utilizar palabras porque cada palabra es un juicio. Así que no puedes utilizar el lenguaje, no puedes verbalizar. 
Si yo digo «Esto es una flor, mírala, pero no pienses», la verbalización no está permitida. Entonces, ¿qué puedes hacer? 
Solo puedes ser testigo. 
Si estás ahí sin pensar, solo delante de algo, eso es ser testigo.
Ser testigo, pues, es una conciencia pasiva. Recuerda pasiva. 
El pensamiento es activo, estás haciendo algo. Veas lo que veas, estás haciendo algo con ello. Y en cuanto haces algo, has cambiado la cosa.
Veo una flor y digo: "¡Qué bonita!". Ya la he cambiado. He impuesto algo a la flor. Ahora, sea la flor que sea, para mí es una flor, más mi sensación de que es bonita. Ahora la flor está muy lejos; entre la flor y yo se interpone mi sentido del juicio, mi evaluación de que es bonita.
Esta sensación de que la flor es bonita, no pertenece a la flor, me pertenece a mí. He penetrado en el hecho. Ahora el hecho ya no es virgen. Lo he corrompido. Mi mente ha entrado a formar parte de él. La he juzgado por medio de mis conocimientos pasados.
Tus experiencias del pasado, tus conceptos del pasado, te dicen que una cosa así es bonita... la has juzgado de acuerdo con tu pasado. La mente equivale a tu pasado, tus recuerdos. Pensar significa imponer el pasado a un hecho presente.
Por eso pensar nunca puede llevarte a la verdad... porque la verdad es virgen y hay que afrontarla en toda su virginidad. En cuanto metes en ella tu pasado, la estás destruyendo. Se convierte en una interpretación. Se ha perdido la pureza.

Pensar significa imponer tu pasado en el presente. 
Ser testigo significa que no hay pasado solo presente; nada de imponer el pasado.
Ser testigo es algo pasivo. No estás haciendo nada... solo eres. Simplemente, estás ahí. Solo tú estás presente. La flor está presente, tú estás presente... entonces existe una relación de testimonio.
Pensar es activo, es hacer algo. Ser testigo es pasivo, es no hacer nada, solo ser.
Detenerse, dejar de pensar, es el primer paso para hacerse testigo. Dejar de pensar es ser testigo.

¿Y qué hay que hacer? 


Porque pensar es un hábito muy arraigado en nosotros. 

Se ha convertido en una cosa mecánica, de robots. 
Ya no es que tú pienses; ya no es decisión tuya, es un hábito mecánico... no puedes hacer otra cosa. En cuanto aparece la flor, empieza el pensamiento.
Cuando digo «la flor es bonita», la flor desaparece para mí. Ahora tengo en la mente la imagen de la flor, no la flor misma. Ahora la flor es una imagen en la mente, un pensamiento en la mente, pero la flor ya no está ahí.
Cuando verbalizas, te cierras a la experiencia. 
Cuando estás consciente de manera no verbal, estás abierto, vulnerable. Ser testigo significa abrirse constantemente a la experiencia, no cerrarse.

¿Qué hacer? 

Hay que romper de algún modo este hábito mecánico que llamamos pensar.

Hagas lo que hagas, procura hacerlo no verbalmente. 
Es difícil, es duro, y al principio parece absolutamente imposible, pero no lo es. No es imposible, solo es difícil. 
Si vas andando por la calle, camina no verbalmente. Solo camina, aunque sea tan solo durante unos segundos, y tendrás un vislumbre de un mundo diferente, un mundo no verbal, el mundo real. No el mundo de la mente que el hombre ha creado dentro de sí mismo.
Si estás comiendo... come no verbalmente. 

Alguien le preguntó a Bokuju, un gran maestro zen: 

-«¿Cuál es tu camino, cuál es tu método?» 
Y Bokuju dijo: 
-«Mi método es muy simple: cuando tengo hambre, como; cuando tengo sueño, duermo... y eso es todo.»
El hombre quedó desconcertado y dijo:
-¿Qué dices? Yo también como y también duermo, y todo el mundo hace lo mismo. ¿Qué tiene eso para que lo llames un camino?
Y Bokuju dijo:
-Cuando tú comes, estás haciendo muchas cosas, no solo comer. Y cuando duermes, estás haciendo de todo menos dormir. Pero cuando yo como, simplemente como; cuando duermo, simplemente duermo. Todos mis actos son totales.

Todos los actos se vuelven totales cuando dejas de ser verbal. Así que intenta comer sin ninguna verbalización en la mente, sin ningún pensamiento en la mente. Solo come... y entonces comer se convierte en meditación, porque cuando dejas de ser verbal te conviertes en testigo.
Camina, come, date un baño o siéntate en silencio. Después, simplemente siéntate; y después sé «una sentada». No pienses. Entonces, hasta estar sentado se puede convertir en meditación; el simple andar se puede convertir en meditación.
Cuando bebes té sin pensar, simplemente bebes té. Es solo beber. No hay un "yo", simplemente hay "beber té", el "yo" ya no existe.
Si el pensador está ahí, el "yo" está ahí, ahí está el ego. Pero si solo hay acción sin nada de verbalización, sin pensamiento, no hay ego.
¡Tú no existes! Si eres testigo, no existes. El «yo» se forma por medio de pensamientos.

Osho