22 diciembre 2013

SANAR EL CUERPO CON LA MENTE


La meditación, el pensamiento positivo, la fe espiritual, la intención, la hipnosis, la confianza, los sueños lúcidos, el placebo, son algunas de las formas a través de las que la ciencia moderna ha redescubierto que la mente es capaz de operar y sanar el cuerpo.

El Dhammapada, uno de los textos budistas más influyentes inicia así: “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos”.
Estas palabras son atribuidas a Buda y se remontan unos 2500 años atrás, tiempo también que ha tardado la ciencia occidental en reconocer el poder de la mente sobre el cuerpo.
En la actualidad, la ciencia reconoce que el pensamiento es fundamental en moldear los estados físicos que experimentamos.
Ahora la ciencia, apoyada en investigaciones rigurosas, puede constatar que la mente es clave en la salud, y probablemente sea el “ingrediente activo” más importante de toda la medicina.

Personas que muestran un alto grado de fe, confianza en sí mismos o en los placebos, que meditan, visualizan o hacen algún tipo de proyección mental, responden mejor a los tratamientos, se enferman menos y tienen una mayor calidad de vida.
Personas sometidas al estrés, que exhiben poca confianza –interés e intención–, que pueden ser calificadas como pesimistas y que no utilizan su mente como herramienta para transformar su cuerpo, por el contrario, tienden a enfermarse más y a responder con menor efectividad a todo tipo de tratamientos.

Nuestros estados mentales se convierten en nuestro estados físicos. La mayoría de nuestras enfermedades son el resultados de procesos psíquicos.
Además de explorar diversas técnicas de mentalización para sanar, habría que reflexionar sobre aquellos pensamientos y patrones mentales que nos han llevado a enfermar, muchos de ellos se ocultarán en nuestro inconsciente y querremos evitar enfrentarlos, pero en el proceso de detectarlos y observarlos estaremos iniciando un viaje vital de autoconocimiento en el que cada uno de nosotros puede convertirse en su propio chamán –verdaderamente en el único médico que puede hacer sanar de raíz.
Hasta que no hagamos consciente nuestro inconsciente, como enfatizó Carl Jung, seremos susceptibles a una serie de contingencias que permanentemente amenzan con tomar el control de nuestro cuerpo y de la dirección que lleva nuestra vida.

Cada pensamiento, cada actividad mental que realizas es una semilla de lo que serás.

Como suele decirse en el yoga: “el cuerpo no es sólido, sólo la mente”.
En la medida en la que seamos capaces, a través de la disciplina, de generar estados mentales suficientemente flexibles podremos seguramente superar los escollos del cuerpo y de ese supuesto determinismo inexorable que presenta la genética.


MEDITACIÓN:

La meditación es una de las prácticas más importantes para regenerar el organismo.
Existe evidencia de que la meditación estimula la repuesta inmunológica en personas con cáncer y en personas que han recibido vacunas, protege de la depresión, retarda la progresión del VIH e incluso sirve para limpiar impurezas de la piel. 
La mente no sólo es una herramienta para sanar el cuerpo, también para embellecerlo.

El antiguo maestro Nagarjuna en su texto String of Precious Jewels escribió: “la paciencia es abandonar los sentimientos de enojo” y  ”la paciencia trae la belleza”.
Para cultivar la paciencia –y su potencial de belleza–, nada como meditar.
La meditación ha mostrado un interesante potencial para combatir el envejecimiento.

La meditación trabaja influyendo en las vías de respuesta al estrés. Las personas que meditan tienen menores niveles de cortisol y muestran cambios en la amígdala, la zona del cerebro que regula el miedo y la respuesta a una amenaza (como el comportamiento de huir y luchar).

Una de las investigadoras del estudio citado, Elissa Epel, de la Universidad de California, afirman que la meditación puede “aumentar las vías de restauración y aumento de salud”, al detonar una serie de hormonas sexuales y de crecimiento.
El poder de la meditación no requiere de un arduo amaestramiento para hacerse sentir, la meditación  puede causar cambios estructurales en el cerebro con tan sólo 11 horas de entrenamiento.
Entre otros de los efectos positivos para la salud documentados de la meditación están haber disminuido la violencia en una prisión, combatir el déficit de atención y la depresión, reducir hasta en un 50% la posibilidad de un ataque cardíaco y ser más efectiva que los medicamentos industriales contra el dolor.

Los beneficios de la meditación son muchos, entre ellos:



EL PENSAMIENTO POSITIVO:

Nunca subestimes el poder del pensamiento positivo, aunque esto pueda parecer una solución demasiado simple para un problema. El verdadero problema yace en poder sostener el pensamiento positivo e intencionado por una buena cantidad de tiempo.

Las personas optimistas se recuperan más rápido de los procedimientos quirúrgicos, tienen sistemas inmunológicos más sanos, viven más en general.
En cambio el pensamiento negativo y la ansiedad son importantes causas de enfermedades. 

Los científicos empiezan a descubrir que las creencias positivas no sólo funcionan aplacando el estrés. Sentirse sano y salvo, o creer que las cosas saldrán bien, ayuda al cuerpo a mantenerse y repararse. 
La bondad psicofísica del optimismo se traduce en la reducción de los niveles de inflamación y de hormonas de estrés como el cortisol. También puede estimular el sistema nervioso parasimpático, el cual gobierna la respuesta de “descansar y digerir”, opuesta a “correr y pelear” (a veces traducida como de huir y luchar).
Tan útil como ver positivo el futuro es verte a ti mismo de manera favorable.

FE ESPIRITUAL:

En un estudio realizado con 50 personas que tenían cáncer en los pulmones, aquellos que tenían “fe espiritual” respondieron mejor a la quimoterapia y vivieron por más tiempo: más del 40% de ellos estaba vivo después de tres años, comparado con sólo un 10% en el grupo de poca fe.

Existen numerosos estudios que muestran que las personas espirituales y religiosas tienen mejor salud que las que no lo son.
Algunos científicos creen que lo que verdaderamente tiene efectos en la salud es el tener una intención o un sentido de propósito en la vida, sea la que sea. Esto hace que se manejen las situaciones consistentemente con menos estrés, lo cual como hemos visto tiene una cuantiosa serie de beneficios.
Uno de los investigadores que realizó el estudio de la meditación y la telomerasa cree que probablemente  el sentido de propósito y la intención fueron al menos tan importantes como la misma meditación en aumentar los niveles de la enzima que repara la telomerasa.
El dotar a la mente de una clara intención –de curarse, de mejorar, de aprender, etc.– es una forma de avisarle de que estamos dispuestos a aceptar transformar la realidad.

HIPNOSIS:

La hipnosis se estudia desde al menos el siglo 19.
Los pacientes hipnotizados pueden influir partes de su cuerpo de forma profunda y novedosa, como si tuvieran mayor injerencia o accedieran una mayor capacidad operativa. Algunas personas son capaces de autohipnotizarse, lo cual abre un amplio campo de posibilidades autocurativas.

Entre la hipnosis y la meditación está la terapia de regresión, en la que un paciente viaja mentalmente a sus recuerdos, representando una narrativa, y enfrenta simbólicamente sus conflictos para de esta forma, en un estado de profundidad psíquica, desamarrar los cuerpos mentales que bloquean la vías por las cuales fluye la energía vital.

SUEÑOS LÚCIDOS:

Uno de los más interesantes e inexplorados campos de la autosanación son los sueños lúcidos.
El pionero en este campo, el Dr Stephen Laberge, de la Universidad de Stanford, ha demostrado que fisiológicamente las experiencias que se viven dentro de un sueño lúcido son análogas a las que se viven despiertos. El cuerpo presenta las mismas respuestas fisiológicas durante el sueño que en la realidad física. Esto abre la puerta para que las personas que logran controlar sus sueños puedan utilizarlos como escenarios de prueba, salas de operación, en los que experimenten con el poder de su intención posiblemente simulando acontecimientos de sanación. 
Si sabemos que lo que sucede en un sueño lúcido sucede con la misma o casi la misma potencia en el cuerpo que lo que sucede despierto, y sabemos que la mente es capaz de detonar una serie de respuestas que desencadenan mecanismos de sanación, entonces ir al doctor durante un sueño puede servirnos tanto como ir al doctor despiertos.

Laberge afirma: “Existen sugerencias y anécdotas que señalan que los sueños lúcidos pueden ser útiles para la sanación. Basándose en experimentos llevados a cabo en el pasado que muestran una fuerte correspondencia entre las tareas realizadas en el estado de sueño y los efectos que tienen en el cerebro y en menor medida en el cuerpo, se ha hecho la sugerencia que sueños lúcido específicos podrían facilitar  los procesos de sanación del cerebro”.

El potencial de sanación de los sueños tiene que ver también, al igual que la hipnosis, con la posibilidad de que en estos estados podamos acceder a partes de nuestro cerebro que pueden enviar órdenes al cuerpo con mayor determinación o simplemente usar partes que no usamos pueda ser en sí mismo un acto saludable.

PLACEBO:

Repetidos padecimientos, desde la depresión, el Parkinson, la osteoartritis, la esclerosis múltiple y por supuesto la depresión se benefician del tratamiento con placebo. Estudios muestran cambios notables bajo el influjo del placebo, tales como la generación de analgésicos naturales, alteración en los patrones de excitación neuronal, disminución en la presión sanguínea y en el ritmo cardiaco y una mejoría en la respuesta inmunológica. Incluso hay evidencia de que algunos fármacos funcionan amplificando el efecto placebo –cuando las personas no saben que las están tomando dejan de funcionar.
El placebo es especialmente una prueba del poder de la mente de programar al cuerpo.

LA SOLEDAD, LA ACTITUD HACIA LOS DEMÁS:

Recientes estudios científicos muestran que la soledad –más como un estado mental que un hecho físico– puede incrementar el riesgo de sufrir ataques cardíacos, demencia, depresión y otros padecimientos.
Por otro lado las personas que están satisfechas con sus vidas sociales duermen más, envejecen más lento y responden mejor a las vacunas.

Según John Cacioppo de la Universidad de Chicago, las personas que llevan vidas sociales estimulantes y ricas, no se enferman tanto y viven más tiempo.
Pero John Cacioppo defiende que existen mecanismos directos relacionados a la soledad que brindan un déficit en la salud.

Los efectos de la soledad se hacen sentir conforme a una persona se percibe a sí misma y no en relación a su contacto social cuantitativo. Estar entre personas hostiles puede ser tan peligroso como estar solo.
Lo importante es cómo el cerebro procesa esta soledad y cómo es capaz de reforzar sus relaciones con el mundo.
Puedes estar rodeado de muchas personas pero tú sientes soledad. Esto no beneficia tu salud.
Puedes estar solo, pero si tú no sientes soledad, esto es beneficioso para tu salud.