En el sueño fueron a lugares, se casaron, tuvieron hijos, envejecieron, después despertaron y recuerdan a medias el sueño y recuerdan a medias el mundo en el que han despertado.
Entonces, ¿cuál es real? ¿el mundo o el sueño?
Ambos son iguales. No hay ninguna diferencia real.
Ustedes se aferran a este mundo, en la misma forma en que se aferran a su sueño.
Ustedes se han aferrado a la enfermedad, a la salud, al bien, al mal, a la felicidad, a la infelicidad. Todos son conceptos.
Se han apegado a personas, lugares o cosas.
Se han olvidado de que esto es un sueño. Creen que es real y debido a que creen que es real, sufren en consecuencia.
Cada vez que dejan su cuerpo (muerte física), tendrán que volver una y otra y otra vez. Todo es parte del sueño, hasta que se desapeguen.
¿Cómo se hace?
A través de simplemente observar lo que pasa a su alrededor sin apegarse a nada. Estando despiertos a su realidad. Entendiendo que no son el hacedor. Todo lo que ustedes hacen ha sido predeterminado. Así será.
Tienen que soltar mentalmente todo condicionamiento, toda objetividad. Y tienen que aquietar su mente. Hagan de su mente un lugar apacible, como un lago en absoluta calma.
Entonces, la realidad llegará por sí sola. La felicidad llegará por sí sola. La paz llegará por sí sola. El amor llegará por sí solo. La libertad llegará por sí sola.
Estas cosas son sinónimos. Suceden sin que ni siquiera tengan que pensar en ellas. Pero primero tienen que deshacerse de la idea de que "Yo soy el cuerpo, o la mente, o el hacedor" y entonces, todo sucederá por sí mismo.
No son los libros que leen, ni lo que estudian, ni las clases a las que asistan. Es sentarse, en paz, profundizando cada vez más dentro de ustedes mismos. Trascendiendo su mente y cuerpo hasta que suceda algo.
Cuando surjan pensamientos, simplemente pregúntense, "¿A quién le llegan estos pensamientos? ¿De donde provienen estos pensamientos?," sigan a los pensamientos hasta su fuente. Encuentren la fuente de sus pensamientos. Descubrirán que la fuente de sus pensamientos es yo.
Sigan el hilo de este yo hasta su fuente preguntándose, "¿Quién soy yo?" o "¿Cuál es la fuente del yo? ¿De dónde proviene ese yo?
Se darán cuenta que el pronombre yo, es la primer palabra que fue dicha y todo lo demás es adjudicado a este yo.
Cualquier otra palabra, cualquier otro pensamiento, cualquier otro sentimiento, cualquier otra emoción, todo es adjudicado al yo.
Yo me siento feliz. Yo me siento triste. Yo me siento enfermo. Yo me siento bien. Yo me siento pobre. Yo me siento rico. Todo es adjudicado al yo...
Si el yo se disuelve, todo lo demás lo hace, y ustedes serán libres.
Averigüen para quién hay un yo y descubrirán algo increíble.
Descubrirán que yo jamás ha existido. Nunca hubo un yo. Descubrirán que nunca ha habido un yo. No hay tal cosa como un yo. Ustedes descubrirán que son el Ser imperecedero. Que nunca nacieron y que nunca podrán morir. Descubrirán que son omnipresentes, omniscientes, omnipotentes. Que no hay otros.
No hay mundo. No hay universo. No hay Dios. Sólo hay el Ser.
Todo esto es el Ser. Todo lo que contemplan es el Ser y "Yo-soy" es eso. Esto les dará una sensación de libertad, de dicha, de felicidad. No perderán su capacidad de estar conscientes.
Cuando hablo de estas cosas, la gente cree que se trata de una completa aniquilación y que no queda absolutamente nada. Que se funden en el gran océano del nirvana. Esto no es necesariamente cierto. Ustedes siempre serán conciencia. Siempre serán inteligencia pura porque esa es su verdadera naturaleza. Siempre serán dichosos. Excepto que comprenderán que no son lo que parecen ser.
Su cuerpo aparentará seguir haciendo cosas, haciendo sus movimientos. Ustedes parecerán personas comunes y corrientes, pero sabrán. Se habrán elevado por encima del mundo ordinario hacia el mundo celestial de la consciencia pura y estarán en paz.
Robert Adams