distracciones, distracciones...
Llevamos un velo que oscurece nuestra propia esencia.
Ese velo son nuestros pensamientos
y el apego a ellos.
Cuando surge la mente,
ésta reclama nuestra atención...
Nos atrapa con sus historias
y nos perdemos completamente en sus garras.
Ruido y más ruido en la cabeza...
qué locura más grande es ésta!
la actividad mental que está actuando
sigue y sigue sin descanso.
Solo cuando llego al punto de estar harto,
cansado y agotado de tanto "llanto mental",
es cuando me rindo
y me adentro a ese lugar de paz,
que está en mi corazón.
Cuando la locura que produce el pensamiento,
llega a sobrepasar mi capacidad de resistencia,
es cuando finalmente, abandono la lucha interna y me entrego,
para descansar tranquilamente,
en mi zona de bienestar.
Ahora puedo ver de verdad...
mi visión ya no está cubierta por el velo oscuro...
Ahora me doy cuenta de la Realidad,
y de que el pensamiento puede cesar.
Mas cuando no le doy importancia,
lo observo, lo ignoro y permito que esté allá,
mientras reposo en mi propia paz,
una gran dicha surge de mi interior
y todo brilla a mi alrededor.
Cuando la atención deja de permanecer allá,
para posarse en el que observa y es consciente,
la inercia de estar siempre atendiendo el exterior se detiene,
y surge un estado realmente liberador.
Ahora sabes lo que Eres,
y ya más nada puede oscurecer esa sensación.
Camino al Despertar