22 marzo 2014

LAS FORMACIONES INTERIORES


Vamos a usar la imagen de una casa, para representar nuestra conciencia e identificar en ella dos partes: el sótano será la conciencia-receptáculo; y la sala de estar, la mente consciente.
Las formaciones interiores, como la ira, se encuentran en la conciencia-receptáculo, en el sótano, bajo la forma de una simiente; hasta que oyes, lees o piensas algo que despierta la semilla de la ira. Entonces crece y se manifiesta al nivel de la mente consciente, tu sala de estar. Se manifiesta como una zona de energía que hace que el ambiente de tu sala de estar sea pesado y desagradable.
Cuando la energía de la ira surge, sufrimos.
Siempre que la ira se manifiesta, el practicante invita también en el acto a la energía de ser consciente a manifestarse, a través de la práctica de caminar y respirar conscientemente. De esta forma, se crea otra zona de energía: la energía de ser consciente.
Es muy importante aprender a caminar y respirar, a limpiar y trabajar de manera consciente y a practicar además el ser conscientes en nuestra vida cotidiana. Así, cada vez que se manifieste una energía negativa, sabremos generar la energía de ser conscientes, para abrazarla y cuidar de ella. 

En nuestro cuerpo hay toxinas, y si la sangre no circula bien, estas toxinas se acumularán en determinados lugares. Para conservar la salud, nuestro organismo necesita expulsar esas toxinas.
Los masajes estimulan la circulación sanguínea.
Cuando la sangre circula bien, alimenta órganos como los riñones, el hígado y los pulmones, para que puedan expulsar las toxinas del cuerpo. Por eso es importante que la sangre circule bien.
Beber mucha agua y hacer la práctica de respirar profundamente, ayuda también a expulsar las toxinas del cuerpo a través de la piel, los pulmones, la orina y los excrementos.
Todas las prácticas que nos ayudan a eliminar las toxinas del cuerpo, son muy importantes.
Supón ahora que en mi cuerpo hay una zona muy dolorosa, porque las toxinas se han acumulado en ella. Cada vez que la toco, me duele; esto equivaldría a tocar un nudo interior que se hubiera formado en la mente.
La energía de ser consciente, la práctica de ser consciente, es como la práctica de dar un masaje a una formación interior; quizá tengas un bloque de sufrimiento, dolor, pesar o desesperanza en ti, algo que constituye un veneno, una toxina en tu conciencia. Has de practicar el ser consciente para abrazar y transformar esa toxina.
Abrazar el dolor y el pesar que sientes con la energía de ser consciente, es exactamente la práctica de dar un masaje, aunque no a tu cuerpo, sino a tu conciencia; que también puede tener una mala circulación.
Cuando la sangre no circula bien, los órganos no funcionan adecuadamente y enferman. Cuando la psique no circula bien, la mente también enferma. Ser consciente es una energía que estimula y aumenta la circulación en los bloques de dolor.

Nuestros bloques de dolor, pesar, ira y desesperanza, siempre quieren subir a nuestra mente consciente, a nuestra sala de estar, porque han crecido mucho y necesitan nuestra atención.

Quieren emerger, pero nosotros no queremos que lo hagan porque nos resultan dolorosos; así que les bloqueamos el camino. Deseamos que sigan durmiendo en el sótano. Como no queremos afrontarlos, nuestro hábito es llenar la sala de estar con otros huéspedes.
Pero siempre que tenemos diez o quince minutos de tiempo libre y no sabemos qué hacer, estos nudos interiores surgen y nos ponen perdida la sala de estar. Para evitarlo, cogemos un libro, encendemos la televisión, salimos a dar una vuelta con el coche, o hacemos cualquier otra cosa para que la sala de estar esté ocupada, porque de ese modo las formaciones interiores no entran en ella.

Todas las formaciones mentales, necesitan circular; pero nosotros no queremos que afloren porque no deseamos sentir el dolor que nos producen; queremos que sigan encerradas en el sótano. Tenemos mucho miedo, porque creemos que si las dejamos subir, sufriremos enormemente. Por eso, nuestro hábito diario es llenar la sala de estar con huéspedes como la televisión, los libros, las revistas y las conversaciones, para impedir que estas formaciones interiores afloren. Cuando persistimos en ello, creamos una mala circulación en nuestra psique y empiezan a aparecer síntomas de algún trastorno mental y de depresión. Se manifiestan en nuestro cuerpo o en nuestra mente.


A veces, cuando nos duele la cabeza, nos tomamos una aspirina, pero el dolor no se va. Este tipo de dolor de cabeza puede ser un síntoma de un trastorno mental. A veces tenemos alergias y creemos que son un problema físico, pero también pueden ser síntoma de un trastorno mental. Como los médicos nos aconsejan tomar algún medicamento, seguimos reprimiendo nuestras formaciones interiores y la enfermedad empeora.


Cuando elimines la represión y los bloques de dolor afloren, tendrás que sufrir un poco. No hay modo de evitarlo. Por eso el Buda dijo que has de aprender a abrazar el dolor. De ahí que la práctica de ser consciente sea tan importante. Generas una intensa fuente de energía, para poder reconocer y abrazar estas fuerzas negativas y cuidar de ellas. Y ya que el Buda está en ti como la energía de ser consciente, invitas al Buda a surgir y a ayudarte a abrazar los nudos interiores. Si éstos no quieren aflorar, los convences para hacerlo. Después de ser abrazados durante un tiempo, volverán al sótano y se convertirán en simientes de nuevo.


Por ejemplo, el Buda dijo que todos tenemos la semilla del miedo, pero la mayoría lo reprimimos y lo encerramos en la oscuridad. Para ayudarnos a identificar, abrazar y observar profundamente las semillas del miedo, nos ofreció la práctica de los Cinco Recordatorios:


1. Mi naturaleza es la de envejecer. No puedo huir de la vejez.
2. Mi naturaleza es la de enfermar. No puedo huir de la enfermedad.
3. Mi naturaleza es la de morir. No puedo huir de la muerte.
4. La naturaleza de todas las cosas y personas, es la del cambio. No hay manera de evitar separarme de ellas. Nada puedo conservar. Vine al mundo con las manos vacías, y lo abandonaré del mismo modo.
5. Mis acciones son las únicas y verdaderas pertenencias que tengo. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones. Ellas son el suelo en el que me apoyo.


Cada día hemos de practicar de esta forma, dedicando algunos minutos a contemplar cada ejercicio, mientras seguimos nuestra respiración. Practicamos los Cinco Recordatorios para que la semilla del miedo circule. Hemos de invitarla a aparecer para reconocerla y abrazarla. Y cuando se sumerja de nuevo, se habrá vuelto más pequeña.

Si invitamos a la semilla del miedo a aflorar de esta manera, estaremos mejor equipados para cuidar de nuestra ira. El miedo aviva la ira.
Cuando el miedo está presente, no estás en paz, así que se convierte en el terreno en el que la ira puede crecer. El miedo se basa en la ignorancia, y esta falta de conocimiento constituye también una de las principales causas de la ira.

Cada vez que bañas tus formaciones interiores con la energía de ser consciente, los bloques de dolor que hay en ti se hacen más livianos y menos peligrosos.

Tu práctica consiste, pues, en bañar cada día con la energía de ser consciente, la ira, la desesperanza y el miedo de tu interior. Si no eres consciente, cuando estas semillas afloren, producirán una situación muy desagradable. Pero si sabes generar la energía de ser consciente, es muy curativo invitarlas a aflorar cada día y abrazarlas.
Después de algunos días o semanas de hacerlas aflorar a diario y de ayudarlas a sumergirse de nuevo, habrás creado una buena circulación en tu psique, y los síntomas de trastorno mental empezarán a desaparecer.
Ser consciente, hace la labor de dar un masaje a tus formaciones mentales, a los bloques de sufrimiento que hay en ti. Debes dejarlos circular, y podrán hacerlo si tú no les tienes miedo. Si aprendes a no temer tus nudos de sufrimiento, aprenderás a abrazarlos con la energía de ser consciente y a transformarlos.

Thich Nhat Hanh