¿Qué es el zazen?
La práctica más conocida de todas en el Zen es el zazen.
zazen significa sentarse a meditar.
La meditación es una práctica oriental anterior al budismo.
Aparece en casi todas las religiones orientales. Muchos monjes lo veían como
una forma de traspasar los límites del cuerpo y acceder a un estado superior de
conciencia. Por ello, además de privarse de la ingesta de alimentos, también
podían llegar a estar durante horas en posiciones realmente incómodas. La
finalidad era dejar de prestarle atención al cuerpo y poder librarse de sus
constreñimientos.
Sin embargo, Buda rompió los votos de asceta al tomar unas
gotas de leche justo antes de obtener la iluminación. Y siguiendo su estela, el
budismo abandonó el camino del sacrificio y la mortificación.
La meditación no debía de ser un castigo para el cuerpo,
sino una forma de encontrar verdades supremas.
Es imprescindible la concentración, pero ésta no debe
suponer una mortificación.
El Zen toma su nombre de la meditación zazen, que es el camino
hacia la iluminación. Así que Zen y meditación van unidos.
La práctica de la meditación es todo lo que es el zazen,
sentarse a meditar. La meditación Zen procura una paz de espíritu increíble. En
un principio puede parecer que dejar la mente en blanco es una pérdida de
tiempo, pero es todo lo contrario, pues al relajarla es cuando verdaderamente
se pueden ver las cosas claras. Cuando empezamos a ser conscientes de los
espacios de silencio entre pensamiento y pensamiento, es justo en esos espacios
de silencio que vemos la realidad tal y como es, sin ningún tipo de
interpretación mental. Entonces, tenemos una visión clara de la realidad.
Con esa energía se consiguen muchos logros; desde tomar las
decisiones correctas hasta lograr la iluminación. Todo el proceso conlleva una
gran tranquilidad y el cese de tensiones internas.
Se recomienda meditar al menos una vez al día. Podemos
dedicarle diez o quince minutos, hasta media hora o una hora.
Las mejorías se empiezan a experimentar cuando se lleva ya
cierto tiempo practicando la meditación.
¿Cuáles son los
principales pasos a seguir para practicar el zazen?
1. EL LUGAR
Al ser la meditación una práctica continuada, es importante
tener un espacio dedicado exclusivamente a ello. Un entorno que genere paz, que
no esté contaminado con el resto de actividades que se llevan a cabo.
Una habitación silenciosa es indispensable, pues el ruido
puede desconcentrarnos.
Las horas más indicadas son a primera hora de la mañana o
antes de dormir. Pero se puede meditar a cualquier hora del día, dependiendo de
cada persona.
La meditación a primera hora de la mañana nos aporta paz
durante todo el día y la meditación por la noche nos relaja y ayuda a tener un
buen y reparador descanso.
La luz también es un factor importante. Se trata de
encontrar el equilibrio, ni mucha luz, ni poca luz.
La temperatura ambiental es otro aspecto a tener en cuenta.
La habitación en la que practiquemos zazen debe tener una temperatura media, ni
frío ni calor.
Estas sensaciones pueden provocar que uno se despiste y haga
más caso a su cuerpo que a su espíritu.
Tampoco debe haber aparatos eléctricos de ningún tipo.
La habitación debe estar limpia y sin polvo, pues la
respiración zazen es mucho más profunda que la normal y nos puede llevar a
aspirar ácaros.
Los maestros zazen recomiendan poner un pequeño altar con
una figura de Buda, un Bodhisattva o un Santo. Esta imagen sirve para apartar a
los espíritus que intentan despistarnos para que no alcancemos la concentración
necesaria.
En el altar se pueden poner flores, como ofrenda, quemar
incienso, su fragancia ayuda a la concentración, encender velas, pues nos crean
una atmósfera de serenidad, respeto y trascendencia.
2. EL INICIO DE LA MEDITACIÓN
Para empezar, debemos entrar en silencio.
Es preferible estar descalzado, de esta forma tendremos más
contacto con la superficie.
Es recomendable usar ropa muy cómoda.
Tener el “zafu” (el cojín redondo) o el “zabutón” (una
almohada plana o estera).
El zafu es considerado el asiento del Buda (antes de
alcanzar la iluminación, fabricó un cojín con hojas secas), debe ser tratado
con respeto (no lanzarlo por los aires, ni dar patadas).
Cuando llegamos a la sala, debemos mostrar honra al zafu;
juntando las palmas de las manos, por encima del pecho y realizando el gesto de
veneración. Tendremos que bordear el zafu por la izquierda y nos colocaremos en
posición de sentarnos sobre él.
El zafu está especialmente diseñado para que consigamos la
postura perfecta en la meditación, ya que ayuda a bascular la pelvis y permite
apoyar las rodillas en el suelo.
3. LA
POSTURA
La postura nace en el budismo de la India , que luego pasa a China
y luego a Japón. Es una postura muy importante porque lleva dentro cuerpo y
mente en unidad. Una unidad entre la persona y el orden del universo. Esta
postura permite a uno conocerse a sí mismo, volver a su verdadera naturaleza
divina. Y es lo que enseñó el Buda a través del zazen.
Esta postura, a través del Buda, se ha ido transmitiendo de
maestro a discípulo. Transmitieron la misma enseñanza del Buda, sin palabras,
en silencio. ¿Por qué en silencio? Porque las palabras engañan, interpretan,
condicionan la mente. La semilla sagrada está más allá de las palabras. Es el
silencio en el interior de nosotros. Zazen es la transmisión de la enseñanza
del Buda más allá de las palabras.
La postura de zazen es la más sólida y la más estable como
para poder estar concentrados en la práctica y poder mantenerse uno quieto y
despierto, alerta, sin dormirse.
Debemos sentarnos justo en el centro del zafu. Cruzamos las
piernas haciendo la postura del loto o del medio loto. Si esta postura no es
posible, se cruzan las piernas simplemente sin colocar el pie en el muslo
opuesto. Aun así, es esencial que las rodillas empujen el suelo. Lo más
importante es que las rodillas se apoyen en el suelo y que las nalgas estén bien
asentadas en el zafu.
Una vez hemos tomado esta posición, debemos estirar al
máximo la columna vertebral. Debe estar bien erguida, bien derecha. Alargar la
nuca, bien estirada y el mentón entrado. La nariz en la misma línea vertical
que el ombligo. Se empuja la tierra con las rodillas y el cielo con la cabeza.
Una vez que estemos seguros de haber tomado asiento de forma
adecuada, deberemos unir las palmas a la altura del plexo solar e inclinarnos
un poco hacia delante, como haciendo una pequeña reverencia. Esto en el Zen se
llama Gasshö, que significa, “una sola mente”. Cuando juntemos las palmas
deberemos inspirar por la nariz y al inclinarnos espiraremos lentamente el aire
por la boca.
Al inspirar de nuevo, volveremos a la posición vertical.
Entonces, llega el momento de colocar las manos. Ponemos la palma de la mano
izquierda sobre la palma de la mano derecha. Las palmas mirando hacia arriba.
Los dedos pulgares deben tocarse suavemente, formando una línea recta,
horizontal. Éste es el mudra del vacío.
Si estamos adoptando la postura adecuada, las manos quedarán
apoyadas en los talones de los pies.
La posición de las manos es muy importante. En muchas
ocasiones notaremos que cuesta aguantarla, pues el tono muscular es
insuficiente. Sin embargo, este problema se superará fácil y rápidamente con un
poco de práctica.
A continuación, los cantos de las manos en contacto con el
abdomen. Los hombros deben estar relajados. La punta de la lengua debe tocar el
paladar. La vista está puesta aproximadamente a un metro de distancia en el
suelo, sin mirar nada en particular.
Al principio, puede parecernos que esta postura es un poco
forzada, pero no es así, es la mejor forma de sentarnos, pues notaremos los
beneficios de esta postura.
Es muy importante, sobretodo al principio, de tomarse el
tiempo necesario para adoptar la postura correcta, no nos tenemos que
impacientar. Se trata de ir probando, de ir tomando consciencia de nuestro
cuerpo para luego poder olvidarnos de él.
Esta postura permite una unión entre el cuerpo, la mente y
la conciencia. Permite que los tres estén en equilibrio y lograr así la unión
con la totalidad.
4. LA
RESPIRACIÓN
Antes de empezar la meditación, antes de quedarnos
inmóviles, deberemos vaciar los pulmones del aire viciado. Para ello
inspiraremos fuertemente por la nariz y espiraremos por la boca, hasta notar
que ya no nos queda oxígeno. Repetiremos esto tres veces.
Después nos quedaremos inmóviles y empezaremos con la
respiración zen. Estamos preparados para meditar. Ahora viene el trabajo más
introspectivo e importante del zazen.
La respiración zen no se puede comparar con ninguna otra, es
muy antigua, en sánscrito se llama “anapanasati”, y solamente puede surgir de
una postura correcta.
Antes de todo se trata de establecer un ritmo lento, fuerte
y natural, basado en una espiración suave, larga y profunda. El aire se expulsa
lentamente y silenciosamente por la nariz, mientras que la presión debido a la
espiración, baja con fuerza al vientre. Al final de la espiración, la
inspiración se hace naturalmente.
Los maestros comparan el aliento zen con el mugir de las
vacas o con la espiración de un bebé recién nacido que grita.
El ritmo respiratorio es básico en el Zen y es el punto que
más dudas provoca.
Cuando nos ponemos a pensar en la forma en la que debemos
respirar, no sabemos cómo hacerlo. Es como si este acto involuntario se
convirtiera en un enigma insondable.
Lo mejor es empezar inspirando por la nariz y espirando por
la boca. Después, pasaremos a una respiración completamente nasal, en la que
tendrá especial importancia la espiración, que deberá ser lenta y profunda.
De todos modos, si seguimos teniendo problemas para
controlar nuestra respiración, lo mejor será primero pararse a observarla.
Antes de forzarnos a respirar de un modo concreto deberíamos saber cómo lo
hacemos. Ésta es la única forma de llegar a tener una respiración correcta
dentro de la meditación Zen.
Existen tres tipos de
respiración:
1. PULMONAR: Es la menos profunda de todas, pues actúa a un
nivel muy superficial. La inspiración es mucho más importante que la espiración.
Se emplean la caja torácica
y los músculos pectorales.
Normalmente es propia de personas nerviosas. Aporta muy poca
tranquilidad y en momentos de crispación puede acelerarse aún mucho más.
2. DIAFRAGMÁTICA: En este caso es como si el aire llegara
más adentro y también se expandiera por los lados. Resulta más profunda por la
presión que ejercen los músculos sobre la caja torácica, vaciándola un poquito
más que con la pulmonar.
Esta respiración supone también cierta relajación de los
músculos dorsales.
3. ABDOMINAL: Esta es la respiración más profunda y más
saludable para nuestro cuerpo. Provoca una especie de oleaje, que hace que la
presión sobre la caja torácica llegue al diafragma y de ahí a los abdominales.
Cuando respiramos así, vaciamos completamente los pulmones,
por lo que la espiración es mucho más importante que la inspiración.
Con la práctica, esta respiración puede hacerse llevar al
bajo vientre. Esto es lo que en Zen se llama “Hara”, que significa “océano de
energía”, en japonés.
Ésta es la respiración a la que deberíamos tender durante el
zazen.
5. LA ACTITUD DEL
ESPÍRITU EN LA MEDITACIÓN
Algunos maestros Zen recomiendan que no se piense
absolutamente en nada. Hay que dejar la mente en blanco. Esto es un principio
muy difícil y muchos practicantes se ponen muy nerviosos al no conseguirlo de
buenas a primeras. Se ha de entender el proceso en su totalidad.
Pensar absolutamente en nada, no significa que debemos
tratar de hacer todo lo posible para eliminar los pensamientos. Si hacemos
esto, estaremos generando más tensión y resistencia y los pensamientos nunca
desaparecerán. Lo que hay que hacer es lo siguiente: Sentados en zazen,
permitimos que las imágenes, los pensamientos, las construcciones mentales que
surgen del inconsciente, pasen como nubes por el cielo, sin oponerse ni
agarrarse a ellos. Permitimos que estén ahí. Los aceptamos. Simplemente los
observamos sin aferrarse a ellos.
No hay que censurar los pensamientos, éstos no son algo
malo. Y no pensar no significa que sea algo bueno. Lo importante es no entrar
en la dualidad, hay que abarcar los dos lados; el pensar y el no pensar. Entre
dos pensamientos hay un no-pensamiento. La naturaleza de la mente es el
movimiento, la mente nunca es fija, nunca bloqueada, siempre está en constante
movimiento. Si paramos de pensar, el movimiento se para, hay un estancamiento. Hay
que dejar la corriente de los pensamientos, de la mente, que fluya y
simplemente observarla sin poner resistencia, permitiendo que los pensamientos
estén ahí. Sin seguir los pensamientos, sin agarrarse a ellos, sin apegarse,
sin identificarse. Observamos los pensamientos, los aceptamos y los dejamos pasar.
Se trata de evitar tensiones y resistencia. Es decir, no
intentar silenciar los pensamientos a la fuerza, ya que esto hace que estemos
generando tensiones y entonces no hay relajación. Es importante observar los
pensamientos y permitir que estén ahí. Simplemente observarlos. La clave es
imaginar que son como nubes en el cielo que van pasando de largo. Van y vienen.
Así, su presencia no debe inquietarnos.
Como los reflejos en un espejo, las emanaciones del
subconsciente pasan y pasan una y otra vez y terminan por desvanecerse.
Lo más importante de la práctica del zazen es dónde ponemos
nuestra atención. Los maestros Zen recomiendan poner la atención en un punto y
mantenerlo fijo ahí todo el tiempo. Se puede poner la atención en una imagen,
en un objeto, y lo que es más recomendable es poner la atención en la
respiración.
La postura y la respiración consiguen que el córtex cerebral
esté en total reposo. La sangre llega a las capas más profundas del cerebro y
esto produce una sensación de paz y serenidad. El sistema nervioso se relaja y
podemos conectarnos con el cerebro más primitivo. También se desarrolla un
estado mental altamente intuitivo.
Y llegamos al inconsciente profundo, sin pensamiento, más
allá de todos los pensamientos. Esto, en japonés, se llama “hishiryo”, que
significa “más allá del pensamiento”. Ésto es la verdadera pureza.
Hishiryo, el viento de la conciencia, empuja los
pensamientos y éstos se desvanecen.
Esa actitud de espíritu surge naturalmente de una
concentración profunda en la postura y en la respiración, y permite así
controlar la actividad mental, resultando una mejora en la circulación
cerebral.
El córtex (la sede del pensamiento consciente) descansa
durante el zazen, mientras que la sangre fluye hacia las capas más profundas
del cerebro, las cuales, se despiertan de un estado de somnolencia, ya que
están mejor irrigadas. Su actividad da la impresión de bienestar, serenidad y
calma, liberando totalmente despierto, las ondas cerebrales del sueño profundo
“alpha” y “theta”.
Durante la meditación es normal que aparezcan pensamientos
en nuestra mente; que valoremos nuestros problemas, inquietudes, emociones,
etc., pero si nos concentramos en la postura y la respiración, podemos llegar a
un estado superior en que esas dificultades desaparecerán porque nuestra
conciencia se expandiría y se uniría a la totalidad. A esto se le llama tener
una conciencia cósmica. Es decir, la conciencia individual, limitada y
separada, se expande para fusionarse con la Fuente.
Se trasciende a un estado superior de conciencia en que los
problemas individuales se diluyen y se adquiere una paz que permite verlos como
procesos que ocurren, pero que no nos preocupan ni provocan reacciones
desagradables. Es el estado del Zen en el que podemos contemplar nuestra vida
desde la paz de espíritu.
El zen es muy simple, y al mismo tiempo bastante difícil de
comprender. Es cuestión de esfuerzo, constancia, paciencia y disciplina.
Simplemente sentado, si la postura, la respiración y la
actitud de tu espíritu están en armonía, entonces comprendes el verdadero zen y
percibes la naturaleza de Buda.
6. ERRORES MÁS COMUNES
Las sensaciones que se desprenden de la práctica del Zen son
muy variadas y en muchos casos resultan desconocidas para el principiante. Esto
puede conducirnos a un error. Pensar que estamos llegando a estados que en
verdad no son ciertos. Cuando se alcanzan estados Zen no hay ninguna duda.
Habitualmente cuando uno se plantea si es así o no, es porque no ha sucedido.
La meditación nos conduce a un estado de relajación
consciente, sin embargo, es fácil confundirlo con la relajación más
inconsciente, derivada del sueño. La diferencia básica es la respiración y el
tono muscular. Cuando nos acercamos a ese estado de ensoñación, llamado
“konchin”, perdemos la postura. Los músculos se relajan, lo que es justamente
opuesto a lo que buscamos. La respiración se convierte en involuntaria (como
ocurre durante el sueño) y no tenemos ningún control sobre ella. Bajamos la
guardia, dejamos de ser perceptivos y la conciencia se vuelve difusa.
Cuando esto ocurre, lo mejor es ser conscientes y regresar a
la postura inicial. Estirar la columna vertebral e impedir que los ojos se
cierren. Prestar atención de nuevo a la postura de las manos y volver a
controlar la respiración.
« Zazen es difícil, lo sé. Pero practicado cotidianamente es
muy efectivo para la ampliación de la conciencia y el desarrollo de la
intuición.
Zazen no solamente genera una gran energía, también es la
postura del despertar. Durante la práctica no hay que intentar lograr lo que
sea.
Sin objeto, es únicamente concentración en la postura, la
respiración y la actitud del espíritu. » Maestro Taisen Deshimaru