06 septiembre 2018

LEY DEL DHARMA. VIVIR DESDE LA ABUNDANCIA


"Todo aquello que no te produce satisfacción, gozo y entusiasmo, déjalo o cambia de enfoque y acéptalo. Cuando hacemos lo que no nos gusta, generamos sufrimiento en nosotros mismos y en los que están a nuestro alrededor". (Eckhart Tolle)

Dharma es un vocablo sánscrito que significa “propósito en la vida”.
Esta ley dice que todos los seres nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito.
El campo de la potencialidad pura es la divinidad en su esencia. Y la divinidad adopta la forma humana para cumplir un propósito.
De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de expresarlo.
Cada individuo es irrepetible y tiene un talento único. Ningún ser puede hacer una cosa igual que otro ser en todo el mundo.
Y por cada talento único y por cada expresión única de dicho talento, también existen unas necesidades únicas.
Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de nuestro talento se produce la chispa que crea la abundancia.

La ley del Dharma tiene 3 componentes:

1. El primero dice que cada uno de nosotros está aquí para descubrir a su verdadero Yo Superior, o también llamado Yo Espiritual.
Somos en esencia, seres espirituales que han adoptado una forma física para manifestarse aquí en la Tierra. No somos seres humanos que tienen experiencias espirituales, sino todo lo contrario, somos seres espirituales que tienen experiencias humanas.

2. El segundo componente es la expresión de nuestro talento único.
La ley del Dharma dice que cada uno de nosotros tiene un talento único en su expresión.
No existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese de esa manera.

3. El tercer componente es el servicio a la humanidad.
Servir a los demás seres humanos y preguntarse: ¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?
Cuando combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a la humanidad, estamos usando plenamente la ley del Dharma.
Y cuando unimos esto al conocimiento de nuestra propia espiritualidad, el campo de la potencialidad pura, es imposible que no tengamos acceso a la abundancia ilimitada, porque ésta es la verdadera manera de lograr la abundancia.
Y no se trata de una abundancia transitoria, ésta es permanente en virtud de nuestro talento único, de nuestra manera de expresarlo y de nuestro servicio y dedicación a los demás seres humanos.

Si deseamos utilizar al máximo la ley del Dharma, es necesario que nos comprometamos a hacer varias cosas:
1. Primer compromiso: Por medio de la práctica espiritual, buscaremos nuestro Yo Superior, el cual está más allá de nuestro ego.

2. Segundo compromiso: Descubriremos nuestros dones y talentos únicos, y una vez descubiertos disfrutaremos de la vida expresándolos.
Sabremos cuáles son nuestros dones y talentos únicos cuando realicemos aquello que nos gusta y perdamos la noción del tiempo y entremos en el estado de dicha absoluta.

3. Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera de poder servir a la humanidad con la expresión de nuestros talentos únicos.

(Deepak Chopra)


Nuestro propósito primario o principal es la Auto-realización; es reconocer nuestra verdadera naturaleza y establecernos en ella. Esto lo podemos hacer a través de la práctica espiritual.
La meditación es una herramienta muy importante para poder realizar nuestro verdadero Ser, ya que la meditación nos permite observar nuestra mente y calmar los pensamientos y conectar con nuestro verdadero Ser.
Cuando observamos nuestros pensamientos, podemos darnos cuenta de que hay un espacio entre pensamiento y pensamiento. Este espacio es silencio, vacío. Y cuando observamos este vacío, en ese mismo vacío reconocemos nuestra verdadera naturaleza, la cual, está más allá de toda la experiencia.

Cuando nuestra atención está distraída con las cosas mundanas, no somos conscientes de lo que realmente somos, pues todo el contenido y movimiento mental oscurece nuestro Verdadero Ser. Es como las nubes que ocultan el sol; el sol siempre está ahí, pero las nubes ocultan el sol. Estas nubes son nuestros pensamientos; es el contenido de nuestra mente que viene y va. Y todo este contenido oculta nuestra verdadera naturaleza. Cuando meditamos y observamos el espacio de silencio y vacío que hay entre pensamiento y pensamiento, entre contenido y contenido, entonces podemos ver claramente nuestra verdadera naturaleza.

Todo lo que experimentamos es contenido, y es mental. Lo que verdaderamente somos está más allá de este contenido.
Una persona que vive totalmente distraída en las cosas del mundo, su mente está llena de contenido, de pensamientos.
La naturaleza de la mente es movimiento, la mente busca experimentar, busca objetos, contenido, por lo que siempre está llevando la atención hacia los objetos de percepción y hacia el mundo externo.
La persona que vive totalmente atrapada en su mente, no es consciente del silencio que existe más allá de dicho contenido, por tanto, esta persona vivirá atrapada en los patrones mentales condicionados de su mente. Estos patrones mentales condicionados son los samskaras; las huellas e impresiones que han quedado grabadas en la mente subconsciente debido a experiencias pasadas.
Cada vez que experimentamos en la vida, todas estas experiencias son huellas e impresiones que van quedando grabadas en nuestra mente subconsciente. Estas impresiones o también llamadas samskaras, a medida que las vamos repitiendo y repitiendo, se convertirán en hábitos (vasanas). La persona que vive en su mente, vivirá condicionada por dichas impresiones y reproducirá dichos hábitos de manera inconsciente, sin pararse a observar ni a discernir. Tal persona experimentará su vida de forma inconsciente y reaccionará como un piloto automático, siento impulsada a repetir una y otra vez los mismos hábitos o vasanas sin tener libre albedrío.

Es decir, cuando nuestra atención está totalmente enfocada en la mente y en el mundo, somos arrastrados por esta inercia mental de huellas e impresiones que ya están en nuestro subconsciente. Y ante las situaciones que experimentamos, reaccionamos reproduciendo estos mismos patrones. De tanto reproducir estos patrones, creamos hábitos.
Así que la persona inconsciente vive atrapada en su mente, repitiendo los mismos hábitos una y otra vez sin elegir cómo actuar. No usa el discernimiento.
Esta persona está desconectada de sí misma, de su ser. Y esta desconexión hace que la persona no viva alineada con su propósito de vida o ley del dharma, sino que vive en función de los deseos de la mente y de sus hábitos. Esto conlleva a que la persona no esté manifestando sus dones y talentos únicos, por lo que no estará disfrutando de lo que hace. Generará sufrimiento para sí misma y no estará alineada con la abundancia de la vida.
Cuando no hacemos lo que nos gusta, generamos sufrimiento para nosotros mismos y para los que nos rodean. Vivimos como esclavos de la vida y luchamos para ganarnos el sustento y para poder sobrevivir. Vivimos desde el miedo y la inseguridad creyendo que tenemos que trabajar de lo que sea para ganar el dinero que necesitamos para sobrevivir. El trabajo se torna una obligación, una carga, algo negativo que detestamos o que no nos hace disfrutar. Tenemos un sentimiento de falta, de carencia y únicamente trabajamos para ganar dinero para cubrir nuestras necesidades y nuestros deseos. No gozamos de lo que hacemos, sino que somos esclavos de ello.
Esto es vivir desconectados de nosotros mismos, vivir inconscientemente, atrapados por el deseo, la necesidad y el miedo, los cuales, son de la mente. Y esto no crea abundancia en nuestra vida, sino esclavitud y sufrimiento.

Cuando empezamos a observar los espacios de silencio que hay entre pensamiento y pensamiento, permitimos que haya espacio en la mente. Y cuando hay espacio, podemos sentir nuestro verdadero ser. Nos conectamos con nuestra verdadera naturaleza y adquirimos la capacidad de poder discernir. El discernimiento es una cualidad de nuestro intelecto, el cual, está más allá de la mente (de los pensamientos y emociones).
La persona que está conectada con su ser, ya no vive desde la mente condicionada sino que vive desde el corazón, el sentir. Ya no es arrastrada por los patrones condicionados de su mente, por lo que ya no será presa de los samskaras y vasanas. 
Dicha persona ya no será esclava de los deseos de la mente, sino que vivirá desde el sentir del corazón. Entonces, manifestará sus dones y talentos únicos y los pondrá al servicio de los demás seres. Estará alineada con su propósito externo, la ley del dharma, por tanto, sentirá satisfacción, gozo y entusiasmo por lo que hace. Disfrutará de la vida y se sentirá plena y agradecida, generando abundancia y felicidad para sí misma y para los demás.

La clave es primero realizar nuestro propósito interno, que es vivir conectados con nuestro ser. Y una vez vivimos desde nuestro ser, podremos manifestar nuestros dones y talentos únicos. Estaremos al servicio de los demás, disfrutaremos de lo que hacemos y crearemos abundancia y felicidad.




Camino al Despertar