09 mayo 2018

LA GRAN ENSEÑANZA



Cada vez que tienes un problema estás enojado. Y cada vez que estás enojado tienes un problema.
¿De dónde surge este problema?
Surge de que las cosas no han ido como yo quiero. Surge de que no tengo lo que deseo. Surge del deseo a que esto sea como yo quiero que sea, y si no es como yo quiero que sea, entonces me enojo y sufro.

Todos los problemas surgen de la misma causa: "el deseo", "el yo quiero". Y para erradicar los problemas, debemos eliminar el deseo.
El deseo es una falta de aceptación de lo que es. “Yo quiero que esto sea de esta forma”. No aceptamos lo que es, estamos en contra de lo que es; hay negación, oposición, resistencia y por tanto, sufrimiento.
El deseo siempre conlleva al sufrimiento. Los problemas surgen del deseo, pues cuando no deseo que esto sea como yo quiero que sea, entonces no hay problemas, la vida fluye tal y como es y no hay resistencia, hay plena aceptación.

Todos queremos ser felices, nadie quiere tener problemas. Pero para eliminar los problemas, debemos eliminar el “yo quiero”, “yo deseo”.
¿Cómo eliminar el deseo?
El camino más rápido para eliminar el deseo es el siguiente:
Cuando yo quiero que las cosas vayan como yo quiero y no es así, entonces me enojo, hay un problema. Pregúntate a ti mismo: ¿Quién es el que está enojado? La respuesta es “yo”.
¿Quién es el que desea que eso sea como yo quiero que sea? La respuesta es “yo”.
¿Quién es el que tiene un problema? La respuesta es “yo”.
Todas las respuestas es “yo”. Toda la causa siempre es el "yo"; "yo estoy enojado", "yo quiero que las cosas sean como quiero que sean", "yo tengo un problema".
Por tanto, para erradicar el deseo y con él los problemas, debemos eliminar su causa, el “yo”.

¿Cómo eliminar el “yo”?
La mente es movimiento, es contenido. La naturaleza de la mente siempre es ir hacia fuera, hacia el mundo manifestado, para experimentar los objetos de percepción e identificarse con ellos. Cuando la mente se identifica con los objetos, surge un sentido de identidad, es decir, se personalizan los objetos; surge un sentido de “yo” que se apropia de los objetos y los hace propios y personales.
Este sentido de “yo” es la causa del sufrimiento. Es la raíz del deseo y de todos los problemas.
Buda, en las 4 Nobles Verdades, explica que la causa del sufrimiento es el deseo y el aferramiento propio y que éste debe erradicarse para lograr la liberación del sufrimiento.
Para erradicar el deseo debemos eliminar su causa: el “yo”. Y para poder eliminar el “yo”, debemos llevarlo a su fuente.

¿Cómo llevamos el “yo” a su fuente?
La naturaleza de la mente es ir hacia a fuera, hacia el mundo y los objetos de percepción. Mientras haya mente, habrá identificación y por tanto, habrá “yo”. Así que debemos llevar a la mente hacia adentro, hacia su fuente.
Para llevar a la mente y al “yo” hacia su fuente nos preguntamos: ¿Quién es este "yo"?
¿Quién soy “yo”? ¿Qué es lo que realmente soy?
Esto se llama auto-indagación.
Cuando empezamos a indagar y a preguntarnos quién es este "yo", la mente, la atención va hacia dentro, hacia el interior. La mente busca el sujeto “yo”. Pasa de ir desde el exterior, desde los objetos de percepción, a ir al interior. En el interior no hay objetos de percepción ni conceptos, el interior es quietud, es silencio, vacío, es paz. Es la quietud de ser.
Por tanto, la mente, cuando va hacia el interior a buscar una respuesta, no la encuentra porque no hay nada conceptual. Y al no haber nada, la mente no puede sostenerse y acaba disolviéndose.
Esto se llama "reposar en el corazón"; la mente no encuentra nada conceptual a lo que identificarse y, por tanto, descansa en la quietud, en la nada, en la ausencia de contenido y movimiento, en el vacío. La mente reposa en el Ser que Soy. Reposa en “Yo soy”.

En estos breves instantes en los que la mente descansa en el corazón, lo que queda es paz, silencio, quietud, vacío. No hay objetos de percepción, hay una ausencia de movimiento y contenido. Y esta ausencia es nuestra verdadera naturaleza; La Realidad Absoluta.

Descansar en esta paz y esta quietud es lo único que hay que hacer para erradicar el “yo” y con él, el deseo, los problemas y el sufrimiento.
Cuando la mente descansa en el corazón, lo que queda es el Ser puro. No hay “yo”, no hay ego, no hay nadie, se ha trascendido la persona. Esto es la liberación.
¿Liberación de qué? De la creencia de que soy alguien.

Pero la mente no tardará en volver a salir al exterior y llevar la atención hacia afuera, hacia el mundo y los objetos de percepción para identificarse nuevamente con ellos.
Cada vez que la mente vaya hacia afuera y surja el sentido de “yo” y con él el deseo, el enojo y el sufrimiento, lleva la mente hacia su fuente y descansa en la paz y la quietud que Es.
Cada vez que la atención salga hacia fuera y se identifique con el contenido, pregúntate: ¿Quién es este “yo”? y no respondas. Simplemente quédate en silencio.
Son unos breves instantes de tiempo en los cuales hay una total ausencia de movimiento y contenido, solo hay quietud. Sé consciente de este breve espacio de silencio y reposa en esta quietud.
Cada vez que vayas practicando así, estos espacios de silencio serán más largos. Pon tu atención totalmente en esta quietud y no hagas nada, simplemente descansa en el silencio.
En este silencio habrá un reconocimiento de lo que Verdaderamente Eres. Y después de este reconocimiento habrá una transformación interior en ti. Pero esto no puede ser un aprendizaje intelectual, debes experimentarlo. Solo en el silencio ocurre este reconocimiento de tu verdadero Ser. Solo el silencio te despierta de este sueño ilusorio.



Camino al Despertar