Cada vez que tienes un problema estás enojado. Y cada vez
que estás enojado tienes un problema.
¿De dónde surge este problema?
Surge de que las cosas no han ido como yo quiero. Surge de
que no tengo lo que deseo. Surge del deseo a que esto sea como yo quiero que
sea, y si no es como yo quiero que sea, entonces me enojo y sufro.
Todos los problemas surgen de la misma causa: "el
deseo", "el yo quiero". Y para erradicar los problemas, debemos
eliminar el deseo.
El deseo es una falta de aceptación de lo que es. “Yo quiero
que esto sea de esta forma”. No aceptamos lo que es, estamos en contra de lo
que es; hay negación, oposición, resistencia y por tanto, sufrimiento.
El deseo siempre conlleva al sufrimiento. Los problemas
surgen del deseo, pues cuando no deseo que esto sea como yo quiero que sea,
entonces no hay problemas, la vida fluye tal y como es y no hay resistencia,
hay plena aceptación.
Todos queremos ser felices, nadie quiere tener problemas.
Pero para eliminar los problemas, debemos eliminar el “yo quiero”, “yo deseo”.
¿Cómo eliminar el deseo?
El camino más rápido para eliminar el deseo es el siguiente:
Cuando yo quiero que las cosas vayan como yo quiero y no es
así, entonces me enojo, hay un problema. Pregúntate a ti mismo: ¿Quién es el
que está enojado? La respuesta es “yo”.
¿Quién es el que desea que eso sea como yo quiero que sea?
La respuesta es “yo”.
¿Quién es el que tiene un problema? La respuesta es “yo”.
Todas las respuestas es “yo”. Toda la causa siempre es el
"yo"; "yo estoy enojado", "yo quiero que las cosas
sean como quiero que sean", "yo tengo un problema".
Por tanto, para erradicar el deseo y con él los problemas,
debemos eliminar su causa, el “yo”.
¿Cómo eliminar el “yo”?
La mente es movimiento, es contenido. La naturaleza de la
mente siempre es ir hacia fuera, hacia el mundo manifestado, para experimentar
los objetos de percepción e identificarse con ellos. Cuando la mente se
identifica con los objetos, surge un sentido de identidad, es decir, se
personalizan los objetos; surge un sentido de “yo” que se apropia de los
objetos y los hace propios y personales.
Este sentido de “yo” es la causa del sufrimiento. Es la raíz
del deseo y de todos los problemas.
Buda, en las 4 Nobles Verdades, explica que la causa del
sufrimiento es el deseo y el aferramiento propio y que éste debe erradicarse
para lograr la liberación del sufrimiento.
Para erradicar el deseo debemos eliminar su causa: el “yo”.
Y para poder eliminar el “yo”, debemos llevarlo a su fuente.
¿Cómo llevamos el “yo” a su fuente?
La naturaleza de la mente es ir hacia a fuera, hacia el
mundo y los objetos de percepción. Mientras haya mente, habrá identificación y
por tanto, habrá “yo”. Así que debemos llevar a la mente hacia adentro, hacia
su fuente.
Para llevar a la mente y al “yo” hacia su fuente nos
preguntamos: ¿Quién es este "yo"?
¿Quién soy “yo”? ¿Qué es lo que realmente soy?
Esto se llama auto-indagación.
Cuando empezamos a indagar y a preguntarnos quién es este
"yo", la mente, la atención va hacia dentro, hacia el interior. La mente
busca el sujeto “yo”. Pasa de ir desde el exterior, desde los objetos de
percepción, a ir al interior. En el interior no hay objetos de percepción ni
conceptos, el interior es quietud, es silencio, vacío, es paz. Es la quietud de
ser.
Por tanto, la mente, cuando va hacia el interior a buscar
una respuesta, no la encuentra porque no hay nada conceptual. Y al no haber
nada, la mente no puede sostenerse y acaba disolviéndose.
Esto se llama "reposar en el corazón"; la mente no
encuentra nada conceptual a lo que identificarse y, por tanto, descansa en la
quietud, en la nada, en la ausencia de contenido y movimiento, en el vacío. La
mente reposa en el Ser que Soy. Reposa en “Yo soy”.
En estos breves instantes en los que la mente descansa en el
corazón, lo que queda es paz, silencio, quietud, vacío. No hay objetos de
percepción, hay una ausencia de movimiento y contenido. Y esta ausencia es
nuestra verdadera naturaleza; La Realidad
Absoluta.
Descansar en esta paz y esta quietud es lo único que hay que
hacer para erradicar el “yo” y con él, el deseo, los problemas y el
sufrimiento.
Cuando la mente descansa en el corazón, lo que queda es el
Ser puro. No hay “yo”, no hay ego, no hay nadie, se ha trascendido la persona.
Esto es la liberación.
¿Liberación de qué? De la creencia de que soy alguien.
Pero la mente no tardará en volver a salir al exterior y llevar
la atención hacia afuera, hacia el mundo y los objetos de percepción para
identificarse nuevamente con ellos.
Cada vez que la mente vaya hacia afuera y surja el sentido
de “yo” y con él el deseo, el enojo y el sufrimiento, lleva la mente hacia su
fuente y descansa en la paz y la quietud que Es.
Cada vez que la atención salga hacia fuera y se identifique
con el contenido, pregúntate: ¿Quién es este “yo”? y no respondas. Simplemente
quédate en silencio.
Son unos breves instantes de tiempo en los cuales hay una
total ausencia de movimiento y contenido, solo hay quietud. Sé consciente de
este breve espacio de silencio y reposa en esta quietud.
Cada vez que vayas practicando así, estos espacios de
silencio serán más largos. Pon tu atención totalmente en esta quietud y no
hagas nada, simplemente descansa en el silencio.
En este silencio habrá un reconocimiento de lo que
Verdaderamente Eres. Y después de este reconocimiento habrá una transformación
interior en ti. Pero esto no puede ser un aprendizaje intelectual, debes
experimentarlo. Solo en el silencio ocurre este reconocimiento de tu verdadero
Ser. Solo el silencio te despierta de este sueño ilusorio.
Camino al Despertar