Por ejemplo, cuando empecé a meditar, tenía la idea de que la meditación me haría más amable y feliz, y esperaba experimentar estados mentales dichosos. Pero nunca en mi vida había sentido tanto odio e ira como sentí durante esos meses.
Pensé: ‘esto es terrible; la meditación me ha hecho peor’.
Entonces contemplé por qué había tanto odio y aversión apareciendo, y me di cuenta de que la mayor parte de mi vida había sido un intento de huir de todo aquello.
Solía ser un lector compulsivo. Tenía que llevar libros conmigo adonde quiera que fuese. Siempre que el miedo o la aversión empezaban a acecharme, sacaba mi libro y leía; o fumaba, o me ponía a comer algo. Tenía una imagen de mí como de buena persona que no odiaba a la gente, así que cualquier indicio de aversión u odio era reprimido.
Esta es la razón por la cual, durante mis primeros meses de monje estaba tan desesperado por encontrar cosas que hacer.
Estaba intentando buscar algo con lo que distraerme porque con la meditación había empezado a recordar todo lo que deliberadamente intentaba olvidar: Recuerdos de la infancia y la adolescencia surgían sin parar en mi mente; esta ira y odio se volvieron tan conscientes que parecían abrumarme. Pero algo dentro de mí empezó a reconocer que tenía que soportar esto, así que seguí hasta el final. El odio y la ira que habían sido reprimidos en treinta años de vida alcanzaron la cumbre entonces; se apagaron y cesaron por medio de la meditación.
Fue un proceso de purificación.
Para que este proceso de cesación funcione, debemos estar dispuestos a sufrir. Esta es la razón por la cual hago hincapié en la importancia de la paciencia.
Tenemos que abrir nuestras mentes al sufrimiento porque es abrazando el sufrimiento cuando el sufrimiento cesa.
Cuando nos damos cuenta de que estamos sufriendo, física o mentalmente, conviene mirarlo. Nos abrimos completamente a él, le damos la bienvenida, nos concentramos en él, le dejamos ser lo que es. Eso significa que debemos ser pacientes y soportar el desagrado en un momento concreto.
Tenemos que aguantar el aburrimiento, la desesperación, la duda y el miedo para poder entender que cesan, en vez de huir de ellos.
Cuando no dejamos que las cosas cesen, creamos nuevo karma lo que refuerza nuestros hábitos.
Cuando algo surge, lo agarramos y alimentamos; complicándolo todo. De esta manera esto se repetirá a lo largo de nuestras vidas.
Fragmento del libro "Las Cuatro Nobles Verdades". Ajahn Sumedho