1. LA PERSONALIDAD
Este término procede del griego "persona". En la tragedia griega se utilizaban máscaras, y la voz salía de detrás de la máscara. "Sona" significa «voz», «sonido», y "per", «a través de la máscara». No se conoce la cara real, quién es el actor. Está la máscara, y por ella sale la voz. Parece que viene de la máscara, y no se ve la cara real.
Tú tienes muchas máscaras, una sobre otra, como las capas de una cebolla. Si te quitas una máscara tienes otra, y si te quitas esa tienes otra. Y si sigues escarbando, te sorprenderá cuántas caras llevas. Llevas varias vidas coleccionándolas, y todas te resultan útiles, porque tienes que cambiarlas muchas veces.
Si hablas con tu hijo no puedes ponerte la misma cara que cuando hablas con tu jefe.
Ese es el primer tú, el tú falso, que también puede llamarse el ego. Te lo ha dado la sociedad. Te han arrebatado la verdad y te han dado un sustituto, y a causa de esas caras sustituibles no sabes quién eres.
El zen dice: «A menos que conozcas tu cara original, no sabrás qué es Buda».
Porque Buda es tu cara original. Naciste como un Buda, pero estás viviendo en una ilusión, en una mentira.
Eres cristiano, hindú o musulmán, pero esa careta no es la tuya, te la han dado los demás y te han condicionado con ella. A ti no te preguntaron nada, no te pidieron permiso; te la impusieron por la fuerza. Todos los sistemas educativos son violentos, porque no te tienen en cuenta. Tienen ideas preconcebidas, saben qué es lo bueno y lo malo, y te lo imponen. El niño está tan desvalido y es tan delicado que lo pueden moldear. Y eso es lo que hace la sociedad. Antes de que el niño se haya fortalecido lo suficiente, ya tiene mil y un traumas; está paralizado, envenenado.
Cuando quieras saber quién eres, tendrás que abandonar todas las respuestas que te han dado.
Por eso se ha definido el zen de la siguiente manera: «Dirigido directamente al corazón humano. Ver la naturaleza y transformarse en un Buda. No apoyarse en las letras. Una transmisión distinta, aparte de las escrituras».
La verdad está en ti, y es en tu interior donde has de encontrarla. «Ver la naturaleza y transformarse en Buda. Dirigido directamente al corazón humano.» No tienes que ir a ninguna parte. Vayas donde vayas, serás tú mismo.
El verdadero cambio que se tiene que producir no es de lugar, no tiene que producirse fuera, sino dentro. Y la transformación no se produce mejorando la personalidad, sino abandonándola.
La mentira no puede convertirse en la verdad. No hay forma alguna de mejorar la mentira para que se convierta en la verdad. Siempre seguirá siendo la mentira.
La mentira te dice: «Ve en busca de la verdad. Mejora tu carácter, tu personalidad. Busca la verdad, transfórmate en esto, transfórmate en lo otro». Pero la verdadera transformación es simplemente abandonando la mentira, porque tú ya eres la Verdad. Pero crees que eres la mentira que te ha impuesto la sociedad.
La verdad es el presente, este mismo momento, ahora mismo.
De modo que el primer «tú» es la mentira, la actuación, la pseudopersonalidad que te rodea, la cara que ofreces a la galería, la falsedad. Es un engaño. La sociedad te lo ha impuesto y tú has colaborado en ello. Tienes que dejar de colaborar con esa mentira de la sociedad, porque solo cuando te quedas al desnudo eres tú mismo. Todos los ropajes son un invento social. Todas las ideas y las identidades que crees poseer son un invento social, algo que te han creado los demás. Y tienen sus motivos para hacerlo. De esta forma se aprovechan de ti sutilmente. Te explotan.
La auténtica explotación no tiene un carácter económico ni político; la auténtica explotación es la psicológica.
¿En qué consiste la explotación psicológica?
La explotación psicológica consiste en no permitir que nadie sea uno mismo, que nadie sea aceptado tal y como es, que no se respete a nadie.
¿Cómo respetar a las personas si no las aceptamos como son?
Si les impones cosas y después las respetas, lo que respetas son tus propias imposiciones. No respetas a las personas como son.
La humanidad debe tomar conciencia de la falsedad de la personalidad y abandonar este primer "tú".
2. EL "TÚ" REPRIMIDO, INSTINTIVO, INCONSCIENTE
Se trata de todo lo que la sociedad no ha permitido, de todo lo que la sociedad ha metido a la fuerza en tu ser y allí lo tienes encerrado.
Solo aparece en tus sueños, en metáforas, o cuando estás borracho, cuando no tienes control sobre ti mismo. El resto del tiempo está lejos de ti, y es más auténtico, no es falso.
Las psicologías humanistas han contribuido enormemente a que se tome conciencia de todo lo que grita en nuestro interior, de lo que ha sido reprimido, aplastado. Y en eso consiste la parte vital. Esa es la vida real, la vida natural.
Las religiones la han condenado, calificándola de parte animal, la han condenado al considerarla el origen del pecado. No es el origen del pecado, sino de la vida. No hay nada de malo en lo animal. Los animales son hermosos, como los árboles. Viven desnudos, con sencillez. Aún no los han destruido los sacerdotes y los políticos, aún forman parte de Dios. Solo el ser humano se ha extraviado. El hombre es el único animal anormal sobre la faz de la tierra, mientras que los demás animales son normales. De ahí su alegría, su belleza, su salud, de ahí su vitalidad.
Y con los niños sucede lo mismo, son bellos, llenos de alegría, salud y vitalidad, como los animales. Un niño es hermoso, mientras que un adulto deja de fluir, se bloquea.
3. EL "TÚ" DIVINO, AUTÉNTICO, VERDADERO
En ti existe un tercer «tú», el tú auténtico, la cara verdadera, que sobrepasa el «tú» primero y el segundo. Lo trascendental, la «budidad», la conciencia pura, sin fisuras, sin divisiones.
El primer tú tiene un carácter social; el segundo, natural; el tercero, divino.
No digo que el primer "tú" no resulte útil. Si existe el tercero, el primero se puede emplear. Si existe el tercero, también se puede emplear el segundo, pero siempre y cuando exista el tercero.
Si el centro funciona, también irá bien la periferia, porque la circunferencia estará en su sitio. Pero si solo tenemos el centro, sin la circunferencia, todo acabará en una especie de muerte.
Eso es lo que ha ocurrido con el ser humano. Por eso tantos pensadores sostienen que la vida carece de sentido. No es así. Solo se debe a que se ha perdido el contacto con el origen del sentido.
A menos que eches raíces en la «budidad», no florecerás, no cantarás, no sabrás en qué consiste una fiesta.
¿Y cómo se puede conocer a Dios si no se sabe lo que es festejar?
Si os habéis olvidado de bailar, si os habéis olvidado de cantar y de amar, Dios ha muerto. Esto no significa que Dios esté muerto, sino que está muerto en vosotros, en ti. Tu árbol se ha secado, ha desaparecido la savia. Tendrás que volver a encontrar raíces. ¿Y dónde encontrar esas raíces? Hay que encontrarlas aquí y ahora.
Osho