Ésta es una práctica de meditación para lograr estados superiores de consciencia, elevarte por encima del pensamiento, aprender a permanecer en tu centro y comprender tu naturaleza esencial, la iluminación.
La iluminación no es nada más que el estado natural de tu verdadera esencia, tu Ser interno; libre de ego (identificación con tus pensamientos). Es la paz de espíritu, el equilibrio interno, el estado de gracia y felicidad que todos tenemos cuando permanecemos en el núcleo de nuestro ser interno y dejamos de perdernos en nuestros pensamientos.
Para empezar la meditación, primero debemos sentarnos en una posición cómoda; puedes sentarte en posición de loto, o medio loto, o en una silla.
La posición no es lo más importante de esta práctica, lo más importante es poner tu atención en tu Ser interno, es decir, tu presencia, estar siendo. O dicho en otras palabras, el permanecer en el aquí y ahora, el momento presente.
También es importante poner atención a observar tus pensamientos; simplemente observarlos, sin identificarte con ellos.
La posición de las manos: puedes hacer el mudra de la armonía, o el mudra de la sabiduría, o el mudra del vacío.
Así pues, empezamos!
Una vez sentados y las manos en posición, cerramos los ojos. Hacemos tres respiraciones profundas: cogemos aire por la nariz, inspiramos profundamente y lo dejamos ir por la boca, exhalamos profundamente, sacando todo el aire al exterior.
Volvemos a inspirar profundamente por la nariz… y exhalamos profundamente por la boca.
Última respiración, inspiramos profundamente por la nariz… y exhalamos por la boca.
Una vez hemos hecho las tres respiraciones profundas, ahora respiramos de manera natural: cogemos aire por la nariz y exhalamos también por la nariz.
Ponemos especial atención a la respiración: inspiro por la nariz y expiro por la nariz… inspiro y expiro… inspiro y expiro…
Ponemos una breve atención a nuestro cuerpo; notaremos que está rígido… relajamos… soltamos… dejamos ir…
Ahora ponemos nuestra atención en los pensamientos. Los observamos, sin identificarnos con ellos. Simplemente los dejamos pasar; ellos vienen y se van. No nos aferramos a ningún pensamiento, nos mantenemos en nuestro centro, con una plena atención a nuestro ser interno.
Viene un pensamiento… lo observo… es como una nube en el cielo… pasa de largo… y se disuelve… desaparece…
Viene otro pensamiento… lo observo… no me aferro a él, no me engancho a él, simplemente lo veo pasar…
Hay un espacio, una distancia entre el pensamiento y yo… El pensamiento pasa de largo… y se disuelve… desaparece…
Así permanecemos durante un largo período de tiempo; observamos nuestros pensamientos, vemos como vienen y pasan de largo… nos mantenemos presentes en nuestro centro, en el núcleo de nuestro ser interno.
Observaremos que cada vez aparecen menos pensamientos… Seguimos en nuestro centro, poniendo especial atención a nuestro ser interno…
Poco a poco notaremos más espacio… más paz… como una especie de apertura…
Al tener toda nuestra atención en nuestra propia Presencia, no sentiremos nuestro cuerpo… Estamos elevando nuestra consciencia, y, por tanto, trascendemos nuestro cuerpo y trascendemos la mente, de esta manera, alcanzamos estados superiores de consciencia.
Seguimos poniendo toda nuestra atención a nuestro ser interno… Somos presencia… Estamos totalmente en nuestro centro, en el núcleo mismo de nuestro ser…. Somos espacio infinito… una totalidad… una unidad… Somos uno con Todo…
Permanecemos así durante toda la práctica de meditación.
Si aparece algún pensamiento, simplemente lo observo… no me agarro a él, lo dejo pasar… viene… pasa… y se va… se disuelve…
Soy Presencia… Soy espacio infinito… Soy uno con todo… Soy la totalidad misma…
Siento una fusión entre la dimensión de la materia y la dimensión divina… no hay separación… Una unidad… Un Todo…
Hay una sensación de gracia… una paz infinita… una felicidad… Éste es nuestro estado natural… nuestra verdadera esencia… es el estado de iluminación…
Permanecemos en este estado hasta el final de la práctica de meditación.
Para finalizar la meditación, vamos tomando consciencia de nuestro cuerpo; hacemos tres respiraciones profundas; cogemos aire por la nariz… inspiramos profundamente… y lo sacamos por la boca… exhalamos profundamente.
Inspiramos profundamente por la nariz… y exhalamos profundamente por la boca…
Voy tomando consciencia del lugar en el que estoy… Voy moviendo mis manos, mis pies…
Inspiramos profundamente por la nariz… y exhalamos profundamente por la boca… y abrimos los ojos lentamente…
Lo importante es mantenernos en este estado, durante todo el día. Es de esta manera, como logramos traer el Cielo a la Tierra, es decir, el estado de iluminación.
Camino al Despertar
Mullá Nasrudin estaba enfermo y fue hospitalizado.
Al cabo de un rato alguien llamó a la puerta y entró una mujer de aspecto enérgico.
Ella dijo: «Soy su médico. Desnúdese, he venido a examinarle».
Mullá preguntó: «¿Del todo?».
La doctora contestó: «Sí, del todo».
Así que se desnudó.
La mujer lo examinó y luego le dijo: «Ya puede usted acostarse. ¿Tiene alguna pregunta que hacer?».
Mullá Nasrudin dijo: «Sólo una: ¿por qué se ha molestado en llamar a la puerta?».
La mujer respondió: «La fuerza de la costumbre».
Los viejos hábitos persisten hasta en tus gestos. Los hábitos son fáciles de mantener porque no necesitas ser consciente de ellos; se mantienen por sí solos.
Ser consciente es difícil, porque para ti nunca ha sido un hábito.
Eliges fácilmente; condenas y aprecias fácilmente; rechazas y aceptas con mucha facilidad. Dices: «Esto está bien, o esto está mal», con demasiada facilidad, porque se ha convertido en un hábito a través de miles de vidas; siempre has estado eligiendo. Es un fenómeno mecánico.
Si no hay consciencia, en el momento en que ves algo, ya lo has juzgado y decidido. Ves una flor y dices: «Es hermosa», o: «No es hermosa». Inmediatamente entra el juicio (con la percepción, entra el juicio) entonces nunca serás capaz de permanecer en el medio.
Es difícil no elegir, pero inténtalo en todo...
Cuando sientas odio, trata de irte al medio...
Cuando sientas amor, trata de irte al medio...
Lo que sea que sientas, intenta irte al medio. Y te sorprenderás de que hay un punto entre cada dos extremos donde ambos dejan de ser... donde no sientes odio ni sientes amor.
Esto es lo que Buda llama "upeksha". Es como una sensación de indiferencia, pero indiferencia no es la palabra adecuada.
"Upeksha" quiere decir: un punto tan en el medio que no eres ni esto ni aquello.
No puedes decir «Amo», ni «Odio». Sencillamente no puedes decir nada, estás simplemente en el medio. No te identificas. Ocurre una transcendencia, y esa transcendencia es el florecimiento. Esa es la madurez que hay que alcanzar, la meta.
Alguien que fue a ver a Chuang Tzu le comentó, refiriéndose a un hombre del pueblo: «Es un pecador, un hombre realmente malo, un ladrón»; y le criticó en muchos sentidos.
Chuang Tzu le escuchó y luego dijo: «Pero toca la flauta maravillosamente».
Luego llegó un segundo hombre (el primero estaba todavía allí sentado) y le dijo refiriéndose al mismo hombre: «Es un excelente flautista».
Chuang Tzu dijo: «Pero es un ladrón».
Ambos estaban presentes, así que exclamaron: «¿Qué quieres decir?».
Chuang Tzu dijo: «Sólo estaba equilibrando la cosa un poco; y además ¿quién soy yo para juzgar a nadie? Ese hombre es un ladrón y un buen flautista. Para mí no hay ni rechazo ni aceptación. Yo no hago ninguna elección. Él es lo que es. ¿Quién soy yo para juzgar o elegir un extremo u otro? Para mí no es ni bueno ni malo. Él es él mismo y sólo a él le concierne. ¿Quién soy yo para decir nada? Si digo algo es tan sólo para equilibraros a vosotros dos».
El equilibrio se encuentra en el punto medio... Ni un extremo, ni otro... ni un juicio, ni otro... simplemente un total desapego, en el cual, no hay ego alguno... no hay preferencias, solo hay "upeksha".
Osho
Cuando estés haciendo tu práctica de meditación, primeramente pon tu atención en la respiración. Inspiras... expiras... inspiras... expiras...
Van a ir apareciendo pensamientos por tu mente; no te aferres a ellos, no te enganches a ellos, no te dejes absorber por ellos, simplemente déjalos pasar... ellos vienen y se van...
Tú mantente en tu centro, observando tu respiración y poniendo especial atención en el núcleo de tu ser interno.
Inspiras... expiras... inspiras... expiras... y poco a poco vas dejándote ir... te vas relajando... vas soltando tensiones...
Pones atención a tus manos y a tus brazos, y sientes como éstos se relajan... descansan en sí mismos.
Pones atención en tus piernas y en tus pies, y notas como se relajan, cómo se van aflojando, destensando.
Pones atención en el núcleo de tu ser interno y vas notando que cada vez eres más ligero... sensación de que estás flotando... Esto es un buen indicador de que estás soltando, liberando, desapegándote y poco a poco vas centrándote en tu propio Ser.
Inspiras... expiras... inspiras... expiras... qué sensación de quietud, de paz, de dicha...
Vendrá algún pensamiento por tu cabeza, pero tú sigues manteniéndote en el centro de tu Ser y simplemente dejas que ese pensamiento pase; es una nube en el cielo, que está ahí, pasa de largo... puedes observarla, pero no la persigues, deja que tus pensamientos se vayan... se disuelvan...
Al cabo de un rato, la paz cada vez será más grande, más profunda, y tú te sentirás en un estado de plenitud, de gozo, de dicha... hay un vacío de conceptos y pensamientos en tu interior, un vacío de mente, pero tú estás lleno de una inmensa felicidad, una energía luminosa poderosa, un amor indescriptible...
Sé consciente de este estado, de esta sensación, porque ahora lo que hay que hacer es traer este estado en la dimensión física. Así que cuando vayas acabando tu práctica de meditación, sé consciente de esta paz y esta dicha y tráela a tu "vida física" a tu estado de vigilia...
En esto consiste Traer el Cielo a la Tierra; en seguir permaneciendo en este estado de Presencia y Gracia al finalizar tu práctica de meditación e iniciar tu vida en el estado de vigilia.
De esta manera, estamos incorporando la Nueva Consciencia en esta dimensión física; un estado de Presencia (estar en el momento presente), permaneciendo en el núcleo y centro de nuestro Ser.
Camino al Despertar