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11 marzo 2019

PRÁCTICA PARA DISMINUIR EL EGO


El ego siempre está en guardia contra cualquier posibilidad de verse disminuido. Los mecanismos de reparación se activan automáticamente para restablecer la forma mental del "yo". Cuando alguien me culpa o me critica, el ego lo interpreta como una disminución del yo y trata inmediatamente de reparar esa disminución mediante la justificación, la defensa o la culpa. El que la otra persona tenga la razón o no, lo tiene sin cuidado. El ego está mucho más interesado en su conservación que en la verdad. Es la conservación de la forma psicológica del "yo". Algo tan normal como responder a gritos al conductor que nos insulta es un mecanismo automático e inconsciente de reparación del ego. 
Uno de los mecanismos de reparación más comunes es la ira, la cual infla al ego enormemente, aunque por un breve período. Todos los mecanismos de reparación son perfectamente lógicos para el ego, aunque son disfuncionales en la realidad.
Los más extremos son la violencia física y el autoengaño expresado en fantasías de grandeza.

Una práctica espiritual muy poderosa consiste en permitir la disminución del ego, cuando sucede, sin tratar de restaurarlo. Le recomiendo hacer el experimento de vez en cuando. Por ejemplo, cuando alguien lo critique, lo culpe o lo ofenda, en lugar de replicar y defenderse inmediatamente, no haga nada. Permita que su amor propio se quede disminuido y tome conciencia de lo que siente en su interior. Es probable que se sienta incómodo durante algunos segundos, como si se hubiera empequeñecido. Después sentirá que se amplía su espacio interno y que está intensamente vivo. No habrá menguado en lo absoluto. En realidad, se habrá expandido. Entonces quizás reconozca algo asombroso: cuando se sienta disminuido de alguna manera y se abstenga de reaccionar, no sólo externamente sino también internamente, se dará cuenta de que nada ha menguado realmente, que al ser "menos" se convierte en “más”. 
Cuando opta por no defender o fortalecer su forma, deja de identificarse con ella, con su imagen mental. Al ser menos, a los ojos del ego, se produce una expansión y se genera el espacio para que el Ser pueda manifestarse. El verdadero poder, lo que usted es más allá de la forma, podrá brillar a través de la forma aparentemente debilitada. 

Claro está, que eso no significa invitar al abuso o convertirse en víctima de las personas inconscientes. Algunas veces será necesario exigirle al otro con mucha firmeza que "tenga cuidado". Pero las palabras tendrán el poder que se obtiene cuando no hay defensividad del ego, cuando están privadas de la fuerza de la reacción. De ser necesario, podremos dar un "no" firme y contundente, pero un "no” de alta calidad, carente de toda negatividad.

Cuando nos sentimos satisfechos de no ser nadie en particular, contentos con no sobresalir, entonces, entramos en consonancia con el poder del universo. Lo que parece debilidad para el ego es en realidad la única fortaleza verdadera. La verdad del espíritu es diametralmente opuesta a los valores de nuestra cultura contemporánea y la forma como ésta condiciona el comportamiento de las personas.

“En lugar de tratar de ser una montaña, enseña el antiguo Tao Te Ching, seamos el valle del universo". De esta forma, volvemos a la unicidad y "todas las cosas llegarán".
Así mismo enseñó Jesús en una de sus parábolas, "cuando te inviten, siéntate en el lugar más humilde, de manera que cuando llegue tu anfitrión, pueda invitarte a ocupar un mejor lugar. Entonces serás honrado en presencia de todos los que comparten la mesa contigo. Porque aquel que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

Otro aspecto de esta práctica es abstenerse de fortalecer el yo evitando alardear o querer sobresalir, ser especial, dejar una impresión o exigir atención. Puede implicar abstenerse de expresar una opinión cuando todos los demás expresan la suya. Ensaye a hacerlo para ver cómo se siente.



Eckhart Tolle 
“Una Nueva Tierra”