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12 noviembre 2017

IDENTIFICACIÓN CON EL PENSAMIENTO



En la mayor parte, nuestro proceso de pensamiento es involuntario, automático y repetitivo. No es más que un proceso mental estático que no cumple ningún propósito real. Estrictamente hablando, no pensamos: el pensamiento es algo que nos sucede.
Cuando decimos "yo pienso", está implícita la voluntad. Implica que podemos escoger qué pensar. Sin embargo, en la mayoría de los casos no sucede así. La digestión sucede, la circulación sucede, el pensamiento sucede.
La voz de la mente tiene vida propia. La mayoría de las personas están a merced de esa voz, lo cual quiere decir que están poseídas por el pensamiento, por la mente.
Y puesto que la mente está condicionada por el pasado, empuja a la persona a revivir el pasado una y otra vez. 
En Oriente utilizan la palabra karma para describir este fenómeno.
No podemos saber eso cuando estamos identificados con esa voz. Si lo supiéramos, dejaríamos de estar poseídos, porque la posesión ocurre cuando confundimos a la entidad poseedora con nosotros mismos, es decir, cuando nos convertimos en ella.

Durante miles de años, la humanidad se ha dejado poseer cada vez más de la mente, sin poder reconocer que esa entidad poseedora no es nuestro Ser. 
Fue a través de la identificación completa con la mente que surgió un falso sentido de identidad: el ego. 
La densidad del ego depende de nuestro grado de identificación con la mente (el pensamiento). 
El pensamiento es apenas un aspecto minúsculo de la totalidad de la conciencia, la totalidad de lo que somos.

El grado de identificación con la mente varía de persona a persona. Algunas personas disfrutan de períodos de libertad, por cortos que sean, y la paz, la alegría y el gusto por la vida que experimentan en esos momentos hacen que valga la pena vivir. Son también los momentos en los cuales afloran la creatividad, el amor y la compasión.

Otras personas permanecen atrapadas en el estado del ego. Viven separadas de sí mismas, de los demás, y del mundo que las rodea. Reflejan la tensión en su rostro, en su ceño fruncido, o en la expresión ausente o fija de su mirada. El pensamiento absorbe la mayor parte de su atención, de tal manera que no ven ni escuchan realmente a los demás.
No están presentes en ninguna situación porque su atención está en el pasado o en el futuro, los cuales existen sólo en la mente como formas de pensamiento.
O se relacionan con los demás a través de algún tipo de personaje al cual representan, de manera que no son ellas mismas. 
La mayoría de las personas viven ajenas a su esencia, algunas hasta tal punto que casi todo el mundo reconoce la "falsedad" de sus comportamientos y sus interacciones, salvo quienes son igualmente falsos y los que están alienados de lo que realmente son.

Eckhart Tolle 
"Una Nueva Tierra"