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11 julio 2014

LOS REINOS ESPIRITUALES DEL RENACIMIENTO BUDISTA




Cada ser renace después de morir y no solo renace como ser humano también hay otros estados de conciencia, llamados reinos o mundos superiores e inferiores, según el budismo.
El ser humano está sujeto al Samsara, la rueda de reencarnaciones generada por el karma, y tiene la oportunidad en esta vida de poder renacer en reinos superiores o mejor aún, alcanzar la iluminación, el estado búdico y así poder salir del Samsara.
Para ello, es esencial comprender cómo funcionan los Reinos Espirituales.

El concepto de los diez reinos espirituales o diez mundos forma parte de la creencia budista de que existen diez condiciones en la vida a los que los sentimientos están sujetos y que experimentan en cada momento. Diez planos existenciales diferentes en los que se puede nacer en cada vida. O estados de la mente que pueden intercambiarse debido a influencias internas y externas.
Los diez mundos consisten en cuatro reinos superiores y seis reinos inferiores (o cuatro reinos nobles y seis reinos del Samsara).

Cada Ser va generando a lo largo de su vida un karma específico, y en el momento de morir, renacerá en un reino en concreto, un estado de conciencia, en función del karma que ha acumulado en la vida pasada.
Así pues, estos estados de conciencia o reinos espirituales, dependen del karma de cada ser, y aparecen en sus vidas como respuesta a sus motivaciones, sus acciones y su entorno.

Los cuatro estados nobles son: aprendizaje, comprensión, bodhisattva y budeidad
Estos mundos se desarrollan a través de la búsqueda, descubriendo y aspirando a ellos, es decir, se caracterizan por la creencia de que los humanos necesitan hacer un esfuerzo para llegar a ellos a partir de sus vidas.

APRENDIZAJE
Es la condición en la cual un ser busca alguna habilidad, verdad última o automejora a través de las enseñanzas de los demás.
Para acceder a este estado, el que experimenta, debe primero desarrollar la sabiduría de la naturaleza de las cosas, libre de ilusiones/desilusiones.
Este estado se caracteriza por buscar la verdad a través de fuentes externas, como textos y personas.

COMPRENSIÓN
La realización es el estado en el cual se descubre una verdad parcial a través de las propias observaciones, esfuerzos, concentración y meditación personal.
Normalmente, para acceder a este estado, el que experimenta debe haber comprendido que las fuentes de sabiduría externas son inferiores a las internas como su mente. Se caracteriza por buscar la verdad y la comprensión a través de una percepción interna.

Los dos estados anteriores, se conocen en conjunto como los dos vehículos. Incluso aunque se basan en el deseo de incrementar la sabiduría, el ego está presente y condiciona.

BODHISATTVA
En el estado de bodhisattva, la persona no solo aspira a la iluminación personal, sino también busca la liberación del sufrimiento de los demás a través de acciones altruistas y compasivas, como la ayuda desinteresada a los demás.
Este estado se caracteriza por que el sentimiento de felicidad que da el hecho de ayudar a los demás es superior al de la felicidad que uno consigue para sí mismo.

BUDEIDAD
Es el más alto de los diez mundos. Es la condición de pura e indestructible felicidad que no depende de las circunstancias personales.
El que lo experimenta está totalmente libre de toda desilusión, sufrimiento y miedo. Es la condición de la libertad perfecta y absoluta, caracterizada por sensatez (sabiduría, prudencia) ilimitada, coraje, compasión y fuerza vital.
Este estado es realmente complicado de describir y se obtiene únicamente a través de la percepción directa e interna de la realización. 
La budeidad se caracteriza porque no permite caer en estados inferiores debido a causas externas y porque no confía en lo externo para conseguir la felicidad.

Los Seis reinos inferiores, o Reinos del Samsara, o reinos de existencia, se dividen en: 
3 Reinos Inferiores: El infierno (los Narakas). El hambre (los Pretas). El Reino Animal.
3 Reinos Superiores: Los humanos. Los asuras. Los Devas.

La mayoría de los seres pasan la mayor parte de su tiempo moviéndose entre estas seis condiciones de vida, del infierno al paraíso, gobernados por sus reacciones a las influencias externas y por tanto muy vulnerables a cualquiera de los seis reinos del Samsara. De hecho, su identidad en la realidad mundana está basada en factores externos.
Los reinos inferiores se diferencian de los superiores simplemente por el grado de sufrimiento; no porque un reino sea mejor que otro.

INFIERNO (Los Narakas)
Es la condición en que un ser experimenta el máximo sufrimiento, de todos los demás reinos de existencia. Es un sufrimiento infernal. 
Estos seres sufren las 24 horas del día y muy intensamente, y esto les impide hacer la práctica espiritual. 
Es la agresión claustrofóbica total, donde uno percibe la carencia total de libertad en sus acciones al tener una energía física y mental mínima. El ser siente estar atrapado por sus circunstancias y está dominado por la ira frustrada y la urgencia de destruir y autodestruirse. 
En este estado, a pesar de que los narakas son muy inteligentes, no pueden realizar la práctica espiritual, debido al intenso sufrimiento que experimentan, que les impide pensar con claridad; deberán reencarnar en el reino humano.

HAMBRE (Los Pretas)
Es la condición en que se experimenta mucho sufrimiento, pero no tanto como los Narakas. Esta condición está caracterizada por el sufrimiento de hambre y sed. Es el deseo insaciable de la posesión que gobierna el resto de acciones. El ser está atormentado por la poca habilidad y la lentitud existente para conseguir los objetivos, incluso cuando consigue satisfacer sus deseos. 
En este estado, a pesar de que los pretas son muy inteligentes también y pueden comprender el Dharma, tampoco tienen suficiente capacidad para la práctica espiritual, debido a su intenso sufrimiento; deberán reencarnar en el reino humano.

ANIMALES (El ser renace como un animal)
Es la condición en la cual un ser es gobernado por su instinto; no tiene ningún sentido de moralidad y vive únicamente para sobrevivir y vivir el presente.
Los seres de este reino tienen mucho sufrimiento; miedo a la aniquilación, a ser devorados o maltratados por otros seres, etc. Pero tienen menos sufrimiento que los Naracas y los Pretas. 
En este estado, el ser no dudará en realizar cualquier tipo de actos para conseguir algo personal. Hay una total ausencia de buen juicio y razón. 
Los animales no pueden comprender el dharma, al no tener desarrollada la mente pensante; no tienen suficiente capacidad para la práctica espiritual; deberán reencarnar en el reino humano.

LOS HUMANOS
El reino humano o idealismo de las pasiones, es un estado en el cual la capacidad para diferenciar y la mente pensante están desarrolladas.
Se caracteriza por la ambición pasional por ideales abstractos y modelos de rol y es única entre los estados inferiores ya que sabe de su potencial y tiene la motivación suficiente como para superar el sufrimiento. 
Los seres humanos estamos en la mejor condición, de los 6 tipos de estados del Samsara, para la oportunidad de práctica espiritual. El sufrimiento no es tan intenso como en los Naracas, los Pretas y los animales, que nos impida la práctica espiritual, ni tan sutil como en los asuras y los Devas, que no nos permita darnos cuenta. Por este motivo, podemos tomar consciencia del sufrimiento que experimentamos y poder transformarlo. 
En este estado, el ser sí tiene la capacidad para lograr el estado de budeidad, así como lograr trascender el sufrimiento.

LOS ASURAS
Son los Devas (Dioses) que fueron expulsados. Los Asuras tienen mucha envidia de los Devas. Siempre están enojados, en un estado en el cual son dominados por su ego, la competitividad, la arrogancia, la ira y la necesidad de ser superior en todas las cosas. Hacen muchas guerras con los Devas, para tratar de conquistarles. 
Los Asuras son esclavos de sus desilusiones, viéndose más importantes y superiores que los demás. Este estado se caracteriza por ver a los demás seres como amenazas potenciales. El resto de experiencias en este estado son bastante placenteras comparadas con el estado humano. 
Este reino no es mejor o superior que el reino humano, simplemente los asuras experimentan menos sufrimiento que los humanos, o el sufrimiento es más sutil. 
En este estado, los asuras tampoco tienen suficiente capacidad para lograr la budeidad; deberán reencarnar en el reino humano.

LOS DEVAS
Es el Reino de los dioses. Es la condición de placer total; cuando los deseos han sido superados por las experiencias de una vida corta pero intensa en sentimientos de disfrute.
Este estado se caracteriza por no sentir emociones negativas y ser menos vulnerable a influencias externas que los estados inferiores a él. 
A diferencia de la verdadera felicidad conseguida con la budeidad, este estado se caracteriza por un gran placer sensorial temporal. Los Devas solo buscan disfrutes y satisfacer sus placeres sensoriales. 
Este reino no es mejor o superior al reino humano, simplemente los Devas experimentan menos sufrimiento; hay un sufrimiento tan sutil que no lo pueden identificar. Y debido a que tienen todo lo que desean y a la gran distracción que experimentan, nunca se ponen a reflexionar sobre toda la insatisfacción que existe en su vida, no son conscientes del sufrimiento. 
Los Devas están en la cúspide de los reinos del Samsara, no porque sean más espirituales, sino porque experimentan un sufrimiento más sutil.
Al no experimentar apenas sufrimiento, los Devas no son conscientes del sufrimiento y por tanto, no tienen la capacidad para lograr la budeidad. Y debido a que experimentan un intenso placer sensorial, inevitablemente descenderán a un mundo inferior una vez que esta felicidad basada en el placer sensorial temporal, desaparezca. 
(Un Deva renacerá en un mundo inferior).

El reino de los Devas no es mejor o superior al de los humanos, y éste no es mejor o superior al de los animales. La diferencia entre un estado del otro es simplemente el grado de sufrimiento y la capacidad para lograr la iluminación (budeidad).
El reino humano es el único de los reinos del Samsara, que tiene todas las capacidades para lograr la budeidad.

Cada uno de los diez estados, posee a su vez los mismos diez estados. Cada uno de ellos, tiene el potencial suficiente para revelar y dar paso a cualquiera de los demás en cualquier momento.
Muchas corrientes del budismo creen que según se practica el budismo, hace que el estado de budeidad se vaya haciendo predominante en sus vidas, ya que sus actos son una especie de filtro que revela los aspectos positivos de los otros nueve.
Los estados o reinos se denominan igual que los planos de existencia; la forma de pasar de uno a otro es a través del renacimiento en la próxima vida; nacer en otro estado tras la muerte. Todo ello está a su vez gobernado por el karma.

Nuestra vida en este planeta es simplemente para mejorar nuestra condición personal y desligarnos del ciclo continuo de los renacimientos que nos impone el karma. La Rueda de la Vida está compuesta de 4 círculos concéntricos y muestra las causas reales del sufrimiento, no de una forma pesimista, sino ofreciendo la posibilidad de redención a nuestra efímera existencia.

El círculo central, en su nivel más bajo, representa a 3 animales enlazados en un ciclo sin fin: un cerdo, una serpiente y un gallo, cada uno surgiendo del otro a modo de danza macabra. Estos 3 animales son los símbolos de los llamados los “3 venenos" porque son la fuente de nuestros males que nos corroen por dentro. El gallo, del que nace la serpiente, representa la codicia, la avaricia, la vanidad o la lujuria junto con la sensación posterior de culpa, miedo o pánico cuando surge una contrariedad o se produce una pérdida.
La serpiente representa la natural tendencia a la agresión, nuestro instinto íntimo de egoísmo. Cuando no conseguimos lo que deseamos o vemos amenazado algún bien que nos pertenece, por naturaleza reaccionamos agresivamente. Estas situaciones en principio desfavorables nos brindan una excelente oportunidad para ejercitarnos en el autocontrol y en la práctica de la compasión.
De la boca de la serpiente surge el cerdo, la ignorancia, con unas orejas tan grandes que le ciegan los ojos, y así apenas puede conocer que ocurre a su alrededor. De la misma manera, nuestra perspectiva de la vida puede estar tan estrechamente influida por los factores culturales y sociales de nuestro entorno que perdemos de vista nuestra condición esencial de ser, impidiéndonos cualquier acercamiento a la toma de conciencia.

Resumiendo, nuestros esfuerzos por satisfacer frustrados deseos, están simbolizados por el gallo, y lo hacen por medio de la agresión (serpiente), haciéndonos insensibles e ignorantes (cerdo). Esta ignorancia nos empuja hacia el egoísmo y así renace de nuevo el gallo, condenándonos al ciclo imparable de la rueda del Samsara.

Nuestras vidas se hallan dominadas esencialmente por dos fuerzas contradictorias: el impulso interior que nos mueve a adquirir nuevos niveles de conciencia y el peso mortal de nuestra ignorancia que nos empuja hacia horizontes mucho más limitados.
Nuestra tarea, para trabajar en la senda del espíritu, tiene que consistir en permitir a estas fuerzas naturales interiores llevarnos hacia delante y desatarnos de la ignorancia. Este impulso interior, no es otro que el que nos mueve hacia el estado de Buda, de Budeidad, que está latente dentro de cada uno de nosotros, oculto por la ignorancia.

Más hacia el exterior, encontramos otro círculo dividido en seis porciones; cada una de las cuales representa un nivel de existencia condicionada. Y se llama así, condicionada, porque es consecuencia de nuestras propias acciones a través del karma.
Estos niveles de existencia condicionada son los 6 reinos inferiores o reinos del Samsara: infierno, hambre, animales, humanos, pretas y los devas.

El círculo más exterior está dividido en 12 partes, cada una correspondiente a una etapa del ciclo de causa y efecto, que mantiene al ser atrapado entre los seis reinos periódicos anteriormente comentados.



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