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21 noviembre 2013

MÁXIMAS DEL DHARMA




En el Budismo y en el Zen no existe el concepto del pecado. Nada está bien o está mal. Pero las comunidades Budistas y Zen asumen una serie de compromisos, mandamientos, que se juramentan que se seguirán.
Se trata de una elección libre y no se juzga a nadie que esté fuera de la práctica Budista y Zen que realice los actos “prohibidos”.
Estos compromisos surgen de forma natural como la única manera de encontrar la auténtica felicidad.

Son muy parecidos a los mandamientos cristianos, la diferencia es que no son una obligación, sino una opción que nos ayudará a ser felices, desde el punto de vista de la iluminación.


Estos preceptos pueden variar en cada comunidad o escuela Budista y Zen.

1. NO MATAR

Es el principio básico.
Todos formamos parte del mismo universo, del todo, compartimos la misma energía. Somos un todo que se ha separado artificialmente mediante la creación de ficticias identidades. Esta es la razón por la que en algunas comunidades o escuelas Budistas y Zen no pueden matar animales, e incluso se niegan a comerlos, adoptando el vegetarianismo.
Pero no es una norma fija. 
Uno no puede inflingir dolor ni muerte a un animal, pero puede, si así lo desea, comprar carne de animales que han matado otros.
Para ser seguidor Budista o Zen no es obligatorio ser vegetariano.
Tampoco no se pueden matar insectos. 
Este precepto va más allá de simplemente no acabar con otras vidas. Significa también, respetar la vida, defenderla, hacer lo posible para evitar todo tipo de sufrimiento entre los que nos rodean. 


2. NO ROBAR

Ésta es una regla lógica.
La ambición es la fuente de insatisfacción, pues nunca tendremos todo lo que nos gustaría y ansiarlo hace que descuidemos nuestra espiritualidad.
El robar causa sufrimiento a los demás y va en detrimento del ladrón. 
Esta máxima también se aplica a cualquier actividad en la que se pueda cobrar más por algo que cuesta menos.
El no robar también se aplica a la naturaleza. Los recursos de la Tierra se han de emplear de forma respetuosa y ecológica. Cualquier abuso es interpretado como un robo y supone los mismos problemas que sustraer las riquezas de alguien. 


3. NO MENTIR

Las mentiras y los chismes son fuente de dolor y por lo tanto, los practicantes del Budismo y Zen se abstienen. Ellos buscan acceder a la verdad suprema que es la iluminación, y las mentiras obstaculizan este camino. 
También está el concepto de decir la verdad, el de ayudar a quien lo necesita a encontrar el camino de su espiritualidad, a acabar con la ignorancia y librarse del dolor. 


4. NO TENER UNA VIDA SEXUAL INADECUADA

La finalidad es no hacer daño. 
La idea básica es que el sexo es una demostración de amor hacia el otro y no una satisfacción propia.  
Tener relaciones con una persona casada, por ejemplo, puede hacer sufrir, por lo que debemos evitarlo. 
También se reniega de toda práctica que suponga explotación sexual, como la pornografía, la prostitución, etc.


5. NO ABUSAR DE SUSTANCIAS TÓXICAS (ALCOHOL, DROGAS, ETC.)

El estado de consciencia que se logra en el Budismo y el Zen es superior al habitual, por ello, para tener la mente y el cuerpo preparados, no se deben cometer abusos.
Por otra parte, perder el dominio de uno mismo puede llevar a cometer actos que causen dolor a otros. 


6. TIEMPO Y DEDICACIÓN

Es muy difícil establecer normas concretas sobre el tiempo que debería dedicarse a la meditación. Deberíamos intentar practicarla en casi todas las actividades diarias.
En cambio, el “zazen”, sentarse para meditar, requiere su tiempo. 
Se recomienda que diariamente se dedique algo de tiempo a esta práctica. El tiempo de “zazen” es relativo, pues cada maestro marca sus normas. 


La paciencia conduce hacia la iluminación.
Muchos practicantes occidentales de Budismo o Zen suelen ser impacientes, esperan obtener resultados rápidamente y, al no conseguirlos, se frustran. Esto va en contra de todos los principios del Budismo y el Zen. No se puede ser utilitarista y esperar conseguir algo a cambio. Uno simplemente se ha de relajar, seguir las instrucciones y esperar. 

Lo más importante es practicarlo a diario. 
Ocurre lo mismo que si estuviéramos entrenando nuestro cuerpo, por lo que necesitamos voluntad y perseverancia para conseguir notar los resultados que se traducirán en la paz de espíritu.

No sólo es importante la meditación “zazen”, sino también el aplicar los conocimientos adquiridos en labores rutinarias; tener posturas correctas y un estado mental parecido al que alcanzamos durante la meditación. 
Al principio, esto parece muy difícil, pero con la práctica continuada acaba saliéndonos de forma natural y espontánea. 



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