Una adicción es un patrón mental condicionado que surge de un deseo de obtener placer de algún objeto o persona. También es una forma de identificarse con dicho objeto de placer y generar un falso sentido de yo en función de este objeto. Es decir, el yo se identifica con el objeto que le causa placer y surge un sentido de ser alguien en función de ese objeto, por lo que cuanto más tengo este objeto, más se fortalece mi sentido de identidad.
Este patrón mental condicionado puede venir de vidas pasadas o heredarlo del árbol familiar. Todos aquellos patrones mentales condicionados que no se han sanado en nuestros antepasados, van pasando de generación en generación hasta que un miembro de la familia lo haga consciente y lo trascienda.
Por ejemplo: cuando un miembro de nuestra familia es adicto al alcohol, genera un patrón mental condicionado en el subconsciente que pasará de padres a hijos, siendo lo más probable que uno de los hijos será adicto también al alcohol. Este patrón se rompe cuando el heredero toma consciencia y elige, por tanto, no seguir con el mismo hábito de sus progenitores.
Las adicciones pueden ser múltiples: al alcohol, al tabaco, a las drogas, al juego, a la comida, sobre todo la procesada, también adicción a una persona, a un objeto, adicción a comprar, adicción al sexo, a la televisión, al celular, a internet, etc. Todo lo que se convierte en un medio para lograr placer en la mente, es adictivo. Y todo objeto del cual el yo busca su sentido de identidad, también acaba siendo adictivo, ya que el yo necesita alimentarse de ese objeto para seguir manteniendo su identidad.
La adicción es una necesidad, un deseo del “yo”, del ego. El ego necesita más de su objeto de adicción porque está totalmente identificado con eso. Es decir, su identidad se establece en función del objeto de la adicción. Él desea y necesita ese objeto en concreto para seguir fortaleciendo su sentido de “yo”, su identidad.
Cuando el objeto de la adicción empieza a desaparecer, el ego puede empezar a sentirse desesperado por no poder satisfacer el deseo de su adicción. Y esta desesperación se origina porque sin el objeto de deseo, el sentido de “yo”, la identidad, acaba desapareciendo. El sentido de ser alguien, la identidad del ego, empieza a debilitarse y tiende a morirse y la persona se siente como que no es nadie cuando no tiene su objeto de deseo.
Para poder superar la adicción es necesario ser consciente de que tenemos dicha adicción.
Si estamos identificados con la voz de la mente a causa de nuestra inconsciencia, caeremos en las garras del deseo de la adicción. Pues caer en una adicción concreta es debido a nuestra total inconsciencia.
Si tienes un patrón de comportamiento compulsivo como fumar, comer en exceso, beber, ver televisión, Internet, o cualquier otro, haz lo siguiente: cuando notes que la urgencia de la adicción comienza a manifestarse, para y respira conscientemente tres veces. De esta manera se establece un estado de alerta.
Detente durante unos minutos a observar la urgencia misma y a sentir ese campo de energía en tu interior (sentir la Presencia Yo Soy).
Siente conscientemente la necesidad física o mental de ingerir o consumir una determinada sustancia o el deseo de manifestar el comportamiento compulsivo. Después respira conscientemente otras cuantas veces. Verás que la ansiedad desaparece, al menos transitoriamente.
Cuando nuestra atención reposa en la Presencia Yo Soy, solo hay "Yo Soy", todo lo demás ha desaparecido. Esto puede durar muy pocos segundos, por tanto, hay que mantener la atención en la Presencia "Yo Soy" el máximo tiempo posible, a fin de que nuestra atención refuerce la Presencia y de esta manera se vaya debilitando el deseo o ansia por ese objeto de la adicción.
Todo depende de donde ponemos nuestra atención: allá donde ponemos la atención, eso crece, se intensifica, y allá donde quitamos la atención, eso acaba desapareciendo. Por tanto, cada vez que surja el deseo o ansia o necesidad de obtener el objeto de placer (la adicción), fija la atención en tu interior, en la Presencia "Yo Soy" y permanece consciente descansando ahí.
No lo conviertas en un problema. Convierte la adicción en parte de tu práctica espiritual de conciencia. A medida que aumentes la conciencia, los patrones adictivos se debilitarán hasta disolverse finalmente.
Recuerda observar los pensamientos que justifican el comportamiento adictivo a medida que van pasando por tu mente. Pregúntate de quién es la voz y te darás cuenta de que la que habla es la adicción.
Mientras lo sepas, mientras estés presente en calidad de observador de tu mente, es menos probable que ésta logre engañarte para que hagas lo que ella desea.
Eckhart Tolle
Camino al Despertar
(Imagen: Lee Jeffries)