11 febrero 2018

LA PRÁCTICA DE LA MEDITACIÓN VIPASSANA



La meditación vipassana es una de las más antiguas de la India. Se practica desde hace más de 2.500 años y es la meditación a través de la cual Buda se iluminó.
Hay cientos de métodos de meditación pero quizás la vipassana tiene un status único.
Del mismo modo que ha habido miles de místicos, Siddharta Gautama el Buda es una singularidad en sí mismo. 
La palabra vipassana significa “ver las cosas tal como son”. El significado en pali es “mirar”, “observar”, “ver”. En otras palabras, “ser testigo u observador”. Por lo tanto, la práctica vipassana se basa en “observar”.

Siddharta Gautama el Buda escogió una meditación que puede ser llamada la meditación esencial, la práctica esencial. Todas las demás técnicas de meditación son diferentes formas de observación. El “observar" es fundamental en la meditación, no puede ser omitido, está presente en toda clase de meditación como una parte esencial; si no hay observación, no hay meditación.
Buda ha suprimido todo lo demás y se ha quedado sólo con la parte esencial: "el observar".

La meditación vipassana es la práctica de observar tu respiración; simplemente, observar la acción de inspirar y espirar. Ponemos nuestra atención en el aire que entra y en el aire que sale de nuestro cuerpo.
Es tan simple como observar cuatro pasos:
El primer paso es el aire que entra. Observamos la inspiración.
El segundo paso es, una vez que el aire ha entrado, hay una pausa; la acción de respirar se detiene un momento. Son tan solo unos segundos.
A continuación, el tercer paso, es el aire que sale. Observamos como espiramos.
Y finalmente, el cuarto paso es la pausa que hay una vez que el aire ha salido del todo. También son tan solo unos segundos.

Si puedes observar estos cuatro pasos, te darás cuenta de que la mente no interviene. No hay pensamientos. Esta práctica de observar la respiración, te ancla en el momento presente, y en el presente no hay mente; ésta se detiene, desaparece.
Es justo en este punto en el que puedes sentir tu verdadera esencia. Este espacio en el que no hay mente, es consciencia, es el ser, y es tu verdadera naturaleza.
Por tanto, “tú eres el espacio que hay entre dos pensamientos; esa brecha que está en medio y que solo puedes percibir cuando estás en silencio.” (Eckhart tolle). Cuando estás alerta. Eres ese vacío de contenido, ese silencio en el que no hay ningún objeto ni concepto.

En la meditación vipassana el ritmo de la respiración es natural. No tienes que hacer inhalaciones largas y profundas; no tienes que exhalar de manera diferente de la normal. Toda tu atención debe estar enfocada en un punto, observando, estando alerta.
Observar no es una cualidad de la mente, sino de la consciencia, por lo que tu consciencia debe estar enfocada solo en un único punto.
Al principio te distraerás muchas veces, aparecerá la mente con sus imágenes y pensamientos y te perderás en ella. Cuando te des cuenta de que te has distraído, no te sientas culpable, simplemente vuelve a observar la respiración. Vuelve a enfocar tu atención en el momento presente.
Allá donde ponemos la atención, eso se intensifica, crece, se incrementa y es lo que acaba siendo parte de nuestra vida. En cambio, aquello donde dejamos de poner la atención, acaba desapareciendo. Por tanto, mientras practiques la observación, con la atención enfocada en el aquí y ahora, por ejemplo en la respiración, poco a poco, la mente interferirá cada vez menos. Cada vez aparecerán menos pensamientos, y llegará un momento en el que notarás que la mente ha desaparecido por completo, se ha calmado. Justo en ese momento sientes que eres solo presencia, presencia sin contenido; no hay nadie ahí, absolutamente nada, ni objetos ni contenido, todo está vacío, pero eres consciente de ese vacío y ausencia de movimiento y contenido. Todo lo que hay ahora es únicamente “estar siendo”. Solo ser. Descansar en lo que realmente Soy.

La meditación vipassana no se limita únicamente a sentarse a meditar y observar la respiración, también se puede realizar durante nuestras actividades diarias.
Si puedes observar tu respiración, también puedes empezar a observar otras cosas: cuando camines, observa que estás caminando; cuando comas tu comida, observa que estás comiendo; observa cómo masticas los alimentos, observa su sabor y observa cuando los ingieres. Cuando te estés duchando, observa como el agua va cayendo sobre ti; observa la agradable sensación. Cada cosa que estés haciendo, obsérvala, permanece atento a todo lo que está sucediendo en este momento, en el aquí y ahora. De esta manera, estarás meditando en cada una de tus actividades cotidianas.

LOS TRES PASOS DE LA MEDITACIÓN VIPASSANA SON:
Hay tres pasos en la observación:

1. El primer paso en la meditación vipassana es observar los actos del cuerpo.
Se empieza por lo más simple; el cuerpo es lo más fácil de observar.
Es fácil observar como mi mano se mueve. Puedo observarme a mí mismo caminando por la calle, puedo observar cada paso mientras camino. Puedo observar cuando estoy comiendo; observo cada bocado y observo el sabor y qué sensación hay en mi cuerpo al ingerir cada alimento. Cada acto del cuerpo lo observo con determinación.
Mientras observas tu cuerpo, estando bien atento y alerta, te asombrarás con nuevas experiencias. A medida que vas observando en silencio todos los actos de tu cuerpo, permaneciendo en el momento presente, sentirás una cierta paz y un cierto silencio. Sentirás cierta gracia y gozo.

Buda acostumbraba a pasear tan despacio que muchas veces le preguntaban porqué andaba tan lentamente. Él decía, «Es parte de mi meditación. Siempre caminar como si estuvieras adentrándote en un río de agua fría en invierno; despacio, alerta, porque el agua del río está muy fría; alerta porque la corriente es muy fuerte; observando cada uno de los pasos porque puedes resbalar con las piedras del río».
El método es siempre el mismo, sólo cambia el objeto de observación con cada paso.

2. El segundo paso es observar la mente.
Ahora puedes moverte en un estado más sutil: observar tus pensamientos.
Si has sido capaz y has logrado observar el cuerpo, no va a haber ninguna dificultad.
Los pensamientos son ondas sutiles, son como las ondas de radio, hay movimiento, ir y venir, pero a pesar de ser tan sutiles, son tan materiales como tu cuerpo. No son visibles, como tampoco el aire es visible, pero el aire es tan material como las piedras. Así también son tus pensamientos, materiales pero invisibles.

Éste es el segundo paso, el paso medio. Te estás moviendo hacia la invisibilidad, pero todavía es material.
Observa tus pensamientos, pero debes observarlos sin juzgar. En el momento en que empieces a hacer juicios, dejarás de observar, empezarás a pensar y te involucrarás en tus pensamientos. Te identificarás con la historia que hay en tu mente y te olvidarás de observar. Habrá un completo apego e identificación con esos pensamientos y ahí volverás a caer en el estado inconsciente, en maya.
Simplemente observa tus pensamientos como si fueran nubes pasando por el cielo. Ellos vienen y se van. Tú, la conciencia que observa, siempre estás aquí, nunca vas y nunca vienes. Observa sin juzgar; las nubes no son ni blancas ni negras, ni buenas ni malas, simplemente son nubes. Lo mismo ocurre con los pensamientos.

No hay antagonismo en contra de hacer juicios. La razón por la que no hay que juzgar es porque en el momento en que empiezas a juzgar, dejas de observar, empiezas a pensar y te involucras en tus pensamientos.
No te conviertas en un participante, ya sea para adular o para valorar o para condenar. No participes en la historia de tu mente. No debes de adoptar ninguna actitud respecto a lo que está pasando en tu mente. Simplemente observar los pensamientos como vienen y van, sin involucrarte en ellos, sin hacerlos personales, no busques un sentido de ti mismo, una identidad, en función de esos pensamientos. Solo son pensamientos.
“Un pensamiento sin creencia no tiene poder, pero un pensamiento con creencia puede empezar una guerra” (Mooji).

Cuando observas sin enjuiciar, te encuentras con una gran sorpresa: poco a poco, a medida que tu observación se va asentando, vienen menos pensamientos. Cuanto más permanezcas como el observador, menos pensamientos habrá. Y llegará un momento en el que ya no habrá más pensamientos; la mente habrá desaparecido. Ya no habrá movimiento ni contenido, tan solo quedará el silencio, el vacío. Entonces se refleja la realidad tal y como es. Sin interpretaciones mentales condicionadas por tus samskaras (impresiones pasadas y huellas en el subconsciente). Te conviertes en un espejo porque reflejas la realidad tal y como es. Y un espejo nunca juzga, tan solo refleja aquello que es.

Éste es uno de los grandes logros de la meditación. Has recorrido la mitad del camino y ésa es la parte más difícil. Ahora sabes el secreto y el mismo secreto debe ser aplicado a diferentes objetos.
De los pensamientos debes moverte a experiencias más sutiles: las emociones, los sentimientos, estados de ánimo, etc.

3. El tercer paso es observar el corazón.
Ahora puedes hacer lo mismo con tus emociones; sentimientos, estados de ánimo, etc. Pasamos de observar los pensamientos a observar el corazón, sin juzgar, sólo observando.
Te darás cuenta de que la mayoría de las emociones te poseen; estás totalmente involucrado en ellas, completamente identificado, poseído por tus emociones. Tú y tus emociones parecéis ser lo mismo. Has creado una historia personal al identificarte con tus pensamientos y surgen las emociones como respuesta que hace el cuerpo en función de esos apegos.
Por tanto, observa esas emociones. Cuando las observes, poco a poco éstas dejarán de poseerte. Pues a medida que las vamos observando sin identificarnos con ellas, sin estar agarrados a ellas, se va haciendo un espacio entre lo que realmente soy, presencia consciente, y las emociones. Este espacio se va haciendo más grande a medida que nos vamos desidentificando de las emociones. Ahora puedes ver claramente que Tú estás aquí y las emociones están allá. Hay un espacio entre tú y ese movimiento. Tú no eres esas emociones, eres la conciencia que las observa.

Observando el corazón, la experiencia es que ahora nada te posee. Observas la ira como viene y se va, pero tú no estás rabioso. La tristeza viene y se va, pero tú no te pones triste. La alegría viene y se va, pero tú no te vuelves alegre. Todo aquello que se mueve en las profundas capas de tu corazón, no te afecta a ti para nada. Tan solo permaneces como el observador. Tus emociones ya no te afectarán en absoluto, ya no serás un esclavo de tus emociones, pues estarás totalmente establecido en tu verdadera esencia, presencia consciente que observa todo el movimiento sin agarrarse a él. Entonces serás el amo y señor. Podrás controlar tus emociones.
Por primera vez empiezas a probar algo de lo que es ser un maestro. Ya no eres más un esclavo al cual se puede empujar y tirar de aquí y de allá, al que cualquier emoción y cualquier sentimiento, al que cualquiera puede molestar por cualquier trivialidad. Ahora ya nada se apodera de ti, nada te molesta. Tú eres la Presencia consciente que no puede ser afectada por absolutamente nada. Eres como el espacio que no es afectado por el humo. Eres como la pantalla de cine que no es afectada por la película. Estás más allá de toda manifestación, de todo pensamiento, de toda emoción, y puedes ver claramente que nada puede afectar lo que realmente eres. Únicamente cuando hay identificación con los pensamientos, con el cuerpo y con el mundo, es cuando hay afectación.

Cuando te conviertes en un observador del tercer paso, te conviertes por primera vez en un Maestro. Nada te molesta, nada se apodera de ti. Todo queda lejos, pues tú estás más allá de todo. Estás liberado.

Éstos son los tres pasos de la meditación vipassana, los cuales te llevan a la puerta del templo, que está abierta.
Cuando te has convertido en un perfecto observador de tu cuerpo, de tu mente y de tu corazón, entonces, ya no puedes hacer nada más; entonces debes descansar en “estar siendo” y el cuarto paso sucederá.
Cuando la perfección es completa en estos tres pasos, el cuarto paso sucede por sí solo como recompensa. Es un salto cuántico del corazón al Ser, al centro mismo de tu existencia. Tú no puedes hacerlo, simplemente sucede. No intentes darlo, porque si intentas dar este paso, ten por seguro que fracasarás. Es un suceso.
Tú preparas los tres pasos, el cuarto paso es una recompensa de la existencia misma; es un salto cuántico. De repente, tu energía vital, tu individualidad se expande y se fusiona con la Totalidad. Esto es Samadhi.
Éste es el cuarto paso y sucede por sí solo. Has llegado al final de la búsqueda y has encontrado la verdad misma de la existencia. Has llegado a casa. Ahora eres libre.
“La separación es una energía contraída. Y la liberación es simplemente el derretimiento y retorno de esa energía en el Todo” (Tony Parsons).

Cuando llegas al último punto de tu Ser, tienes la experiencia de la auto-realización. Es el reconocimiento y revelación de lo que Eres Verdaderamente. Has experimentado la Gran Verdad. Y este tesoro está escondido en tu interior.
Puedes llamarlo Autorrealización, puedes llamarlo Iluminación, puedes llamarlo Liberación, pero no hay nada más allá de esto. Has llegado al final de la búsqueda, y has encontrado la verdad misma de la Existencia y el gran éxtasis y gozo que trae alrededor de sí.

A medida que vas más hacia adentro, te encuentras con espacios más y más hermosos, puntos más y más luminosos. Son silencios más y más profundos que no son solamente la ausencia de ruido, sino la presencia de una canción sin sonido. Es la Vida misma en estado Puro.

No es trabajo, es descansar en el no-hacer. Sientes una tremenda gratitud hacia toda la existencia. Esa gratitud es la única y auténtica oración. Esta gratitud emerge de tu interior, de tu corazón, como una fragancia saliendo de las rosas.



S.N. Goenka, Osho, Camino al Despertar.