Cuando sentimos una emoción negativa, como por ejemplo ira, irritabilidad, observaremos que no tenemos paz. Nuestro cuerpo está intranquilo, nervioso y sentimos negatividad.
Ante este tipo de emociones, automáticamente y sin ser conscientes, nos negamos a sentirlas, no nos gustan y en nuestro interior decimos "no quiero sentir esto", entonces les damos la espalda.
Nuestra propia negación no permite que la emoción aflore a la superficie y, por tanto, no la transformamos en luz, no la iluminamos... la reprimimos... y la emoción no se libera, va a permanecer en nuestro subconsciente.
Para saber si estamos aceptando una emoción negativa, hemos de permitir sentirla...
Cuando la sentimos, estamos dejando que la emoción aflore a la superficie, y de esta manera tomar consciencia de ella y transformarla en luz.
Para transformar la emoción negativa en luz, debemos primeramente OBSERVARLA... Y A CONTINUACIÓN, ABRAZARLA CON AMOR, CON CONSCIENCIA.
Podemos decir en nuestro interior "soy consciente de que siento esta emoción, la ira, permito que salga, acepto que está aquí y la abrazo con todo mi amor y mi consciencia".
Así pues, la única diferencia entre reprimir y aceptar una emoción, es simplemente el permitir sentirla, observarla y abrazarla (es cuando la aceptamos), o negarla, rechazarla, darle la espalda, no querer sentirla (es cuando la reprimimos).
El reprimir emociones negativas hace que éstas permanezcan en la profundidad de nuestro subconsciente, y ya sabemos que nuestro subconsciente es el que crea la realidad que experimentamos. Si tenemos muchas emociones negativas en nuestro interior, atraeremos experiencias negativas, de dolor y sufrimiento...
Es muy importante aceptarlas, de esta manera las liberamos y nosotros nos sanamos.
Cuanta más paz haya en nuestro subconsciente, más paz habrá en nuestra vida.
Camino al Despertar