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La mente es memoria; acumulación de conceptos que hemos aprendido en el pasado. Y nos aferramos a esta acumulación de conceptos del pasado porque es lo único que conocemos. El futuro es la proyección del pasado, de los conceptos que ya hemos aprendido.
No podemos pensar en algo que no conocemos, sino que utilizamos nuestra memoria (conceptos aprendidos en el pasado) para proyectarla en el futuro.
La mente solo puede proyectar lo que ya sabes, lo que ya conoces. Por tanto, tu futuro es pasado modificado.
Hagas lo que hagas en el futuro, será una continuación del pasado. De aquí surgen los hábitos.
Los hábitos solo pueden trascenderse cuando eres consciente. Cuando no eres consciente, te dejas llevar por los hábitos, que no son más que quehaceres aprendidos en el pasado.
Te han enseñado desde tu infancia a hacer las cosas de una determinada manera. Tus padres fueron un ejemplo para ti, tus profesores de la escuela también, tus amistades, y todas las personas con las que tuviste relación, todos ellos te enseñaron cómo se hacen las cosas. Ha esto lo llamamos educación. Y la educación está basada en hábitos; en unas pautas y normas y maneras de hacer y de estar.
Cuando te mueves por hábitos, repites los mismos patrones de tu infancia. Por ejemplo, si tus padres se separaron, es muy probable que tú también te acabes separando de tu pareja. Si tuviste un padre que bebía alcohol y fumaba, es muy probable que tú también acabes fumando y bebiendo alcohol. Si tu madre cocinaba de una determinada manera, haciendo un tipo de recetas, es muy probable que tú acabes haciendo las mismas recetas que hacía tu madre. Esto es muy típico en las culturas. Los hijos aprenden de los padres. Y así, con todo, se van generando unos hábitos.
Al haberlo vivido desde que eras un niño, todo lo que tus padres, profesores y tu entorno te mostraron y enseñaron, crees que es lo correcto, por tanto, acabas repitiendo los mismos quehaceres y patrones.
Todas las culturas son diferentes entre ellas, porque se basan según los hábitos aprendidos. La comida de cada país es cocinada según los hábitos de ese país. También ha sucedido con las religiones; con la política, la educación, el idioma, etc. Absolutamente todo son hábitos que se han ido aprendiendo desde la infancia.
También actuamos inconscientemente, basándonos en los hábitos cuando se trata de emociones. Repetimos los mismos patrones de nuestra familia.
Por ejemplo, si un padre maltrata a su hijo; le grita, le falta el respeto, le obliga a hacer lo que el padre quiere, etc… el niño va a repetir el mismo patrón de su padre, porque será lo que él ha conocido, ha visto en su casa, y cree que eso es lo correcto. Repetirá ese mismo patrón de maltratador, a no ser que se vuelva consciente.
Los hábitos crean karma, porque cuando actúas por hábitos, eres inconsciente. Estás condicionado por el pasado y repites lo mismo sin darte cuenta.
Tanto si haces acciones negativas, como positivas, si están motivadas por tus hábitos, se crea karma.
Si no te das cuenta de esto, seguirás siendo un esclavo de tus hábitos, tus acciones.
Cuando te vuelves consciente, te das cuenta de que esos hábitos no son los correctos, que hay otras maneras de hacer, sin generar sufrimiento, entonces, es cuando conscientemente, dejas de repetir los mismos patrones, los mismos hábitos que aprendiste en el pasado y pasas a accionar de manera consciente; utilizando el sentido común (“no debo hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mi”), o accionando según tu intuición (voz interior) y tu propia voluntad.
Al estar consciente, tu voluntad siempre estará enfocada en hacer acciones positivas que beneficien a los demás seres y a ti mismo.
Cuando llegas a este punto, ya eres un ser consciente, pero el hecho de no repetir hábitos requiere de un intenso estado de alerta, de consciencia, presencia, porque ya no actúas desde la mente (memoria del pasado, patrones que se siguen repitiendo en el futuro), sino que actúas desde el corazón, la consciencia, el Ser.
Por tanto, para trascender los hábitos debemos ser conscientes y tener el dominio de nosotros mismos. No dejar que los hábitos sigan dominándonos, no ser su esclavo, sino darnos cuenta de que somos absolutamente responsables de todo lo que nos sucede.
Únicamente puedes dejar de ser esclavo de tus hábitos cuando te das cuenta de ellos, cuando tomas consciencia, porque has aprendido las consecuencias de dichos hábitos. Ahora sabes las consecuencias y ya no deseas volver a vivirlas.
Camino al Despertar