La técnica consiste en ser testigo.
La palabra testigo es una palabra muy importante. Existen cientos de técnicas para centrarse, pero hacerse testigo; es una parte necesaria, una parte básica. Sea cual sea la técnica, la parte esencial es hacerse testigo. No se trata de una simple técnica; el proceso de hacerse testigo es la parte esencial de todas las técnicas.
Así que primero debemos entender lo que es ser testigo, y después podremos entender cómo ser testigo.
Sabemos pensar, y hay que empezar por pensar para saber lo que significa ser testigo, porque hay que empezar por algo que uno conozca. Sabemos pensar... pensar significa tener juicio; ves algo y lo juzgas. Ves una flor y dices que es bonita o que no lo es. Oyes una canción y te gusta o no te gusta. Las cosas te gustan o te disgustan. Pensar es juzgar; en cuanto empiezas a pensar, has empezado a juzgar.
Pensar es evaluar, es clasificar. En cuanto tienes clasificada una cosa -cuando la has etiquetado, le has puesto nombre-, has pensado en ella.
Es imposible pensar si no vas a juzgar.
Si no vas a juzgar, puedes mantenerte consciente, pero no puedes pensar.
Aquí hay una flor, y yo te digo: «Mírala, pero no pienses. Ve la flor, pero no pienses.»
¿Qué puedes hacer? Si no se te permite pensar, ¿qué puedes hacer?
Solo puedes ser testigo; solo puedes estar consciente. Solo puedes tomar conciencia de la flor. La flor está ahí. Ahora puedes encontrarte con ella.
Si no se te permite pensar, no puedes decir: «Es bonita, no es bonita, la conozco...es muy rara, no la había visto nunca, etc». No puedes decir nada. No se pueden utilizar palabras porque cada palabra es un juicio. Así que no puedes utilizar el lenguaje, no puedes verbalizar.
Si yo digo «Esto es una flor, mírala, pero no pienses», la verbalización no está permitida. Entonces, ¿qué puedes hacer?
Solo puedes ser testigo.
Si estás ahí sin pensar, solo delante de algo, eso es ser testigo.
Ser testigo, pues, es una conciencia pasiva. Recuerda pasiva.
El pensamiento es activo, estás haciendo algo. Veas lo que veas, estás haciendo algo con ello. Y en cuanto haces algo, has cambiado la cosa.
Veo una flor y digo: "¡Qué bonita!". Ya la he cambiado. He impuesto algo a la flor. Ahora, sea la flor que sea, para mí es una flor, más mi sensación de que es bonita. Ahora la flor está muy lejos; entre la flor y yo se interpone mi sentido del juicio, mi evaluación de que es bonita.
Esta sensación de que la flor es bonita, no pertenece a la flor, me pertenece a mí. He penetrado en el hecho. Ahora el hecho ya no es virgen. Lo he corrompido. Mi mente ha entrado a formar parte de él. La he juzgado por medio de mis conocimientos pasados.
Tus experiencias del pasado, tus conceptos del pasado, te dicen que una cosa así es bonita... la has juzgado de acuerdo con tu pasado. La mente equivale a tu pasado, tus recuerdos. Pensar significa imponer el pasado a un hecho presente.
Por eso pensar nunca puede llevarte a la verdad... porque la verdad es virgen y hay que afrontarla en toda su virginidad. En cuanto metes en ella tu pasado, la estás destruyendo. Se convierte en una interpretación. Se ha perdido la pureza.
Pensar significa imponer tu pasado en el presente.
Ser testigo significa que no hay pasado solo presente; nada de imponer el pasado.
Ser testigo es algo pasivo. No estás haciendo nada... solo eres. Simplemente, estás ahí. Solo tú estás presente. La flor está presente, tú estás presente... entonces existe una relación de testimonio.
Pensar es activo, es hacer algo. Ser testigo es pasivo, es no hacer nada, solo ser.
Detenerse, dejar de pensar, es el primer paso para hacerse testigo. Dejar de pensar es ser testigo.
¿Y qué hay que hacer?
Porque pensar es un hábito muy arraigado en nosotros.
Se ha convertido en una cosa mecánica, de robots.
Ya no es que tú pienses; ya no es decisión tuya, es un hábito mecánico... no puedes hacer otra cosa. En cuanto aparece la flor, empieza el pensamiento.
Cuando digo «la flor es bonita», la flor desaparece para mí. Ahora tengo en la mente la imagen de la flor, no la flor misma. Ahora la flor es una imagen en la mente, un pensamiento en la mente, pero la flor ya no está ahí.
Cuando verbalizas, te cierras a la experiencia.
Cuando estás consciente de manera no verbal, estás abierto, vulnerable. Ser testigo significa abrirse constantemente a la experiencia, no cerrarse.
¿Qué hacer?
Hay que romper de algún modo este hábito mecánico que llamamos pensar.
Hagas lo que hagas, procura hacerlo no verbalmente.
Es difícil, es duro, y al principio parece absolutamente imposible, pero no lo es. No es imposible, solo es difícil.
Si vas andando por la calle, camina no verbalmente. Solo camina, aunque sea tan solo durante unos segundos, y tendrás un vislumbre de un mundo diferente, un mundo no verbal, el mundo real. No el mundo de la mente que el hombre ha creado dentro de sí mismo.
Si estás comiendo... come no verbalmente.
Alguien le preguntó a Bokuju, un gran maestro zen:
-«¿Cuál es tu camino, cuál es tu método?»
Y Bokuju dijo:
-«Mi método es muy simple: cuando tengo hambre, como; cuando tengo sueño, duermo... y eso es todo.»
El hombre quedó desconcertado y dijo:
-¿Qué dices? Yo también como y también duermo, y todo el mundo hace lo mismo. ¿Qué tiene eso para que lo llames un camino?
Y Bokuju dijo:
-Cuando tú comes, estás haciendo muchas cosas, no solo comer. Y cuando duermes, estás haciendo de todo menos dormir. Pero cuando yo como, simplemente como; cuando duermo, simplemente duermo. Todos mis actos son totales.
Todos los actos se vuelven totales cuando dejas de ser verbal. Así que intenta comer sin ninguna verbalización en la mente, sin ningún pensamiento en la mente. Solo come... y entonces comer se convierte en meditación, porque cuando dejas de ser verbal te conviertes en testigo.
Camina, come, date un baño o siéntate en silencio. Después, simplemente siéntate; y después sé «una sentada». No pienses. Entonces, hasta estar sentado se puede convertir en meditación; el simple andar se puede convertir en meditación.
Cuando bebes té sin pensar, simplemente bebes té. Es solo beber. No hay un "yo", simplemente hay "beber té", el "yo" ya no existe.
Si el pensador está ahí, el "yo" está ahí, ahí está el ego. Pero si solo hay acción sin nada de verbalización, sin pensamiento, no hay ego.
¡Tú no existes! Si eres testigo, no existes. El «yo» se forma por medio de pensamientos.
Osho