Puedes llamarlo el último paso o el primero, no importa. Es el primero y el último.
Toda la enseñanza zen consiste en una única cosa: cómo saltar a la nada, cómo llegar al final de tu mente, que es el final del mundo.
Cómo permanecer de pie en ese acantilado frente al abismo y no asustarse, cómo reunir coraje y dar el último salto. Es la muerte. Es suicidarse.
Pero el crecimiento espiritual sólo puede surgir del suicidio (la muerte del ego), y sólo hay resurrección (morir y renacer en una nueva consciencia, un nuevo ser) siendo crucificado.
Si se comprende bien, entonces el símbolo cristiano de la cruz, tiene un enorme significado.
Jesús está en la cruz, y ese es el acantilado. Muerte y resurección.
Cuando mueres en la mente, naces en la consciencia.
Cuando mueres en el cuerpo, naces en el cuerpo universal.
Cuando mueres como ego, naces como Dios.
Cuando mueres en tu pequeño territorio, te esparces por toda la existencia… te conviertes en existencia.
El fin de la mente es el fin del mundo, porque el zen dice que la mente es el mundo.
Por lo general, cultivamos y reforzamos la mente, la hacemos cada vez más capaz, hábil, eficaz. Eso es lo que hacemos en escuelas, colegios y universidades. Eso es lo que significa educación, aprender.
El zen es un tipo de desaprendizaje.
Enseña cómo desechar lo que se ha aprendido, enseña a volver a ser niños, a existir de nuevo sin mente.
La mente provoca todo tipo de miserias: la mente nunca está en el presente, lo pasa por alto.
¡Y sólo existe el presente! La mente siempre está en el pasado, o en el futuro, pero nunca permanece en el presente.
El zen dice que a menos que deseches la mente, nunca te podrás sintonizar con la existencia, ni podrás palpitar con el latido del universo. Si no desechas la mente, seguirás viviendo en un mundo particular que tú mismo has creado; no vives en el mundo real.
La inteligencia nunca surge de la mente. La inteligencia sólo surge cuando se ha descartado la mente.
La mente bloquea la fuente de la inteligencia. Permanecer en la mente es poco inteligente. Lo inteligente es estar más allá de la mente.
La meditación es la búsqueda de esa inteligencia, de cómo dejar de aprender, de cómo desechar el conocimiento, de cómo abandonar todo el pasado acumulado.
Un hombre que vive en la no-mente vive sin muerte, porque muere a cada instante. Nunca acumula, nunca mira hacia atrás, nunca mira hacia delante; simplemente está aquí. Su ser es en este momento. Fluye con el momento. De hecho, carece de biografía y de sueños de cara al futuro. Vive tal como llega la vida.
Y el zen dice que la mente puede ser de utilidad en el mundo, pero no en lo que respecta a lo esencial. Lo esencial no puede pensarse, porque está más allá del pensamiento. Tú eres lo esencial.
Nace un niño y él es lo esencial. El pensamiento aparecerá a continuación; el niño acumulará conocimiento y escribirá muchas cosas en la página de su vida. Y se convertirá en un conocedor de esto y lo otro y se identificará con ser médico, ingeniero, profesor. Pero en el momento en que nació era simplemente pura consciencia, frescura, una página en blanco, sin nada escrito, ni siquiera con su propia firma. No tenía nombre ni idea acerca de quién era. Eso es la inocencia primigenia, y eso es lo esencial.
Nunca perdemos nuestra esencialidad, no es posible. Es nuestra naturaleza más íntima, y por ello no hay forma de perderla. Pero puede nublarse.
Somos antes que el pensamiento, somos mientras el pensamiento está ahí, seremos cuando el pensamiento haya desaparecido. Siempre estamos aquí. Pero cuando surge el pensamiento es muy difícil saber quiénes somos y qué es exactamente esta consciencia.
Pensar es una distracción, una perturbación.
Únicamente recuperamos el contacto con lo esencial cuando desaparece el pensamiento.
Si uno piensa en ello, se puede pensar y pensar y pensar, y luego, al ver que el pensamiento no lleva a ninguna parte, éste se detiene por sí mismo.
Si uno piensa hasta el final del todo, se manifestará automáticamente un estado de no pensamiento. Este fin del pensamiento llega final y naturalmente, y eso es lo que propone el zen.
Y el método que utiliza el zen para esto se llama "koan".
Un "koan" es un acertijo, muy especial, un acertijo que es imposible solucionar, un acertijo que no puede solucionarse a través de su formulación. Piensas y piensas… Hay que pensar, cavilar y meditar sobre ello.
Osho