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26 marzo 2014

LOS CINCO EJERCICIOS DE CONCIENCIACION


Primer Ejercicio de Concienciación: El respeto por la vida.

Consciente del sufrimiento que causa la destrucción de la vida, me comprometo a cultivar la compasión y a aprender formas de proteger la vida de las personas, los animales, las plantas y los minerales. Estoy decidido a no matar, a no permitir que los demás maten y a no tolerar ningún acto de muerte en el mundo, en mis pensamientos y en mi forma de vivir.

Segundo Ejercicio de Concienciación: La generosidad.

Consciente del sufrimiento que causan la explotación, la injusticia social, el robo y la opresión, me comprometo a cultivar el amor compasivo y a aprender formas de trabajar por el bienestar de las personas, los animales, las plantas y los minerales.
Me comprometo a practicar la generosidad, compartiendo mi tiempo, mi energía y mis recursos materiales con aquellos que realmente lo necesitan. Estoy decidido a no robar, ni a poseer nada que pertenezca a los demás.
Respetaré la propiedad de los demás, pero no permitiré que nadie se aproveche del sufrimiento humano o del de las otras especies de la Tierra.

Tercer Ejercicio de Concienciación: La responsabilidad sexual.

Consciente del sufrimiento que causa la conducta sexual incorrecta, me comprometo a cultivar la responsabilidad y a aprender formas de proteger la seguridad y la integridad de las personas, las parejas, las familias y la sociedad. Estoy decidido a no involucrarme en relaciones sexuales sin amor y sin un largo compromiso. Para preservar mi propia felicidad y la de los demás, estoy decidido a respetar mis propias obligaciones y las de los demás. Haré todo lo posible para proteger a los niños de los abusos sexuales y para evitar que las parejas y familias se separen por una conducta sexual incorrecta.

Cuarto Ejercicio de Concienciación: Escuchar profundamente y hablar con afecto.

Consciente del sufrimiento que causa hablar irreflexivamente y la incapacidad de escuchar a los demás, me comprometo a hablar con afecto y a escuchar profundamente para aportar alegría y felicidad a los demás y aliviar su sufrimiento. Sabiendo que las palabras tienen el poder de provocar felicidad o sufrimiento, me comprometo a aprender a hablar con veracidad, pronunciando palabras que inspiren auto-confianza, alegría y esperanza. No difundiré noticias de las que no esté seguro, ni criticaré o condenaré nada de lo que no tenga la certidumbre.
Me abstendré de pronunciar palabras que puedan causar división o discordia, o provocar la separación de la familia o de la comunidad. Haré todo lo posible por reconciliar y resolver todo tipo de conflictos, por insignificantes que sean.

Quinto Ejercicio de Concienciación: El consumo consciente.

Consciente del sufrimiento que causa el consumo indiscriminado, me comprometo a conservar en buen estado mi salud, tanto física como mental, la de mi familia y la de mi sociedad, haciendo la práctica de comer, beber y consumir de forma consciente. Consumiré únicamente productos que mantengan la paz, el bienestar y la alegría en mi cuerpo, en mi conciencia, en el cuerpo colectivo y en la conciencia de mi familia y de la sociedad.
Estoy decidido a no consumir alcohol ni ninguna otra sustancia intoxicante, y a no ingerir alimentos u otros productos que contengan toxinas, como algunos programas de televisión, revistas, libros, películas y conversaciones. Soy consciente de que dañar mi cuerpo o mi conciencia con estos venenos, es traicionar a mis antepasados, a mis padres, a la sociedad y a las futuras generaciones. Trabajaré para transformar la violencia, el miedo, la ira y la confusión que hay en mí mismo y en la sociedad, siguiendo el régimen adecuado para mí y la sociedad. Comprendo que una dieta adecuada es primordial para la transformación de uno mismo y de la sociedad.

Thich Nhat Hanh

EL TRATADO DE PAZ


Con el fin de vivir juntos felizmente y durante mucho tiempo, con el fin de desarrollar y profundizar continuamente nuestro amor y nuestra comprensión, nosotros, los abajo firmantes, prometemos observar y practicar lo siguiente.


Yo, el que está enfadado, estoy de acuerdo en: 

1. Evitar decir o hacer cualquier cosa que pueda provocar más daño o que recrudezca el enojo.
2. No reprimir mi ira.
3. Hacer la práctica de respirar conscientemente y volver a mí mismo para cuidar de mi ira.
4. Con toda serenidad y en el plazo de las próximas veinticuatro horas, comunicar a la persona que me ha hecho enfadar, que estoy enojado y sufro; ya sea verbalmente, o presentándole una nota de paz.
5. Pedirle que nos veamos a finales de semana, por ejemplo el viernes por la noche, ya sea verbalmente o por medio de una nota, para discutir este problema más a fondo.
6. No decir: «No estoy enfadado. No importa. No estoy sufriendo. No hay por qué enfadarse».
7. Observar profundamente mi vida cotidiana, mientras estoy sentado, andando, tendido, trabajando y conduciendo, para ver:

-De qué forma a veces me he comportado con falta de tacto.
-Cómo he herido a la otra persona, por culpa de mi energía habitual.
-Que la vigorosa semilla de la ira que hay en mí, es la causa principal de mi ira.
-Que la otra persona sólo es la causa secundaria.
-Que la otra persona sólo desea aliviar su sufrimiento.
-Que mientras la otra persona sufra, yo no podré ser realmente feliz.

8. Pedirle perdón inmediatamente, sin esperar el viernes por la noche para hacerlo, tan pronto me haya dado cuenta de mi falta de tacto y de atención.
9. Aplazar la cita del viernes, si no me siento lo bastante sereno para encontrarme con la otra persona.


Yo, la persona que ha hecho enfadar a la otra, estoy de acuerdo en:

1. Respetar los sentimientos de la otra persona, no ridiculizarla y darle tiempo suficiente para que se serene.
2. No presionarla para discutirlo inmediatamente.
3. Confirmar su petición de vernos, ya sea verbalmente o por medio de una nota, y hacerle saber que estaré allí.
4. Si puedo pedirle perdón, hacerlo en el acto, sin esperar hasta el viernes por la noche.
5. Hacer la práctica de respirar conscientemente y de observar profundamente para ver que:

-Tengo semillas de ira y crueldad, y además la energía habitual, que me impulsa a hacer infeliz a la otra persona.
-He creído erróneamente que haciendo sufrir a la otra persona, aliviaría mi propio sufrimiento.
-Al hacer sufrir a la otra persona, me he hecho sufrir a mí mismo.

6. Pedirle perdón tan pronto me haya dado cuenta de mi falta de tacto y atención, sin intentar justificarme y sin esperar hasta el viernes por la noche para hacerlo.

Thich Nhat Hanh

22 marzo 2014

LAS FORMACIONES INTERIORES


Vamos a usar la imagen de una casa, para representar nuestra conciencia e identificar en ella dos partes: el sótano será la conciencia-receptáculo; y la sala de estar, la mente consciente.
Las formaciones interiores, como la ira, se encuentran en la conciencia-receptáculo, en el sótano, bajo la forma de una simiente; hasta que oyes, lees o piensas algo que despierta la semilla de la ira. Entonces crece y se manifiesta al nivel de la mente consciente, tu sala de estar. Se manifiesta como una zona de energía que hace que el ambiente de tu sala de estar sea pesado y desagradable.
Cuando la energía de la ira surge, sufrimos.
Siempre que la ira se manifiesta, el practicante invita también en el acto a la energía de ser consciente a manifestarse, a través de la práctica de caminar y respirar conscientemente. De esta forma, se crea otra zona de energía: la energía de ser consciente.
Es muy importante aprender a caminar y respirar, a limpiar y trabajar de manera consciente y a practicar además el ser conscientes en nuestra vida cotidiana. Así, cada vez que se manifieste una energía negativa, sabremos generar la energía de ser conscientes, para abrazarla y cuidar de ella. 

En nuestro cuerpo hay toxinas, y si la sangre no circula bien, estas toxinas se acumularán en determinados lugares. Para conservar la salud, nuestro organismo necesita expulsar esas toxinas.
Los masajes estimulan la circulación sanguínea.
Cuando la sangre circula bien, alimenta órganos como los riñones, el hígado y los pulmones, para que puedan expulsar las toxinas del cuerpo. Por eso es importante que la sangre circule bien.
Beber mucha agua y hacer la práctica de respirar profundamente, ayuda también a expulsar las toxinas del cuerpo a través de la piel, los pulmones, la orina y los excrementos.
Todas las prácticas que nos ayudan a eliminar las toxinas del cuerpo, son muy importantes.
Supón ahora que en mi cuerpo hay una zona muy dolorosa, porque las toxinas se han acumulado en ella. Cada vez que la toco, me duele; esto equivaldría a tocar un nudo interior que se hubiera formado en la mente.
La energía de ser consciente, la práctica de ser consciente, es como la práctica de dar un masaje a una formación interior; quizá tengas un bloque de sufrimiento, dolor, pesar o desesperanza en ti, algo que constituye un veneno, una toxina en tu conciencia. Has de practicar el ser consciente para abrazar y transformar esa toxina.
Abrazar el dolor y el pesar que sientes con la energía de ser consciente, es exactamente la práctica de dar un masaje, aunque no a tu cuerpo, sino a tu conciencia; que también puede tener una mala circulación.
Cuando la sangre no circula bien, los órganos no funcionan adecuadamente y enferman. Cuando la psique no circula bien, la mente también enferma. Ser consciente es una energía que estimula y aumenta la circulación en los bloques de dolor.

Nuestros bloques de dolor, pesar, ira y desesperanza, siempre quieren subir a nuestra mente consciente, a nuestra sala de estar, porque han crecido mucho y necesitan nuestra atención.

Quieren emerger, pero nosotros no queremos que lo hagan porque nos resultan dolorosos; así que les bloqueamos el camino. Deseamos que sigan durmiendo en el sótano. Como no queremos afrontarlos, nuestro hábito es llenar la sala de estar con otros huéspedes.
Pero siempre que tenemos diez o quince minutos de tiempo libre y no sabemos qué hacer, estos nudos interiores surgen y nos ponen perdida la sala de estar. Para evitarlo, cogemos un libro, encendemos la televisión, salimos a dar una vuelta con el coche, o hacemos cualquier otra cosa para que la sala de estar esté ocupada, porque de ese modo las formaciones interiores no entran en ella.

Todas las formaciones mentales, necesitan circular; pero nosotros no queremos que afloren porque no deseamos sentir el dolor que nos producen; queremos que sigan encerradas en el sótano. Tenemos mucho miedo, porque creemos que si las dejamos subir, sufriremos enormemente. Por eso, nuestro hábito diario es llenar la sala de estar con huéspedes como la televisión, los libros, las revistas y las conversaciones, para impedir que estas formaciones interiores afloren. Cuando persistimos en ello, creamos una mala circulación en nuestra psique y empiezan a aparecer síntomas de algún trastorno mental y de depresión. Se manifiestan en nuestro cuerpo o en nuestra mente.


A veces, cuando nos duele la cabeza, nos tomamos una aspirina, pero el dolor no se va. Este tipo de dolor de cabeza puede ser un síntoma de un trastorno mental. A veces tenemos alergias y creemos que son un problema físico, pero también pueden ser síntoma de un trastorno mental. Como los médicos nos aconsejan tomar algún medicamento, seguimos reprimiendo nuestras formaciones interiores y la enfermedad empeora.


Cuando elimines la represión y los bloques de dolor afloren, tendrás que sufrir un poco. No hay modo de evitarlo. Por eso el Buda dijo que has de aprender a abrazar el dolor. De ahí que la práctica de ser consciente sea tan importante. Generas una intensa fuente de energía, para poder reconocer y abrazar estas fuerzas negativas y cuidar de ellas. Y ya que el Buda está en ti como la energía de ser consciente, invitas al Buda a surgir y a ayudarte a abrazar los nudos interiores. Si éstos no quieren aflorar, los convences para hacerlo. Después de ser abrazados durante un tiempo, volverán al sótano y se convertirán en simientes de nuevo.


Por ejemplo, el Buda dijo que todos tenemos la semilla del miedo, pero la mayoría lo reprimimos y lo encerramos en la oscuridad. Para ayudarnos a identificar, abrazar y observar profundamente las semillas del miedo, nos ofreció la práctica de los Cinco Recordatorios:


1. Mi naturaleza es la de envejecer. No puedo huir de la vejez.
2. Mi naturaleza es la de enfermar. No puedo huir de la enfermedad.
3. Mi naturaleza es la de morir. No puedo huir de la muerte.
4. La naturaleza de todas las cosas y personas, es la del cambio. No hay manera de evitar separarme de ellas. Nada puedo conservar. Vine al mundo con las manos vacías, y lo abandonaré del mismo modo.
5. Mis acciones son las únicas y verdaderas pertenencias que tengo. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones. Ellas son el suelo en el que me apoyo.


Cada día hemos de practicar de esta forma, dedicando algunos minutos a contemplar cada ejercicio, mientras seguimos nuestra respiración. Practicamos los Cinco Recordatorios para que la semilla del miedo circule. Hemos de invitarla a aparecer para reconocerla y abrazarla. Y cuando se sumerja de nuevo, se habrá vuelto más pequeña.

Si invitamos a la semilla del miedo a aflorar de esta manera, estaremos mejor equipados para cuidar de nuestra ira. El miedo aviva la ira.
Cuando el miedo está presente, no estás en paz, así que se convierte en el terreno en el que la ira puede crecer. El miedo se basa en la ignorancia, y esta falta de conocimiento constituye también una de las principales causas de la ira.

Cada vez que bañas tus formaciones interiores con la energía de ser consciente, los bloques de dolor que hay en ti se hacen más livianos y menos peligrosos.

Tu práctica consiste, pues, en bañar cada día con la energía de ser consciente, la ira, la desesperanza y el miedo de tu interior. Si no eres consciente, cuando estas semillas afloren, producirán una situación muy desagradable. Pero si sabes generar la energía de ser consciente, es muy curativo invitarlas a aflorar cada día y abrazarlas.
Después de algunos días o semanas de hacerlas aflorar a diario y de ayudarlas a sumergirse de nuevo, habrás creado una buena circulación en tu psique, y los síntomas de trastorno mental empezarán a desaparecer.
Ser consciente, hace la labor de dar un masaje a tus formaciones mentales, a los bloques de sufrimiento que hay en ti. Debes dejarlos circular, y podrán hacerlo si tú no les tienes miedo. Si aprendes a no temer tus nudos de sufrimiento, aprenderás a abrazarlos con la energía de ser consciente y a transformarlos.

Thich Nhat Hanh

12 marzo 2014

APRENDER A ESCUCHAR PROFUNDAMENTE


Comunicarse es una práctica, y para hacerlo no basta con tener buena voluntad, sino que has de ser hábil, aprender a comunicarte.
Quizá hayas perdido la capacidad de escuchar. Tal vez la otra persona te haya hablado tan a menudo con amargura, condenándote y culpándote siempre, que ya has tenido bastante, te resulta imposible escucharla más y empiezas a evitarla. Ya no eres capaz de escuchar más a esa persona.
Intentas evitarla por miedo, porque no deseas sufrir, pero esta actitud hace que ella malinterprete la situación y piense que tú la desprecias, lo cual puede producir mucho sufrimiento.
Le das la impresión de que quieres boicotearla, ignorar su presencia. No puedes afrontar a esa persona pero, al mismo tiempo, tampoco puedes evitarla. La única solución es aprender de nuevo a comunicarte, y para ello has de escuchar profundamente a esa persona.

Sabemos que mucha gente sufre y siente que nadie es capaz de comprenderla, ni a ella ni a la situación en que se encuentra. Todo el mundo está demasiado ocupado y nadie parece tener la capacidad para escuchar, pero todos necesitamos que alguien nos escuche.
En la actualidad, hay gente que practica la psicoterapia y se supone que están ahí para ti, para sentarse y escucharte, a fin de que les abras tu corazón, pero para ser verdaderos terapeutas han de saber escuchar profundamente.
Los verdaderos terapeutas tienen la capacidad de escuchar con todo su ser, sin albergar ningún prejuicio, sin juzgar.
Cuando uno estudia para ser terapeuta, debe aprender el arte de escuchar profundamente.

Escuchar con empatía significa que lo haces de tal modo que la otra persona siente que la estás escuchando y comprendiendo de veras, que la escuchas con todo tu ser, con tu corazón. Pero ¿cuántos de nosotros podemos escuchar así?

En un principio aceptamos que hemos de escuchar con el corazón, para oír de verdad lo que el otro está diciendo.
Aceptamos que debemos dar, al que habla, la sensación de que está siendo escuchado y comprendido, y que sólo así se sentirá mejor. Pero en realidad, ¿cuántos de nosotros podemos escuchar de ese modo?

Escuchar con profundidad, con compasión, no consiste en escuchar con el fin de analizar o incluso de descubrir lo que ha ocurrido en el pasado, sino que lo haces sobre todo para que la otra persona se sienta mejor, para darle una oportunidad de expresarse, de sentir que por fin alguien la comprende.
El hecho de escuchar profundamente, nos ayuda a mantener viva la compasión, mientras el otro habla. Tal vez durante media hora o cuarenta y cinco minutos. Durante este tiempo, sólo tienes una idea en la mente, un deseo: escucharla para brindarle la oportunidad de expresarse y sufrir menos. Éste es tu único objetivo.
Otras cosas, como analizar y comprender el pasado, pueden ser una consecuencia de esta tarea, pero ante todo debes escuchar a la otra persona con compasión.

Si mientras escuchas, mantienes viva tu compasión, la ira y la irritación no podrán surgir en ti. De lo contrario, lo que esa persona te cuente, te producirá irritación, ira y sufrimiento. Sólo la compasión puede protegerte de irritarte, enojarte o llenarte de desesperación.
Mientras escuchas, deseas actuar como un Gran Ser porque sabes que la otra persona está sufriendo mucho y necesita que te acerques a ella y la rescates. Pero para hacer este trabajo, debes estar bien equipado.
Cuando los bomberos van a apagar un fuego, deben llevar el equipo adecuado.
Han de tener escaleras, agua y el tipo de ropa que les proteja del fuego. Y además han de conocer muchas formas de protegerse y de apagar el fuego.
Cuando escuchas profundamente a alguien que sufre, entras en una zona incendiada. En la persona que estás escuchando hay el fuego del sufrimiento. Está ardiendo en la ira, y si no vas bien equipado, no podrás ayudarla y podrías ser víctima del fuego que hay en ella. Por eso necesitas un buen equipo.
En este caso, tu equipo es la compasión, que alimentas y mantienes viva con la práctica de la respiración consciente. Esta práctica genera la energía de ser consciente. La respiración consciente mantiene vivo tu deseo básico, el deseo de ayudar a que la otra persona diga lo que piensa. Cuando hable, puede que sus palabras estén llenas de amargura, de repulsa y de juicios, y esas palabras podrían avivar el sufrimiento que hay en ti. Pero si mantienes viva la compasión mediante la práctica de la respiración consciente, estarás protegido, podrás seguir sentado y escucharla durante una hora sin sufrir. Tu compasión te alimentará, al saber que estás ayudando a la otra persona a sufrir menos. Desempeña el papel de un Bodhisatva y serás la mejor clase de terapeuta que exista.

La compasión nace de la felicidad y también de la comprensión. Cuando la compasión y la comprensión se mantienen vivas, estás a salvo. Lo que la otra persona diga, no te hará sufrir y podrás escucharla profundamente, de verdad.
Cuando no tienes la capacidad de escuchar con compasión, no puedes pretender que la estás escuchando, porque la otra persona sabrá que aunque estés lleno de ideas sobre el sufrimiento, no la comprendes de verdad. Pero cuando la comprendes, eres capaz de escuchar con compasión y profundidad, y la calidad de esta escucha es fruto de tu práctica.

Thich Nhat Hanh

10 marzo 2014

EL VERDADERO PROPÓSITO DE NUESTRA VIDA


Uno de los propósitos más importantes que venimos a hacer aquí en la Tierra es trascender las emociones, para ser consciencia pura.

Tal como Jesucristo caminó sobre las aguas, que significa; las aguas representan las emociones, y caminar sobre ellas significa estar por encima de ellas. Nosotros no debemos perder la fe y hemos de estar por encima de nuestras emociones (trascenderlas), para así lograr la consciencia crística (o búdica).

Buda logró vencer las tentaciones de Mara (el demonio de Mara), el cual distraía a Buda con las tentaciones de los deseos terrenales y los placeres materiales y sensuales.
Mara representa nuestra parte oscura; la ignorancia, los egos, deseos, apegos, el odio, que no permiten que logremos la iluminación (consciencia búdica, la liberación).

Por lo tanto, el gran propósito que tenemos todos los seres humanos es no dejarnos vencer por los egos, los deseos y las tentaciones materiales.
Y una manera para lograr esto es no participar en ellos, no dejarnos dominar por ellos.
No hemos de poner nuestra atención en ellos, pues tu vida depende de dónde pones tu atención. En lo que pongas atención, se materializa. 
Es muy importante, para nuestra iluminación, estar conscientes de todas las cosas que hacemos, decimos y pensamos, aquí está la clave, ser consciente las 24 horas del día y no dejarnos vencer por el ego (los miedos, la ira, los enojos, rencores, odios, soberbia, egoísmo, etc.).
Nuestra actitud debe ser humilde y ser responsables de nosotros mismos. Tener compasión por nosotros mismos y por los demás. Todo esto nos ayudará en nuestro proceso de ascensión, evolución, iluminación.
Este es el camino para trascender la dualidad y Ser en la Verdad.

Camino al despertar



09 marzo 2014

LOS SIETE ESTADOS DE CONCIENCIA


Según los Vedas, existen siete estados de conciencia. Con el tiempo reconoceremos y comprenderemos  los estados expandidos de conciencia y, cuando lo hagamos, conceptos tales como sincronicidad, telepatía, clarividencia y conocimiento de vidas pasadas serán aceptados por todos.
Cada estado sucesivo nos acerca al ideal de iluminación. Todos experimentan los primeros tres estados básicos (sueño, vigilia y onirismo) pero por desgracia la mayoría nunca va más allá de ellos.

El primer nivel de conciencia es el sueño profundo.
En el sueño profundo tenemos cierta conciencia: respondemos a estímulos como sonido, luz brillante, o sensaciones táctiles, pero en general nuestros sentidos están embotados y hay muy poca cognición o percepción.

El segundo estado de conciencia es el onírico.
Estamos un poco más despiertos y un poco más alertas que durante el sueño profundo. Cuando soñamos tenemos experiencias: vemos imágenes, escuchamos sonidos, incluso pensamos. Mientras soñamos, el mundo de nuestros sueños parece real, importante y pertinente. Es sólo cuando despertamos que reconocemos al sueño como una realidad confinada, al momento en el que estábamos soñando y quizá no directamente relevante como nuestra vida de vigilia.  

El tercer estado de conciencia es la vigilia.
Es en el que estamos casi todo el tiempo. La actividad cerebral mensurable es muy diferente a la de los estados de sueño profundo y onirismo.  

El cuarto estado de conciencia ocurre cuando logramos echar un vistazo al alma, cuando trascendemos, cuando estamos absolutamente quietos y tranquilos, aunque sea por una fracción de segundo, y tomamos conciencia del observador que está dentro de nosotros.
Este estado de conciencia se presenta durante la meditación, cuando percibimos los huecos, esos tranquilos momentos que están entre nuestros pensamientos. Las personas que meditan regularmente tienen esta experiencia cada vez que meditan. Como resultado, su estado del yo se expande.  
El cuarto estado de conciencia también produce sus propios efectos fisiológicos. Los niveles de cortisol y adrenalina descienden, el estrés se reduce, la presión sanguínea disminuye y las funciones inmunológicas se agudizan. Los investigadores han demostrado que cuando percibimos el hueco que está entre los pensamientos, la actividad cerebral es muy distinta a la que tenemos cuando simplemente estamos despiertos y alertas. Esto significa que el hecho de atisbar el alma produce cambios fisiológicos en el cerebro y el cuerpo. En este cuarto estado de conciencia, así como podemos echar un vistazo al alma, también podemos ver los inicios de la sincronicidad.    

El quinto estado de conciencia recibe el nombre de conciencia cósmica.
En este estado, tu espíritu puede observar tu cuerpo material. Tu conciencia va más allá de la vigilia de tu cuerpo y del atisbo del alma; tiene conocimiento cabal de tu lugar como parte del espíritu infinito. Aún cuando tu cuerpo está dormido, tu espíritu, el observador silencioso, mira al cuerpo en sueño profundo, casi como una experiencia fuera del cuerpo. Cuando eso ocurre hay una conciencia atenta y observadora, no sólo cuando duermes y sueñas, sino también cuando estás completamente despierto. El espíritu observa y tú eres el espíritu. El observador puede ver el cuerpo que sueña y el sueño, en forma simultánea.
Aquí, en este estado, es cuando la sincronicidad empieza a manifestarse con toda su fuerza. En este estado, te das cuenta de que una parte de ti está vinculada con todo. Experimentas plenamente tu unidad con todo lo que existe. Tu intuición, tu creatividad y tu conciencia aumentan.
Las investigaciones muestran que cuando alguien ha alcanzado un estado de conciencia cósmica tal que tiene esta experiencia de observación, aun cuando esté ocupado en otras actividades, sus ondas cerebrales semejan a las que se producen durante la meditación. Estas personas pueden estar jugando fútbol, pero sus ondas cerebrales son idénticas a las de una persona que está meditando.  

El sexto estado de conciencia se llama conciencia divina.
En éste, el observador está cada vez más y más alerta. En la conciencia divina no sólo sientes la presencia del espíritu en ti, sino que empiezas a sentir ese espíritu en todos los seres. Ves la presencia del espíritu en las plantas. En última instancia, sientes la presencia del espíritu en las piedras. Reconoces que la fuerza que anima la vida se expresa en todos los objetos del Universo, tanto en el observador como en lo observado, tanto en el espectador como en el escenario. Esta conciencia divina nos permite ver la presencia de Dios en todas las cosas.
Las personas que están en un estado de conciencia divina son capaces de comunicarse, incluso, con los animales y las plantas. Éste no es un estado de conciencia constante para la mayoría. Entramos y salimos de él. Sin embargo, los grandes profetas y videntes, entre ellos Jesucristo, Buda, muchos yoguis y muchos santos, vivieron en la conciencia divina.    

El séptimo y último estado de conciencia, el objetivo final, se llama conciencia de unidad. 
También puede llamársele iluminación.
En la conciencia de unidad, el espíritu de quien percibe y el de lo percibido se funden y se convierten en uno. Cuando esto ocurre, vemos el mundo como una extensión de nuestro propio ser. No sólo nos identificamos con nuestra conciencia personal sino que vemos que el mundo entero es una proyección de nuestro ser.   Hay una transformación  completa del yo personal al yo universal.
En este estado, los milagros son comunes pero no son necesarios porque el reino infinito de posibilidades está a nuestro alcance en todo momento. Trascendemos la vida. Trascendemos la muerte. Somos el espíritu que siempre fue y siempre será.

Deepak Chopra
"Descifra el significado oculto de las coincidencias en tu vida y crea los milagros que has soñado". 

04 marzo 2014

MANIFESTAR TU SER Y DAR TUS FRUTOS


No es necesario haber estudiado una carrera universitaria para ser alguien valioso. Muchísimas personas, aún siguen pensando que el hecho de tener títulos académicos, estudios y carreras universitarias, esto les hace ser mejores que otras personas que quizás no las tengan, e inconscientemente adoptan una posición social en la que se sienten por “encima” de las personas sin títulos académicos.
Esto es un gran error de falta de conciencia. Cada ser, al nacer, ya trae en su “programa” todos los dones y maravillosas virtudes, que si las llega a manifestar, podrá expandir su alma, realizarse como Ser y servir a los demás seres sintientes; estará llevando a cabo su propósito de vida.
Hemos de tomar conciencia de que una persona que puede ser muy sabia, con grandes dones y virtudes, pero que no ha tenido la oportunidad de poder manifestarlos en su vida, a causa de sus experiencias duras y difíciles, o a causa del sistema impuesto que se basa en unas normas y leyes para volverte competitivo con los demás, esta persona tan sabia (que ha vivido muchas vidas y por tanto ha experimentado muchísimo), no ha de ser mirada por debajo por nadie.
El no tener títulos académicos no significa que eres “analfabeto” o que “no sabes nada”.
Hay personas que se pasan toda su vida estudiando, memorizando teorías, acumulando títulos académicos y después, en realidad, se han olvidado de lo estudiado. El memorizar no te hará ser más sabio, lo que te hará ser más sabio es experimentar tus propias experiencias de tu vida. 

Cada uno de nosotros reencarnamos aquí con un propósito de vida, y es el de manifestarte como Ser divino. Desarrollar tus dones, talentos y virtudes, y una vez los hayas desarrollado, que no tiene porqué desarrollarse en una escuela, uno mismo puede desarrollar sus dones y virtudes, trabajándose a sí mismo, leyendo, observando, escuchando, experimentando, etc., cuando los hayas desarrollado, empezarás a manifestarlos. A esto se le llama dar tus frutos (como un árbol que da sus frutos). Y cuando das tus frutos, estás llevando a cabo tu misión de vida, estás en Dharma.
Para muchas personas, las escuelas, institutos, universidades, etc, les puede ayudar a desarrollar sus dones, talentos y virtudes, pero para muchas otras personas, las escuelas y universidades pueden ser realmente mortales.
Cuando un ser no encaja en el sistema, no puede vivir según las leyes establecidas, según la competitividad, la ambición, el objetivo de “ser alguien importante en la vida”, y todas las teorías impuestas por el propio sistema, etc.; cuando un ser ya se conoce a sí mismo de tal manera que sabe qué es lo que ha venido a hacer aquí en este maravilloso planeta, desarrollará y dará sus frutos trabajándose a sí mismo y recurrirá a todas las vías, recursos, personas, libros, etc, que sea para poder manifestar su propia esencia y su misión de vida.
Así que, dejemos de juzgarnos unos a los otros, por si tenemos títulos académicos, o no, carreras universitarias, o no, y empecemos a conocer a las personas por lo que son, sin ponerles etiquetas, sin pensar que “valen menos por no tener estudios”.
Abramos nuestras mentes, nuestras conciencias, despertemos a esta ignorancia, y démonos la gran oportunidad de conocer a todos los maravillosos seres que se nos cruzan en nuestros caminos, para bendecirles, agradecerles por ser lo que son y porque sin ellos, el mundo sería distinto.

Para ser alguien en la vida no se necesitan títulos académicos y carreras universitares, simplemente has de ser tú mismo y dar tus maravillosos frutos.

Todos estamos interconectados, y somos seres interdependientes. Cada uno de nosotros necesita, para poder vivir, a otros seres sintientes (ya sean vegetales, frutas, animales, humanos, etc.), necesitamos de los demás para poder vivir y para poder manifestar lo que somos.

Por ejemplo, para una madre, cuidar de sus hijos, darles todo el cariño y el amor, educarles, enseñarles valores humanos, enseñarles el respeto, la humildad, la compasión e intentar que estén alegres y felices, puede ser su propósito de vida. Y realizando su misión, ella ya está dando sus frutos, su alma se está expandiendo. Ella necesita de sus hijos para poder manifestar su verdadero ser.
Esta madre, sin títulos académicos, sin carreras universitarias, está desarrollando y manifestando sus dones y virtudes, y sirve de ejemplo para sus hijos. Los niños son muy importantes, pues son la próxima generación. Y ellos van a ser los que van a cambiar muchas de las cosas que ahora hay en la sociedad y el sistema.

Otro ejemplo, para una persona, el dibujar puede ser su don, virtud y talento en su vida. La expresión de su alma, reflejada en una lámina, llena de hermosos y múltiples colores... El arte de reflejar sus emociones más profundas, su interior, etc, es un don maravilloso y con éste, la persona está expandiendo su alma y dando sus frutos.
Otras personas se llenarán de belleza y plenitud, observando el precioso dibujo manifestado.

Por esto es tan importante, que a los niños les permitamos ser ellos mismos, apoyar sus decisiones y ayudarles a desarrollar sus dones, talentos y virtudes. Cada niño, cuando es pequeño, se va decantando en hacer aquellas cosas que le gustan, y los padres, tutores, profesores, etc, hemos de observarles y respetar sus gustos y sus decisiones. Los dones de tus hijos no son los mismos que los tuyos. Permitámosles que puedan manifestar su maravillosa esencia, y estémos ahí para ayudarles y apoyarles a que ellos den sus frutos, lo mejor de ellos mismos. Con amor, respeto y valores humanos.

Camino al despertar