La meditación es un proceso en el que se pasan por nueve niveles:
Cuando uno empieza a meditar en calma mental y se sienta, se dice a si mismo: “Bien, voy a meditar durante diez minutos y durante este tiempo voy a mantener la atención en esta imagen de Buda o voy a observar la respiración”.
1. El primer nivel se llama “emplazar la mente”.
En este primer nivel: “Vaya desastre!”…
Nos damos cuenta de que casi ni encontramos el objeto.
Durante toda la sesión nos decimos: “se supone que tengo que observar la respiración y sin embargo la mente se va a todos lados!”.
Así que sólo a veces recuerdas que se tiene que observar la respiración, pero tu mente anda la mayor parte del tiempo de aquí para allá.
En realidad se trata de intentar, primero, fijar la mente en el objeto, así que toda la sesión transcurre fijando la atención al objeto.
2. El segundo nivel se llama “emplazamiento continuo”.
En este nivel se es capaz de fijar la mente en el objeto y permanecer por poco tiempo en él antes de volverlo a perder.
Hay continuidad. Antes no había continuidad en absoluto; fijabas la atención y se iba.
3. El tercer nivel se llama “emplazar de nuevo”.
En este nivel se puede permanecer en el objeto durante bastante tiempo. Estás en el objeto y de vez en cuando se pierde, pero tan pronto como se pierde, eres consciente de ello y puedes volver a fijar la mente en el objeto.
4. El cuarto nivel se llama “emplazamiento cercano”.
En este nivel, desde el principio hasta el final de la sesión no pierdes el objeto en absoluto. Durante toda la sesión puedes mantener la atención en él.
Aún hay distracción y pesadez pero una parte de la mente ya no pierde el objeto.
5. El quinto nivel se llama “disciplina”.
Porque en el cuarto nivel has podido estar durante toda la sesión en el objeto, familiarizándote con él, llegas a un nivel de paz interior que nunca antes habías experimentado. Es como si tu mente hubiese sido siempre como agua hirviendo y de pronto el agua se calma y ves que tu mente experimenta tranquilidad.
La diferencia entre el quinto y el cuarto nivel consiste en que en el quinto no hay ni laxitud ni excitación burdas, solo un poco sutiles.
6. El sexto nivel se llama “pacificación” y es muy difícil reconocerlo porque el objeto está ahí, estable y claro, pero falta intensidad en la fijación.
En general, cuando llegamos a este nivel, es mejor inclinarse hacia el lado de la excitación sutil que hacia el de la laxitud sutil, porque la excitación sutil es fácil de reconocer.
7. En el séptimo nivel puedes permanecer en el objeto.
Te sientas a meditar y permaneces en el objeto. Y de vez en cuando tienes que comprobar si surgen excitación o laxitud, pero la mayor parte de la sesión estás continuamente consciente del objeto.
La excitación y la laxitud ya no son fuertes, no se dan con frecuencia y si surgen sólo tienes que pararlas, y el pensamiento se para, la emoción se detiene.
8. El octavo nivel es en realidad un proceso de pasar de la mente ordinaria, que tiene distorsiones, a una mente de calma mental.
Es como entrar en un túnel, o entrar en algo.
9. El noveno nivel se llama “emplazar en equilibrio”.
En él ya no hay esfuerzo. Sólo con sentarte a meditar estás tan familiarizado con ese estado que sólo de sentarte ya permaneces en él durante toda la sesión. No importa lo larga que sea, puedes permanecer en el objeto sin ninguna excitación o laxitud.
Este es un estado de mente fantástico.
Este es un estado de mente fantástico.
Una vez lograda la calma mental, al cabo de un tiempo, produce una transformación del cuerpo y la mente, surge un gozo físico y mental y este gozo da lugar a una flexibilidad física especial: elasticidad o ligereza del cuerpo y de la mente, agudeza, flexibilidad de la mente.
Cuando se ha completado este proceso, sabes cuál es el problema y cómo afrontarlo para pasar al siguiente nivel.
Cuando se ha completado este proceso, sabes cuál es el problema y cómo afrontarlo para pasar al siguiente nivel.
Venerable Rene Feusi